La importancia de saber porqué.
En ventas y atención al cliente está casi todo dicho.
Lo nuevo está en las formas, más que en los contenidos y en que como dicen los artistas "el público se renueva"
Lo que sí es nuevo es que la proliferación de los mensajes, y el creciente número de artículos y servicios nos satura la mente.
Nunca como ahora, la competencia es por la atención del cliente y nunca como ahora la atención al cliente estuvo en el centro de las preocupaciones.
Es lógico. Estamos compitiendo por un lugar en la mente de las personas, por que nos conserve en su recuerdo y nos elija en el momento de cerrar su compra. Porque ya nadie "quiere que le vendan". Ahora todos queremos comprar y si es posible con la mínima interacción humana. Salvo cuando tenemos un problema.
Allí es cuando "se ven los pingos" (para los millenials, pingos se les decía a los caballos de carrera y esa expresión "en la pista se ven los pingos", aludía a que la verdad se ve en la carrera)
Cuando tenemos un problema o una duda importante, no alcanzan con todas las opiniones de clientes, reseñas, valoraciones, estrellas, y todo el circo de una web perfecta.
En esos momento queremos a una persona que nos atienda, que nos mime, que nos tranquilice y sobre todo sea eficiente y solucione nuestro reclamo. Esto vale tanto para los clientes externos como para los internos, muchas veces olvidados.
Por eso hay que tener en cuenta los detalles.
Para esto es esencial prepararse.
Primero: con una clara visión de cuál es nuestro trabajo. ¿Todos los vendedores saben cual es su trabajo? Si sabemos cuál es nuestra tarea y además por qué la hacemos, tendremos un poderoso punto de partida. Y un fuerte soporte interno en los momentos de frustración, que son muchos.
Segundo: con un profundo conocimiento de los productos o servicios que comercializamos o en su defecto los caminos para despejar todas las dudas que se presenten. ¿Recuerdan aquello de que un buen gerente no es quien sabe todo, sino el que tiene el teléfono de los que saben? Bueno. Yo le agregaría: y que además, los que saben lo atiendan.
Tercero: con el profesionalismo adecuado para ponerse el traje de vendedor/a al ingresar al trabajo y mantenerlo allí pulcro y acomodado durante toda la jornada y todos los días. Que el talante no dependa de si tiene o no un buen día. Frente al cliente, del tipo que sea, la actitud debe ser siempre la misma.
Vender es muy difícil. Hacerlo durante un largo tiempo y obtener resultados lo es mucho más.
Sin tener claro el porqué, es imposible.