La envidia y el éxito: Un análisis psicológico y sociológico

La envidia y el éxito: Un análisis psicológico y sociológico


1. Introducción

Una de las manifestaciones de la envidia entre seres humanos. Casi todos los días los medios informativos recogen noticias sobre accidentes, asesinatos y suicidios acaecidos porque los protagonistas no se resignaban a ver cómo otras personas tenían más éxito (económicamente) que ellos. Los victimarios no eran verdaderos psicópatas que mataban (o mandaban matar) a inocentes por diversión. Eran personas que les comía por dentro presenciar sin hacer nada cómo otros vivían mejor. La psico criminología lo explicaría alegando que su gen "suicidópata" favorecía tal sed de aventura desencadenando una serie de fenómenos psicosociales, conciencia necesaria, necesidad imperiosa, posibilidad evidente, influencia causal, efecto deseado y satisfacción vinculante...- nefastos en el último eslabón de la cadena: afinidad. La envidia, con sus consecuencias psicológicas y sociológicas, se encuentra en primera línea.

He querido iniciar con este funesto ejemplo para subrayar el poder cualitativo y cuantitativo que ostentan las emociones y los sentimientos humanos; un nutrido elenco de componentes favorables (positivos) y negativos que generan bienestar o malestar e influyen directa o indirectamente en el desarrollo del tejido personal y social..

1.1. Importancia del tema

El tema de la envidia ha sido abordado por sociólogos y psicólogos desde diversas perspectivas. Sin embargo, en la literatura, tanto psicológica como sociológica, dista de ser suficiente y apropiadamente desarrollado. En el caso específico de nuestra realidad nacional, el análisis de la envidia ha coqueteado paso a paso con el sujeto que la emite, pero rara vez con el que la recibe, es decir, con nuestro éxito. La envidia aparece vinculada en estudios con la delincuencia, la agresión y la violencia en variadas manifestaciones personales y nacionalistas, entre compañeros políticos y sindicalistas, como norma de trabajo de la izquierda, de liderazgo y de aprehensión de métodos.

A través de los años, la envidia aparece manejada como método práctico de conducción ideológica, orientada y potenciadora del rendimiento laboral. Sigue siendo preocupación de directores educativos y de docentes con sus alumnos. Un fenómeno del que no se habla a sí mismo el adolescente.

Estudios recientes sugieren que cuando una comparación resulta negativa, donde hegemónico han sido varios argumentos que señalan a la envidia y un sesgo cognitivo respecto al objeto de comparación son ingredientes esenciales. El sesgo de comparación consiste en asumir que las diferencias entre uno mismo y otro individuo o grupo son atribuibles a aspectos mágicos o arbitrarios, mientras que en la realidad estas diferencias suelen atribuirse a cuestiones tangibles (es decir, podría existir de por medio un razonamiento mágico o no lógico). Estudios recientes sugieren que el fenómeno de la envidia puede estar asociado con la emergencia de efectos emocionales negativos. La posible consecuencia de aparecer como objeto de comparación es el ostracismo o la injerencia social o lo que se ha llamado "parálisis de autogestión" con la que se sanciona socialmente a quien compara negativamente.

2. Definición de conceptos clave

Antes de analizar la envidia, convendría definir los conceptos de éxito y fracaso, porque el primero puede ser percibido como un modelo a imitar y ello facilitaría el surgimiento de la envidia. Por tanto, el éxito es una variable mediadora. En cambio, el fracaso supondría, de por sí, una barrera que cuestionaría la eficacia de los propios medios hacia el logro de las metas, creándose sentimientos de frustración.

Según la Real Academia Española (2001), el éxito se define como "resultado feliz de un negocio o actuación, especialmente en lo tocante al lucro". Lleva consigo fama y honor. Además, también puede significar terminación o salida ventajosa de un negocio. Por otro lado, el fracaso significa "ausencia o carencia de éxito en un asunto o negocio". En términos de un negocio o cualquier otro asunto, se define como abatimiento, ruina, malogro o perversión de un asunto o negocio.

Desde la perspectiva de la Psicología, podría definirse el éxito como haber conseguido los objetivos deseados, y el fracaso como no haberlos alcanzado. El concepto de metas o deseos personales se relaciona con el éxito/fracaso a la posibilidad de atravesar por circunstancias en ambientes educacionales o profesionales. En cambio, desde una perspectiva sociológica, el éxito es la culminación del triunfo, interpretado como un modelo de vida. El éxito está relacionado con prestigio profesional, honores políticos, dinero, belleza, entre otros. El fracaso se interpreta como un riesgo a asumir, de suponerlo para interpretar su significado como una posibilidad en el origen propio del objetivo y no como un obstáculo impostergable ante el sujeto medroso. Lo cual permite al sujeto culto establecer criterios de vitalidad y calidad propias para mantener una independencia relativa con el mestizaje social.

