La empresa familiar y la paella del Domingo.

Cuando escuchamos "empresa familiar", inmediatamente surgen en nuestra mente una serie de ideas preconcebidas, influenciadas por nuestras experiencias personales con este tipo de organizaciones.

Lo cierto es que las empresas familiares son mucho más que un tópico. Representan más del 90% del tejido empresarial en muchas regiones. En la Comunidad Valenciana, por ejemplo, alcanzan el 94% según me comentaba Juan José Castón Calatayud , director de ASOCIACION DE LA EMPRESA FAMILIAR DE ALICANTE (AEFA) .

Pero reflexionemos: la familia, en sí misma, ya es un sistema complejo. Las empresas, incluso sin el componente familiar, también lo son. Entonces, ¿qué ocurre cuando combinamos ambas realidades? Nos enfrentamos a lo que podríamos llamar una "conjunción planetaria de complejidades".

El reto de los sistemas complejos

Un sistema complejo es aquel en el que explicaciones simples, lineales o causales suelen fallar para interpretar lo que ocurre dentro de él. Las dinámicas de una empresa familiar requieren mucho más que un enfoque tradicional de resolución de problemas. Aquí, el Complex Problem Solving (CPS) se convierte en una herramienta indispensable. Recomiendo a quienes se interesen y quieran profundizar en el tema seguir a Javier G. Recuenco , su mayor exponente en España.

Cuando pensamos en las dinámicas de una empresa familiar, nuestras primeras impresiones suele estar cargadas de sesgos. Es esencial suspender ese juicio, especialmente porque la realidad de estas organizaciones es mucho más rica y compleja de lo que parece a simple vista.

De empleado a empresario: un cambio de sombrero

Recientemente, gracias al programa superior de Consejero Externo que organizan Fundación Empresa Universidad de Alicante (FUNDEUN) y ASOCIACION DE LA EMPRESA FAMILIAR DE ALICANTE (AEFA) , he tenido la oportunidad de vivir de cerca los retos de las familias empresarias. En mi caso, no fue hasta que asumí el rol de empresario y consejero que pude comprender verdaderamente las dinámicas que operan en este tipo de organizaciones. Ser empresario o profesional, especialmente en un entorno familiar, es como ponerse otro sombrero: uno que exige pensar desde múltiples perspectivas, conciliando intereses familiares y empresariales.

Gestionar una empresa ya es un desafío por sí solo. Ahora, imagina añadirle las complejidades de gestionar las relaciones familiares. Piensa en la dinámica de una familia empresaria durante una paella de domingo, especialmente en tiempos difíciles o de desacuerdos. Pero incluso en los momentos de éxito, gestionar las emociones y expectativas no es tarea fácil.

El valor de la perseverancia y el aprendizaje mutuo

Por todo ello, admiro profundamente el sacrificio y la dedicación de estas familias, desde los fundadores hasta los herederos. Llegar a una segunda o tercera generación es una hazaña que muy pocos logran. A medida que he conocido sus miedos, sus anhelos y sus conflictos, también he aprendido a valorar el enorme papel de los profesionales que trabajan codo a codo con ellas.

Por eso, hago un llamamiento a ambas partes:

• A las familias empresarias, para que escuchen a los profesionales que las acompañan, quienes muchas veces trabajan arduamente y se dejan la piel para garantizar su éxito.
• A los profesionales, para que sigan profundizando en el conocimiento de las dinámicas familiares y empresariales, construyendo puentes de entendimiento mutuo.

El futuro de las empresas familiares depende de nuestra capacidad colectiva para crear modelos de negocio resilientes y anti-frágiles. Hoy más que nunca, veo con optimismo cómo surgen ejemplos extraordinarios de empresas familiares bien gestionadas y de profesionales cada vez más preparados para enfrentar estos desafíos.

A todos ellos, mi admiración y ánimo para que sigan creando riqueza social y cultural.