La historia de una caricatura

Regresaba a Lima luego de haber tenido una semana intensa fuera del país asistiendo y participando de un encuentro de profesionales vinculados a la gestión estratégica y otros temas de negocios. Ya sentado en el avión, siempre al lado de la ventana, reflexionaba sin querer queriendo sobre los caminos que emprendemos y sus consecuencias a propósito de una charla inspiradora de un profesor colombiano experto en estrategia... y humanidad.

 A pocos minutos de cerrarse la puerta del avión subió un último pasajero caminando como si todavía faltara ensamblar el motor en el avión y vino directo al sitio vacío junto al mío.

Paciencia, aplomo, paz, serenidad… se me hacía difícil describir su actitud.

Bonita su charla profesor Torres – me dijo a boca de jarro sin haber terminado de sentarse – hablar de liderazgo hoy en día no es nada fácil. Todo el mundo tiene su propia versión del concepto. Yo pienso que es un tema personal, muy personal, de consciencia y de compromiso que luego por extensión de la coherencia termina afectando a la comunidad, para bien o para mal. Perdón, soy el profesor Gutierrez - afirmó.

 Su cara me parecía conocida, estaba seguro que lo había visto en otro lugar. Puede darme algún ejemplo relacionado a su definición?- Pregunté como para seguirla. Sin ningún viso de pereza y apenas terminada mi solicitud me contó lo que a continuación comparto.

Había un muchachito que lavaba carros en la universidad, muy inquieto, siempre alegre. Este niño tenía una especial particularidad: cuando no estaba lavando carros estaba sentado en la vereda leyendo. Nunca perdía la oportunidad de pedirle a quien  se estacionara en su zona de trabajo algo para leer, prefería los temas de historia, si le regalabas una biografía podía ofrecerte lavarte el carro un año entero.

Nunca perdía la oportunidad de pedirle a cualquiera que se estacionara en su zona algo para leer

 No tardó en hacerse conocido entre los profesores y alumnos. Un día bueno un profesor aprovechó una reunión de coordinación para hablar de Pepe, hasta ese momento su nombre oficial. Todos estuvieron de acuerdo en ayudarlo y para eso era preciso conversar personal y seriamente con el.

 En la siguiente reunión se estableció como punto principal de la agenda entrevistar a Pepe. Mira hijo – decía con afecto el profesor encargado dirigiéndose al joven – somos testigos de tus afanes y amor por la lectura, queremos ayudarte, dime, ¿qué quieres?. Sin demora el ávido Pepe respondió: En primer lugar, quiero que no me llamen Pepe.

 Pepe era el personaje de una caricatura de un niño lava carros que se publicaba en un boletín o periódico de aficionados, por eso lo llamaban así. Despeinado, desaliñado, mal vestido, rotoso, con cara de loco y dos imponentes dientes salidos que lo hacían ver como una especie de payaso, ese era el Pepe de la caricatura.

 Yo no soy una caricatura!. No soy ese. Yo soy Luis y quiero ser historiador.

Yo no soy una caricatura. No soy ese. Yo soy Luis y quiero ser historiador.

Luis había terminado a duras penas la secundaría, un grupo de alumnos se comprometió a nivelarlo para que pueda conseguir un ingreso legítimo, el cuál logro ampliamente. Se hicieron gestiones para que recibiera asistencia financiera y algún soporte económico, nunca fue lo suficiente como para que dejara de lavar carros los primeros dos años de carrera. Fue jefe de prácticas y terminó con honores. Se incorporó como profesor de Historia hizo una maestría en una gran universidad en los Estados Unidos donde permaneció por muchos años.

 Abría y cerraba todas sus clases de la misma manera: “Hoy pueden ser quien realmente son, sin importar la condiciones externas de su vida, que este día no sea una caricatura de lo que pudo ser en realidad. No sean una caricatura de ustedes mismos. Les deseo un día pleno”.

“Hoy pueden ser quien realmente son, sin importar la condiciones externas de su vida, que este día no sea una caricatura de lo que pudo ser en realidad. No sean una caricatura de ustedes mismos. Les deseo un día pleno”.

Hoy Luis dicta clases en colegios fiscales del estado a niños con poco o nada de recursos, invita a soñar a los que no se atreven a hacerlo.

 La travesía había llegado a su fin, mi amigo de viaje bajaba del avión con el mismo carácter con el que había subido y yo, en silencio, no dejaba de pensar en la metáfora de la caricatura.

Prof. Gutierrez – lo alcancé en la manga - podría entrevistar a este Luis? Puede contactarme con el? su historia me parece como para contarla... claro con mucho gusto cuando quieras. Cómo haríamos? – pregunté ingenuo - puedes llamarme cuando quieras, toma mi tarjeta, soy Luis, Luis Gutierrez y ya te dejo porque me esperan mi esposa y mis hijos afuera, llámame.

Entonces usted es el líder en esta historia?!. No Ricardo, no has entendido. Los líderes son aquellos que hicieron posible cumplir este sueño, todos ellos. Y se fue con la misma paz solemne con la que subió al avión.

Entonces usted es el líder en esta historia?!. No Ricardo, no has entendido. Los líderes son aquellos que hicieron posible cumplir este sueño, todos ellos

Por V. Ricardo Torres Oliva.

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