La fotografía como un acto de sinceridad
La fotografía se ha vuelto extraña, la masificación ha ido disolviendo la delgada línea entre el profesional y el amateur que en tiempos analógicos era más ancha la brecha debido a los muchos detalles que tenías que observar para calificar como profesional, la cantidad de oficio necesario para ganarse la vida con ella la hacía misteriosa, tocaba hacer seguimiento a todo el proceso, en la mayoría de los casos a ciegas, contando además que tocaba dejar la parte más importante del trabajo debía ser confiado a un laboratorista con quien debías establecer una relación de confianza para que tus copias fuesen buenas aun cuando el negativo no era estándar, es decir, que ese señor (o señora) que revelase y copiase tus negativos debía hacerlo de modo tal que las copias fuesen lo más cercano a la perfección, asunto tan complicado que muchas veces uno perseguía a los laboratoristas cada vez que se mudaban de trabajo, si por suerte uno mismo podía hacer la labor de revelar y copiar, el proceso se alargaba para uno verse inmerso en una suerte de alquimia de los haluros. Tocaba desde seleccionar la película indicada, los químicos preferiblemente de la misma marca con la dilución y la temperatura indicada, el papel correcto de acuerdo al tipo de copia y a la finalidad de esta, nunca será lo mismo una copia final para el portafolio personal que la de una galería o museo, eso sin contar con que las imágenes se tomaban sin el auxilio de ninguna pre visualización, un trabajo que hoy día tacharíamos de artesanal por lo largo, laborioso y metódico, nada que ver con la inmediatez de estos tiempos, cuando vemos el potencial de una foto en cuestión de segundos, en analógico había que hacer un ejercicio de imaginación completo desde el click hasta la alegría (o decepción) de la ampliación.
En aquellos años de cámaras manuales soñaba con tener algún equipo con el que solo pudiese entregarme al ejercicio de buscar el encuadre e iluminación acordes con mi búsqueda, que eso de buscar el foco, calcular la exposición basado en la información de una agujita o lucecita del lado derecho del visor (exposímetro), todo con el cálculo basado en la dupla experiencia /información de la película, ahora ya no es un sueño, todas las cámaras son autofoco , tienen decenas de megapíxeles, el ISO es cuestión de selección y no de malabar de laboratorio con la ventaja adicional de visualizar la imagen al instante y la bendición añadida de ya no tener que tener laboratorio húmedo en casa u oficina, con un buen pc basta, de hecho a veces ni siquiera hace falta tener un equipo réflex ni computadora, con solo un buen móvil puedes lograr una aproximación bastante certera a la intención comunicativa de tus fotos sin drama ni estrés.
Los puristas innecesarios
He visto no sin cierta sorpresa la aparición de cientos de sectas fotográficas que diseccionan el oficio hasta niveles incomodos por decir lo menos, de hecho, hay algunos que se ufanan de no tratar sus imágenes con ningún proceso, esos se creen la gran cosa por no hacerlo, se ufanan en sus martingalas teosóficas de porque es malo utilizar los procesos digitales y dicen que “antes” no había tales cosas por tanto los de otras épocas eran “verdaderos” fotógrafos.
Entre el laboratorio químico y el digital
No pienso en la fotografía como un asunto tecnosofico, cada quien se vale de los elementos que bien puede y en base a eso hace su trabajo. Por otra parte, haber pertenecido a la generación analógica me permite poder decir con base que el proceso de laboratorio químico tiene casi los mismos recursos el digital, si tuviese que establecer alguna diferencia (basado en los resultados y aclarando que hablo de fotografía y no de diseño gráfico) en el laboratorio digital los resultados son rápidos mientras que para lograr lo mismo con analógico hay que estar sometido a un proceso más largo y elaborado, a pesar de que la nostalgia a veces me ataque, puedo decir con absoluta franqueza que este nuevo me gusta más por lo simple. En Photoshop o el programa que utilice no se hace nada que no se hiciera antes con mucha paciencia y material en un laboratorio químico, igual se intervenía la luz, se copiaba para ciertas gamas tonales, se trucaban los grises, se sobre (o sub según el caso) revelaba la película, se le añadían anilhinas, baños para alterar los tonos, en fin, había cientos de trucos que cualquier laboratorista promedio usaba para lograr las copias deseadas. Así mismo se intervenían las copias para que el efecto de la pieza comunicase el mensaje, algunas veces sin importar mucho las normas, se hacían los fotomontajes y un sinfín de cosas para lograr el efecto deseado, así que creerse la gran cosa por mostrar las imágenes tal cual la han captado no tiene sentido.
