La enseñanza que me dejó Jamidah
Hace unos años, cuando trabajaba en una transnacional, tenía reuniones telefónicas con alguna frecuencia con Jamidah, mi contraparte en Malasia. Nuestras reuniones de trabajo eran productivas y enfocadas, y a nivel personal no necesitábamos saber mucho uno del otro. Poco tiempo había pasado cuando, como parte de mi trabajo, empecé a ir a Malasia. Antes del primer viaje, armé mi agenda, que incluía varios espacios de tiempo con Jamidah, a quien para entonces me ilusionaba conocer por la conexión que habíamos armado, aunque aún fuera superficial.
Finalmente llegué a Malasia por primera vez. Llegué a la sala de reuniones donde trabajaría con Jamidah y me instalé. Poco después, llegó ella. ¡Qué sorpresa me llevé! Su imagen física definitivamente me sorprendió, por decir lo mínimo. Se trataba de una mujer oriental, bajita, de piel más bien oscura, con un traje colorido largo que bien podría yo interpretar como un disfraz, y con la cabeza muy bien cubierta por velos, a la mejor usanza musulmana. Donde la vi, me dije asustado a mí mismo: “¡Una monjita!”, y la asocié de inmediato con una persona débil y de poco carácter. Por supuesto, que lo que estaba ocurriendo era que mis estereotipos y mis prejuicios se estaban manifestando con poder, y me estaban dando una bofetada al decirme que la persona con la que yo había trabajado por teléfono no podía ser esta criatura “frágil” que tenía frente a mí.
¡Pues sí que eran la misma persona! En los siguientes días de trabajo, Jamidah me mostró su inmenso talento y su formidable energía, y mientras lo hacía, yo desmantelaba un prejuicio sobre el que no había sido consciente hasta entonces, desacreditaba la creencia desafortunada sobre la capacidad y el brío de una mujer religiosa, y tomaba consciencia de lo fácil que me había resultado, sabe Dios cuántas veces, descalificar a mucha gente con base en creencias erróneas que había llevado en mi subconsciente.
Jamidah me dejó un inmenso aprendizaje. Desde entonces, he hecho un esfuerzo decidido por tomar consciencia de otros estereotipos y prejuicios semejantes que pudiera estar llevando conmigo. Y al hacerlo, descubrí que sí había otros, muchos más de los que quisiera haber tenido. Como resultado de mi toma de consciencia, he tratado de ver a las personas que son nuevas en mi vida como un libro abierto, donde hay grandes tesoros por descubrir, y libres de etiquetas o asociaciones no comprobadas.
Lo cierto es que los seres humanos necesitamos los estereotipos para poder manejar la inmensa cantidad de información que tenemos disponible. Estos se originan de la forma en que aprendimos a percibir a la gente, sea esta igual o diferente a nosotros. Con base en ellos, clasificamos a la gente y le ponemos etiquetas utilizando las características del grupo en el que los hayamos ubicado. Así, generamos una gran cantidad de estereotipos basados en la edad del otro, su nacionalidad, su sexo, su apariencia física, su orientación sexual, su acento, el color de su piel, su vestimenta, su capacidad física, su fluidez verbal, su atractivo físico, su apellido, y su lugar de origen, entre muchos otros temas que nuestro subconsciente utiliza para clasificar a la gente.
Los estereotipos tienen al menos dos problemas:
· Nos conducen a prejuicios. Con ellos, valoramos o desvalorizamos a las personas aún sin conocerlas con base en el modelo mental que hemos creado sobre cómo deben ser. Los prejuicios suelen ser predisposiciones casi siempre negativas y sesgadas (aunque pueden ser positivas y también sesgadas, lo que también conduce a sobrevalorar a un grupo y a la gente de ese grupo). Nos llevan a tomar decisiones sobre otros sin un buen fundamento. Además, nos llevan a asumir que todos los individuos de una población son iguales, por lo que los juzgamos a priori, sin darnos la oportunidad de conocerlos y reconocer sus valores, y la forma en que se diferencian de “su grupo”.
· Nos llevan al etnocentrismo (y a veces al xenocentrismo). El etnocentrismo incluye un conjunto de percepciones y juicios que nos dicen que quienes sean como nosotros están bien, pero que quienes sean diferentes son inferiores o de alguna forma tienen menos valor, cualquiera que sea la causa de su “diferencia”. Es, además, un juicio colectivo, que asume que todos los individuos de una población son iguales, basados en la inferencia sesgada que hacemos de ellos al conocer a unos pocos. (El xenocentrismo es el fenómeno opuesto: consideramos que algunos grupos son superiores o mejores que “nosotros” (los que se parecen a mí)). A nivel individual, nos lleva a asignar un valor especial a individuos por ser miembros de ese “grupo superior”, pudiendo sobrevalorarlos fácilmente). Ambos fenómenos se basan en fundamentos subjetivos sesgados, que en nada ayudan a valorar correctamente los rasgos de una persona y de una población.