2.1. Envidia

El ser humano siente temor y envidia hacia aquello que no puede ser o poseer, lo que a su vez le provoca ansiedad y enojo, llevándolo a realizar acciones negativas. No se comprende del todo qué fenómeno desencadenó la envidia del ser humano hacia otros primates, en particular hacia el primate superior: aquel que vive en un entorno diferente y que es considerado el más inteligente, el que se comunica con el lenguaje más desarrollado. Además, no se sabe quién posee verdaderamente el órgano del conocimiento, la creatividad, la empatía atemporal y los misterios de la metaconciencia, ni los secretos de los deseos.

También es un misterio por qué, a lo largo de las generaciones, las innovaciones teóricas en un mismo campo científico suelen limitarse a un par de ideas. Antiguamente, las imprentas se convertían en obstáculos para la creatividad, asociándose a figuras consideradas geniales o inusuales, lo que resultaba en una ruptura ficticia en la ciencia. En la actualidad, quienes más publican tienden a actuar de manera impertinente, a menudo ignorando el humor surrealista que caracterizaba a algunos de sus predecesores, generando un ambiente de confusión.

La envidia en los seres humanos es, en esencia, una combinación de dos sentimientos opuestos: el "xenohumor", que refleja una crítica humorística y distancia racional ante conductas divergentes o absurdas, y una serie de efectos altamente estresantes, que pueden manifestarse como un sentimiento de ofensa o dolor. La envidia puede ser tanto la culminación de una fantasía como un dolor idiosincrático que resulta difícil de justificar. Si no se logra una catarsis adecuada, esta envidia se convierte en un balbuceo que revela una preferencia por algo menos satisfactorio que lo que se observa en los demás.

2.2. Éxito.

 

El éxito es un concepto sumamente personal y subjetivo, que varía de persona a persona y de cultura en cultura. No existe una única definición universal, ya que lo que una persona considera un logro sobresaliente, otra puede verlo como algo ordinario. Tradicionalmente, se ha asociado el éxito con el logro de metas, el reconocimiento social, la acumulación de riqueza o el poder. Sin embargo, en la actualidad, muchas personas redefinen el éxito para incluir factores como la felicidad, la salud, las relaciones personales y el crecimiento personal.

En esencia, el éxito es el resultado de alcanzar objetivos que se han establecido, ya sean materiales, emocionales o espirituales. Es un estado de satisfacción y plenitud que surge al sentir que se ha progresado y evolucionado en la vida. El éxito no es un destino fijo, sino un viaje continuo en el que se aprenden nuevas cosas y se superan obstáculos. Es importante recordar que el éxito es un concepto dinámico y que puede cambiar a lo largo de la vida, adaptándose a las nuevas circunstancias y prioridades de cada individuo.

El éxito es un concepto multifacético que trasciende las simples definiciones. No se limita únicamente al ámbito profesional o económico, sino que abarca diversas esferas de la vida. Podemos hablar de éxito personal, profesional, social, emocional y espiritual.

·         Éxito personal: Se refiere a la realización de metas individuales, al desarrollo de habilidades y al crecimiento como persona. Implica sentirse satisfecho con uno mismo y con la vida que se lleva.

·         Éxito profesional: Está ligado al desempeño laboral, a la obtención de logros en la carrera y al reconocimiento de los pares. Sin embargo, el éxito profesional no siempre se traduce en un alto salario o un puesto de liderazgo.

·         Éxito social: Se relaciona con las relaciones interpersonales, la capacidad de construir redes sociales sólidas y de contribuir a la comunidad.

·         Éxito emocional: Consiste en la gestión de las emociones, la capacidad de establecer relaciones saludables y la búsqueda de la felicidad interna.

·         Éxito espiritual: Se vincula con la búsqueda de un sentido más profundo de la vida, la conexión con algo más grande que uno mismo y la búsqueda de la paz interior.