Intención e imagen
Ahora bien, si solo quiere retratar sin más intención comunicativa que relatar el efímero instante para el olvido de las redes sociales o la memoria fatua del teléfono (u ordenador) no hay más que hablar. Ahora, si lo que quiere es que lo tomen en serio como fotógrafo entonces debe buscar que la fotografía o mejor, la imagen final que se muestre, así sea trabajo personal debe ser lo más sincera posible, eso no quiere decir que deba ser idéntica a la realidad que ven nuestros ojos, la realidad pertenece a otra categoría de discusión, ya filtrar la realidad a través de ópticas, encuadres, composición y exposición ya la alejas de eso que percibimos como “real” , por tanto lo verdaderamente importante es que la intención comunicativa debe estar allí y los recursos utilizados han de ser siempre en función de decir algo, compartir una idea, comunicar un mensaje, de ahí mi desdén por la imagen “bonita” sin sentido alguno.
La imagen sin intención no tiene sentido alguno, así mismo el hacer fotos por hacer fotos tampoco, asegúrese de tener un fin concreto, tener un planteamiento mínimo, estar claro en lo que quiere decir y guárdese los comentarios sobre el proceso que la imagen es la que debe hablar, llenarse la boca con técnicas para apabullar es un recurso óptimo para quienes tienen trabajos mudos, que no dicen nada pero abundan en detalles, si va a hacer retratos de su familia que esa fotografía cuente lo que usted siente por ella, si son sus hijos que no quede duda de su adoración por ellos, si hay desnudos femeninos o masculinos haga notar su admiración por el cuerpo fotografiado, si decide abordar el tema documental haga énfasis en que quien mire sus imágenes vea una conjunción de maestría y mensaje, fotos de gente haciendo cosas hay por millones, ahora imágenes que conjuguen arte con mensaje son pocas, si para eso debe fracturar algunas normas hágalo, no se quede con las ganas que para eso existen los laboratorios, si decide por el contrario no utilizar el ordenador cálleselo que eso no aporta nada, más bien ocúpese de ser sincero en su propuesta, de no esconderse tras la tecnosofía y verá que poco a poco la foto que usted haga hablará más de usted que lo que sabe su psiquiatra, ahí comenzará a transitar el terreno de la originalidad, ya podrá comenzar a sentirse artista.
Profesor José Ramón Briceño Diwan
15/11/2024
Abogado en ejercicio libre de la profesión de abogado
1 semanaPienso que tal vez pudiera crear en su newsletter un artículo sobre publicar fotos con intención (acompañamiento suyo con temáticas que surjan de lo que opina la gente) buscando interactuar con el aporte del público, es como darle sentido a tanto tiempo con el teléfono celular y vincularlo con el entorno
Abogado en ejercicio libre de la profesión de abogado
1 semanaProfesor coincido con su opinión sobre imagen sin intención no tiene sentido. A pesar de no ser técnico en ese arte de la fotografía, pienso que ciertamente la tecnología (teléfonos inteligentes con muy buena resolución) ha permitido emular la "emoción" por así tratar de decirlo, la instantaneidad de las Polaroid, aunque a veces hasta una imagen en blanco y negro transmiten más. Coincido también en que tal vez las redes sociales son un nuevo caballete donde colgar el lienzo en blanco y junto con el arte transmitir un mensaje. Eso es lo que pienso hay que rescatar.
Socio fundador Estudio Jurídico Crazut | Larontonda & Asociados
2 semanasConsidero que, independientemente de la herramienta de postproducción, sea digital o analógica, su propósito es corregir errores en una imagen o "embellecerla" para cumplir con estándares estéticos. Lo esencial es que, si una fotografía carece de los elementos necesarios para transmitir una idea y evocar emociones en el espectador, la imagen no cumple su función. Esto no se puede corregir con efectos especiales. Una buena fotografía se define por su grado de autenticidad y su capacidad para hacer pensar al observador. Abundan las malas fotografías las que son innecesarias o superficiales; las que imitan estándares o perspectivas ajenas al autor. Estas imágenes carecen de significado y no reúnen las características básicas de composición, estética, contexto, idea y un estilo propio. Resaltar la profundidad y acentuar las capas de la composición son técnicas que permiten que el sujeto cobre vida, asegurando que la impresión final refleje con precisión la visión del fotógrafo. Este es el verdadero arte de la fotografía. Los fotógrafos se enorgullecen de evitar métodos especiales, porque tiene un dominio (estudio, práctica e investigación, logran dominar su visión y crear imágenes que transmiten poderosas narrativas visuales.