LA ESENCIA DE LA VIDA, EL GRIS

Desde que comenzamos a ser conscientes de nuestro entorno, vamos perdiendo la capacidad de asombro.

Vamos perdiendo esa bendita curiosidad que hace de nosotros seres especiales y mágicos.

Recordemos que la magia se encuentra en nuestra mirada y somos nosotros los que la dotamos de poder. 

Con el paso del tiempo y tras haber perdido esa mirada curiosa, aparecen los extremos, las distancias irreconciliables con nuestro entorno, los opuestos y junto a ellos aparecen los posicionamientos que nos hacen dirigirnos sin apenas ser conscientes en una dirección auto impuesta, el mundo se torna dual y es está dualidad la que rige nuestro devenir, nuestra vida se transforma en una dicotomía de la elección.

Es con este trasfondo de dualidad y constante elección con él que se nos enseña a convivir y relacionarnos.

Pero la realidad es otra, nuestro mundo no es dual, hay infinitas elecciones posibles y infinitos caminos por recorrer, es nuestra falta de curiosidad condicionada por nosotros mismos e inoculada por nuestra sociedad, la que borra todos esos matices que van del blanco al negro y nos incita a vivir en los extremos.

La vida es gris y lo es en todos sus tonos posibles y con todos los matices imaginables.