3. Orígenes y teorías de la envidia

Subjetivismo

Desde el subjetivismo, se considera que no se puede definir la envidia en "sentido estricto" y que ha habido dificultades lingüísticas para denominarla (catasterismos, Ojo, mal de ojo, mal de ojo, bad-eye, invidere, etc.). Así, esencialmente, la envidia se caracterizaría por las conductas de descalificación, daño u obstaculización hacia una persona o sus logros, vividos por el sujeto envidioso, asumidos como deseados y sufridos por la persona objeto de envidia. Es un fenómeno muy común pero se oculta tras actuaciones encubiertas y eufemismos. Con frecuencia el envidioso finge felicitar al envidiado aunque la envidia no esté exenta de asombro. El sujeto envidiado, con frecuencia no parece advertirla hasta no tener una vida corta de éxito.

Desde el objetivismo, la sintomatología del implicado sería que la envidia se produce ante la prosperidad de alguien, especialmente cuando se basa en méritos y no proviene de una situación particularmente favorable. Según la teoría objetivista, la envidia surge en personas incapaces de contribuir de la misma manera. La economía médica contribuyó a la manifestación de ideas y explicaciones de hechos en el campo de las ciencias sociales desde una teoría que pretendía conocer las leyes explicatorias del comportamiento del ser humano y que heredó el papel básico otorgado a Subjetivo. Tiene como uno de sus máximos exponentes a Ludwig y recoge una interesante distinción entre objetivos y subjetivos meritorios (como resultado de una práctica eficaz, valor humano y moralmente buena: success from merits) que son, a su vez, intelectuales o físicos, directos o indirectos, propios o ajenos, reales o aparentes (por errores de apreciación).

3.1. Teoría psicológica

El análisis psicológico hace hincapié en el componente emocional de la experiencia de la envidia, relacionando su génesis con la percepción y el posterior sentimiento de carencia. El envidiado siempre posee algo que otorga valor social o prestigio. "Sin deseo, no hay envidia y no es concebible la envidia sin referencia a la posesión de lo envidado por parte del otro". Rascovan y Yela (2003) definen la envidia como: "Un sentimiento desagradable que aparece cuando el sujeto compara un rasgo o logro (atractivo, éxito, cualidad) positivo de un modelo (prototipo, envidiado) con fines fundamentales de su autoestima, o satisfacción de necesidades relevantes, y percibe que, a pesar de ser posible tal comparación, no posee o logra el rasgo o consecución del modelo".

La forma de la reacción emocional, tanto cognitiva como motivacionalmente, dependerá del tipo de rasgo o logro que sea relevante como foco de envidia, de las condiciones de vida del sujeto y de los básicos del desarrollo del niño, de las características de la relación con el modelo, del condicionamiento de una envidia habitual ámbito. Göthenberg en 1986 señala distintas componentes para que surja el sentimiento de envidia: un sentimiento de carencia de algún rasgo valioso o positivo potencial de comparación con el envidiado, existencia de un envidioso por considerar en reacciones de tipo productivo-emulativo, y percepción del superación del envidiado específicamente por su logro o éxito.

4. Manifestaciones de la envidia

La envidia puede revelarse de manera indirecta o directa frente al sujeto envidiado: a) Indirectamente: cuando se desacredita públicamente el prestigio, esfuerzos, bienes, amistades, poder, etc., de la persona envidiada, por ejemplo, difundiéndose rumores, chismes o comentarios malévolos para que la sociedad o parcialidades sociales discriminen al oponente.

b) Directamente: supone la agresión, mediante actos de daño social, que no corresponde a un proceder de quien se considera en armonía con las normas y valores instituidos. Por ejemplo, el maltrato afectivo, el desprestigio, la violencia privada, el alejamiento, el robo, la destrucción o el deterioro de bienes, el abandono, entre otros como señala Lima.

También se manifiesta a través de distintas expresiones que generan sentimientos dentro del sujeto envidiado, como el optimismo, el fatalismo, comodidad, tranquilidad, tristeza, angustia, euforia, intensa decepción, entre otras. Así tenemos que cada vez que la persona envidiosa realiza un acercamiento al otro, se activan todas estas expresiones internas que los llevan a actuar socialmente. Por otro lado, otros investigadores han señalado que la envidia es un fenómeno conversacional presente tanto en la vida cotidiana como en discursos específicos como el publicitario o el periodístico y se manifiesta no solamente en el contenido del mensaje, sino también en las cualidades de la lengua que se usan para transmitirlo. Finalmente, la envidia no es solamente concebida o manifestada como un estado destructivo o negativo, sino que es considerada también una emoción que puede tener efectos positivos, en tanto que es un vehículo que puede activar la movilización de recursos cognitivos y conductuales que pueden llevar a superar la brecha social-estatal o asistir en la resolución de problemas emocionales y de adaptación más allá de la activación de la empatía con los sujetos para sentir la conmiseración por el esfuerzo defraudado.