Este diagrama nos puede ayudar a comprender el fenómeno:
¿Y qué tiene que ver todo esto con su trabajo gerencial? Pues que como persona usted también tiene percepciones, estereotipos y prejuicios, y que los usará a la hora de manejar a su gente. Y estos sesgos suelen operar a un nivel relativamente inconsciente, por lo que probablemente usted no sepa de las etiquetas que usa y de los juicios que hace automáticamente. Por ejemplo, al contratar personal, usted tenderá a preferir a los candidatos que se parezcan a usted. O al hacer evaluaciones de desempeño, podría favorecer a los subalternos que tengan un estilo cercano al suyo. En otras palabras, es posible que una o varias “Jamidahs” trabajen en su equipo, y si usted no está consciente de sus propios sesgos, podría no solo estar menospreciando el potencial de esas personas, sino que podría estarles limitando oportunidades. Considere, además, que Jamidah puede interactuar con usted en otros espacios de su vida. También podría ser parte de su familia, ser su vecina, ser su proveedora, llamarle por teléfono, interactuar con usted en una fiesta, o compartir la sala de espera con usted.
¿Qué hacer para manejar los estereotipos y los prejuicios propios? Aquí le propongo algunas ideas:
· Acepte que usted, como ser humano, ha creado estereotipos y tiene prejuicios.
· Identifique si tiene alguna emocionalidad, rechazo, preferencia, o cualquier otra apreciación no neutral ante diferentes grupos con los que interactúe. Le propongo, como ejemplos, considerar estos: los nicaragüenses, los chinos, los gordos, los bajitos, los homosexuales, los guapos, los viejos, los europeos, los millennials, los del sexo contrario, los deportistas, los religiosos, los egresados de escuelas privadas o públicas, los que profesan creencias diferentes a las suyas, los discapacitados, … Arme su propia lista con base en la gente con la que interactúe.
· Conforme vaya descubriendo que hay alguna emocionalidad con alguno de los grupos, tome consciencia de que hay un sesgo, un estereotipo. Revise las causas de este estereotipo: ¿lo aprendió de alguien más?, ¿conoce a muchos individuos de ese grupo como para fundamentar que todos tienen un rasgo compartido?, ¿podría hacer el esfuerzo de suspender su estereotipo la próxima vez que se encuentre con una persona de ese grupo?
· Revise si en su pasado utilizó su estereotipo y su prejuicio para decidir sobre alguien. Por ejemplo, si decidió interactuar o evitar la interacción con esa persona, si influyó en su decisión de promoverla en el trabajo, si le disgustó o le atrajo a priori. ¿Qué podría hacer mejor la próxima vez que tenga que relacionarse con una persona de ese grupo?
· Dispóngase a separar a los individuos del grupo con el que los asocia. Opte por no asignar rasgos automáticamente, dé la oportunidad a cada persona a no ser un representante del grupo donde usted la ha clasificado.
· Busque proactivamente reconocer sus estereotipos y sus prejuicios siempre. Ante cada nueva interacción, ante cada persona que pase frente a usted, ante cada voz que escuche, esfuércese por considerarla un libro abierto, una oportunidad de crecer con alguien nuevo, una posibilidad de asombrarse por capacidades que no eran aparentes.
Preguntas para la reflexión en el equipo gerencial:
· ¿Cómo manejamos los estereotipos y los prejuicios en el manejo del personal en nuestra empresa? ¿Qué debemos hacer para ser justos, dar oportunidades a todos, y no pasar por alto las capacidades personales?
· ¿Qué evidencia tenemos de que hayamos discriminado, consciente o inconscientemente, a alguna gente por nuestros estereotipos y nuestros prejuicios? ¿Qué evidencia deberíamos buscar?
· ¿Qué queremos hacer, en adelante, para mejorar nuestra consciencia colectiva sobre nuestros estereotipos y prejuicios, y para evitar que de alguna forma nublen o sesguen la apreciación correcta de la gente que trabaja o que podría trabajar con nosotros?
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5 añosExcelente artículo
Consultor y Coach
5 añosExcelente Luis, sin duda alguna formamos parte de un molde, del cual debemos ser conscientes. Importantísimo ver a las personas que conoceremos como libros nuevos y a las que ya conocemos, como cuando lees por segunda vez un libro y descubres nuevas ideas, ves nuevas luces, encuentras nuevos sentidos. Me encantó y te agradezco por compartirlo.