4.1. Envidia pasiva-agresiva

Este es el tipo de envidia que padecen los individuos infieles; ellos no van a quitar a otra persona lo que ésta ya tiene: más bien su plan es no compartir. "Son envidiosos, se atragantan de envidia: se la comen, y cuando se sienten expulsados de ella, quieren desalojar del lugar al que se lo provoca. Sin embargo, hay otras formas de reaccionar: se pueden reducir los actos propiamente envidiosos o no se pueden producir actos destructivos". Este tipo de personas muestran un comportamiento retraído, con descarados actos hostiles hacia el individuo que despierta su envidia; podrían consistir en dejar de tratar con la persona, muestra de antipatía, difusiones para dañar su imagen, agravio o venganza, amenaza de alejamiento, entre otros.

Un estudio realizado por el psicólogo Richard H. Smith sugiere que las personas no envidiosas evitarán competir con otros, activamente sabotearán a una persona que se mostró exitosa si ven la posibilidad de realizarlo ocultamente o borran a quienes les muestran una vida perfecta en redes sociales. Este tipo de competencia es muy virulenta ya que no se manifiesta abiertamente y ello imposibilita a la persona que despierta la envidia defenderse, tentando a los instigadores a provocar actos de envidia. No obstante, las personas que sufren envidia pasiva-agresiva no naturalizan su situación, por lo que la investigación utilizó el término "compitencia" dada la combinación de comportamientos competitivos y hostiles. Según la teoría de Smith, la explicación de las personas envidiosas es más puntuada frente a las infelices: la teoría sugiere que muchas veces los individuos se encuentran mal al darse cuenta que otras personas existen en un nivel en que no esperaban.

5. Impacto de la envidia en la sociedad

El hombre actual

Cuando surgió la oportunidad de reflexionar sobre cuestiones éticas para opinar en esta sección, Lloret vio claramente que hay un tema que está oculto en prácticamente todos nosotros.

La envidia

La tradición católica nos enseña que uno de los mayores males del ser humano es la llamada "envidia". ¿Y si eso fuese, no ya un defecto de un puñado de personas malvadas, o la característica más penosa de las clases bajas incapaces de soportar el éxito de los poderosos, potentes u orgullosos? ¿Y si la envidia fuese una característica innata en el hombre y que rige muchos comportamientos, conscientes o inconscientes del individuo, independientemente del nivel socioeconómico y la educación recibida? "¡Vaya por Dios! Si resulta que soy envidioso, seré el hazmereír del resto de la gente. Jugaremos al escondite o a no decir más que obviedades. ¿Quién no es envidioso? ¿Quién no puede pasar de ser muy rico a que se conozca su tremenda miseria? Al final, todos envidiamos un poco a todos. Y si no, al tiempo" opina uno. O conseguimos un mismo nivel que el otro casi siempre fijándonos en otro aún supuestamente superior, o... "En puesto de darle las gracias por haberme descubierto un nicho de mercado, me sumergiré en deudas y no podrá dormir tranquilo" reflexiona otro. A fuerza de saludar al jefe, no podrá vivir tranquila la chica de departamento y me reconocerá posiblemente. Tendrá dos problemas en lugar de uno. Etcequéter, admite un tercero. Y si no, pensad.

5.1. Competencia y cooperación

Es obvio que a lo largo de muchas etapas de la existencia, hay que competir con otros para subsistir. Desde los seres vivos de la misma especie durante el periodo reproductor hasta los humanos en sus intentos de abrirse paso en sus vidas. Pero es cierto que a lo largo de la historia, la competencia y la cooperación han ido, en ocasiones de la mano, en ocasiones de forma separada. Y, a juzgar por los hallazgos de Hugo, en la actualidad, ambos fenómenos evolutivos continúan luchando por sobrevivir dentro de nuestro cerebro.

Es cierto que la competencia puede ser útil para que los participantes en la misma sigan un ritmo evolutivo a la hora de mejorar tanto su productividad, como sus estrategias, sus habilidades, etc., dentro de un mercado de bienes y servicios. Puede ser el ejemplo de una persona que estudia mucho para poder obtener una buena nota en un examen al que se presentan numerosas personas interesadas en el mismo, o puede ser el ejemplo de una empresa que en un mercado determinado trata de innovar con sus productos y servicios para mejorar su cuota de mercado. En cambio, la cooperación es el "elemento" que llevará a que socialmente, se aporten esfuerzos y recursos para "ayudar" a que catalizador de la competencia evolutivamente pierda; y esto último, en los tiempos actuales, es muy relevante, ya que la competitividad creciente en los ámbitos laboral, empresarial, etc., para mantener o mejorar sus niveles de calidad, requiere de cuantiosos esfuerzos económicos y humanos que únicamente resultan eficientes si "existen más vías de las inauguradas por cada uno o por cada una".

Lo que parece claro es que a la hora de gestionar los esfuerzos personales para alcanzar el éxito, que en pleno siglo XXI - en los países con un nivel de vida "normal" - mayoritariamente fuertemente competitivos, la competencia puede resultar útil en relación con los objetivos individuales inmediatos que conlleva alcanzar las distintas vías del éxito, como pueden ser, por ejemplo, obtener buenas notas en los distintos niveles de enseñanza obligatoria para llegar a estudios superiores, pero a la hora de mantener su bienestar y salud física y psicológica, la cooperación, incluso en momentos de competencia, conlleva un mayor bienestar moral y emocional, mayor cooperación social "justa" y mayor satisfacción individual.

6. Enfrentando la envidia

Si bien es cierto que toda persona exitosa está expuesta a que otras sientan envidia hacia ella, es posible reducir este fenómeno o atenuar sus consecuencias. Uno de los métodos más eficaces consiste en evitar mostrarse soberbio frente a los demás; lo mejor es llevar una vida lo más íntegra y honesta posible. Pese a que únicamente adoptar dicha conducta no asegura que la envidia ajena podrá ser eliminada, cada vez resultará menos justificada considerando los criterios de honor de las personas. Pues, las actuales tendencias éticas cuestionan los actos de envidia y protegen los bienes de los individuos; también la sociedad sabe distinguir claramente entre la autoexaltación y la genuina superioridad. Según K. Condry y C. O'Bryant (1978), generalmente las personas se molestan cuando creen verse superadas por otra de forma amenazante; también las personas reconocen y admiran a los competidores altamente capacitados por lo que, si no puntualizo a menudo sus atributos, pueden ser temidos sin causar envidia. En una palabra, si el líder sobretiene interacciones grandiosas con seguidores inferiores podrás obtener lealtad y aprecio; si resulta poco modesto, le es para usted más sencillo ascender una posición y obtener aprobación, incrementará su enemistad y el peligro de perder su posición.

A estas alturas el lector estará tentado de preguntarse por qué dedicamos, entre otros motivos, precisamente tiempo y espacio en descubrir cómo superar la envidia. Tomás de Aquino, Chessier e Spalding destacarán la importancia de la envidia como defensa ante agresores más fuertes y dominadores. Por tanto, el prestigio armado es factible tener una historia de éxito sin haber ganado la simpatía y el aprecio de nuestros semejantes. Acontece con frecuencia, empero es aborrecible tanto para la víctima de la envidia como para complacerse ante los males.

6.1. Autoconocimiento y autoaceptación

Conjunto de percepciones, pensamientos y sentimientos vinculados a uno mismo, que se mantienen durante un cierto período de tiempo. Es al mismo tiempo la fuente de significado y control de la conducta. Se asume generalmente que tales disposiciones también dan lugar a cambios conductuales deseables: autocontrol, esfuerzo, victimización, agresión, procrastinación y a una serie de estados emocionales como preocupación, ansiedad, autoestima y envidia. La revisión de mecanismos psicológicos centrales y de modelos formales de envidias a los actores empresariales es hacer evidente y articulado un conjunto de imputaciones empíricas orientadoras de la investigación futura.

Desde el punto de vista evolutivo, existen sensaciones enteramente desagradables y disfuncionales para el ser humano. Así, por ejemplo, el dolor o la sensación de ahogo son dos sensaciones que en determinadas circunstancias son intrínsecamente dañinas; su función adaptativa es la de ponernos en alerta en situaciones que requieren una rápida respuesta y esquivar situaciones potencialmente dañinas. Lo mismo sucede con los estímulos oculares chillones que nos indican cuán peligroso resulta un objeto. Pero, si existen emociones como el miedo o el dolor asociados a estímulos o situaciones específicas, estos poseen un claro valor adaptativo. Si bien es cierto que algunas personas sienten euforia en circunstancias claramente dañinas (el mitómano cuando cuenta sus triunfos profesionales a pesar de las consecuencias que eso le va a suponer), lo común es que los estímulos negativos nos generen sensaciones desagradables. Aunque hay un momento claramente humano que puede implicar un progreso personal y social.

7. Conclusión

"La envidia es tan fea que siempre viste lo ajeno". Con esa genial observación, José de San Martín nos legó una sentencia hecha a la medida de la envidia, pasión ominosa que no admite sosiegos y se torna demasiado peligrosa como para que la ignoremos los psicólogos, ni mucho menos los sociólogos y políticos. La envidia es fuente de la indiferencia social frente al sufrimiento y del desprecio hacia el más débil. En un nivel político, explicaba Ortega que la envidia social es una de las principales fuentes del intervencionismo social. Según él, cuando la envidia observa que alguien tiene algo que le gusta, desearía que no lo tuviera, y como los deseos del alma son impenetrables para el político, el intervencionista se contenta con limitar o eliminar la posesión en el mundo material. En resumen, sostener que sigue intacta toda su potencialidad destructiva para el individuo, así como que las profundas raíces de la envidia en determinadas estructuras sociales hacen que sea muy difícil erradicarla.

La envidia también suele ir asociada a lo que suma otro aspecto crucial de nuestro comportamiento, inverso al anterior, y que se conoce bajo el nombre de conformismo (en inglés: social comparison). Una teoría acreditada en sociología establece, precisamente, que la movilidad social nunca es tan intensa como para que las personas pierdan sus valores de referencia; después de todo, han tenido que esforzarse mucho para adquirirlos. Como mucho, los valores personales. De modo que el valor de referencia, o al menos el que funciona a modo de catalizador, estímulo o acicate, es siempre el mismo: la situación del vecino. La conclusión no es difícil de extraer: las personas con menores niveles de movilidad son más proclives a compararse con los demás y a experimentar la envidia. Que se sientan oprimidas por el sistema es consecuencia de que descubren que no salen del pozo y observan, cultivan y mantienen un deseo colectivo voluntariamente prohibido para ellas, que los consagraría, para la posteridad, como seres privilegiados frente a unos con los que les resulta imposible codearse en términos de igualdad.

7.1. Resumen de hallazgos

El vínculo entre la envidia y el éxito ha merecido la atención de diferentes disciplinas, que han hallado y documentado evidencia respecto de la existencia de este fenómeno, poniendo al descubierto la complejidad de los factores subyacentes a éste y los diferentes resultados asociados a las distintas maneras de enfrentar la existencia de la envidia en la cultura, la sociedad y en las relaciones interpersonales.

En el presente libro, cuestionamos especialmente los motivos subjetivos por los cuales se desencadena el fenómeno en los sujetos y sus implicancias. Encontramos que diferentes autores indagan la existencia de la envidia y cuáles serían sus efectos más inmediatos o superficiales, tales como la rabia y la presión de la norma cultural. En efecto, la envidia puede derivar en gozo por el sufrimiento del otro, rabia e ira para lograr efectivamente algo promovido por el propio deseo (todas éstas enunciadas por Freud en 1928).

En el modelo teórico que presentamos a partir de Loisel (2007) sobre la cultura de la envidia y la competencia, y de aquellos aspectos que finalmente derivan en la "competencia desleal" y el "deseo de mal", pues el éxito del otro me lleva a percibir mi falla y activará en mí el sentimiento de vergüenza, pueden surgir situaciones de agresiones encubiertas, mientras que las agresiones de deseo serán aún más dolorosas y peligrosas. De lo que puede desprenderse que es posible que la envidia desate diferentes tipos de conductas tanto externas (tanto social como personal) como internas.

Además, desde la sociología, específicamente en el análisis sociológico expuesto desde distintas corrientes por Burbules & Linn (1996), existe el término de "constitución emocional del derecho". Ello implica que son abordadas muestras de diferentes sociedades y lugares del mundo en donde a partir de las emociones del deseo y del miedo suele constituirse el sentido normativo del derecho. Además, en recordado muro que divide físicamente a Berlín desde 1961 hasta 1989: el muro de la vergüenza, ya que separaba una parte capitalista de la otra, cuyos habitantes debían reconstruir su vida junto con el aglutinamiento de una emocionalidad relacionada con el miedo y la vergüenza, necesarios según sus causas y condiciones históricas para el surgimiento del totalitarismo permitiendo la flexibilización tanto de conciencias como de emociones.

Ahora bien, la experiencia en un sistema totalitario muestra un extremo de pérdida de autonomía personal en las reflexiones y emociones, debilitando también la capacidad de resistir, las mismas emociones.

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