La mentira como norma: cuando todo es verdad y nada lo es.

La mentira como norma: cuando todo es verdad y nada lo es.

Por favor, no permitas que la estupidez de los demás te perjudique.

Este pasado fin de semana, durante un retiro para empresarios que lideré, decidí enfrentarme a algo que llevaba tiempo sospechando.

En un ejercicio brutalmente honesto, pedí a los participantes que identificaran las creencias que sostienen no porque sean ciertas, sino porque les hacen sentir cómodos, estables o validados.

Al principio, hubo resistencia.

¿Quién quiere admitir que vive en una burbuja de realidad cuidadosamente construida con verdades a la carta?

Sin embargo, cuanto más reflexionábamos, más claro se hacía: somos consumidores de la verdad que necesitamos para complacernos, no de la verdad que realmente existe. 

Escogemos, seleccionamos y filtramos la realidad que nos interesa.

Consumimos la que NECESITAMOS para confirmar lo que ya creemos, para evitar enfrentarnos a contradicciones.

Y esto no es solo un comportamiento individual; lo hacemos como líderes, equipos y organizaciones enteras.


Una realidad más que obvia

La cantidad de información sesgada, manipulada y contaminada que consumes a diario es abrumadora.

Pero lo más alarmante es que lo aceptas con total normalidad.

Más inquietante aún: eres consciente de ello.

Pero...¿Por qué lo permites?

La respuesta es incómoda: pereza, ego y soberbia.

Sabemos que lo que ves en los medios, en las redes sociales o incluso en las comunicaciones internas de tu organización NO ES TODA LA REALIDAD. 

Sabemos que mucho está diseñado para influirte, para llevarte a conclusiones y conductas específicas.

Aun así, de forma consciente, sigues consumiéndolo, lo permites… y NO HACES NADA.

¿Por qué?

Porque:

  • Te evitas problemas: "Yo hago lo que me piden y así me dejan tranquilo."
  • Crees que "al final todo seguirá igual haga lo que haga."
  • Quieres encajar, ser aceptado: "Si sigo el rollo, evito ser un bicho raro."

Es fácil culpar a los demás, pero la realidad es que todos somos cómplices en algún nivel.

Preferimos la comodidad de una mentira que nos encaja porque… buscar la verdad requiere esfuerzo.

  • Es más cómodo creer que cuestionar. En un mundo saturado de información, dejarse llevar parece lo más práctico.
  • Nos gusta la validación. Queremos pertenecer, ser aceptados, no llamar la atención o desafiar la corriente.
  • Somos perezosos para la crítica. Porque analizar y pensar requiere energía.


El problema no es solo quién miente, sino quién lo permite

Las organizaciones y sus líderes han convertido la narrativa en su arma más poderosa.

Ya no importa tanto qué se dice, sino cómo se dice y sobre todo CUÁNTAS VECES se repite.

La forma en la que un mensaje se comunica puede transformar un error en una oportunidad, un fracaso en un triunfo, o una decisión dudosa en una estrategia brillante.

Ejemplos sobran:

  • Empresas que maquillan balances financieros y alaban un año extraordinario mientras despiden a cientos de empleados.
  • Organizaciones que proclaman valores de inclusión y sostenibilidad mientras perpetúan prácticas que contradicen esos valores.
  • Campañas de marketing que destacan iniciativas sociales mientras los empleados no llegan a fin de mes.
  • Comunicados de crisis que despiden a personas por correo electrónico mientras aseguran que “las personas son nuestra prioridad.”

La verdad se ha vuelto líquida, moldeable y peligrosa.


¿Qué pasa cuando dejas que te manipulen?

Que te vuelves estúpido.

Perdón por la crudeza, pero es así. 

Aceptar mentiras y convivir con ellas sin reaccionar es, simplemente, un acto de estupidez.

Y no se trata solo de no compartir esas mentiras. 

Es el hecho de permitirlas. 

Es ser indiferente, pensar que "esto no va conmigo" o que "no me influenciará."

Este es uno de los mayores errores.

Porque esa actitud le da poder a quien propaga manipulaciones y estupideces. 

Y, al final, te perjudica.

Veo dos principios sobre los que tienes que ser muy consciente:

  1. Los estúpidos tienen voz, y su impacto es real. En una sociedad donde las opiniones vacías son amplificadas por algoritmos y medios manipulables, la estupidez no solo se tolera, sino que al final se celebra. Esto no es solo un problema social; es una amenaza directa para los entornos empresariales y organizacionales. Líderes incompetentes que toman decisiones basadas en narrativas, no en hechos. Equipos que operan bajo la influencia de rumores y medias verdades. Culturas organizacionales que priorizan la percepción externa sobre la coherencia interna.
  2. La estupidez puede perjudicarte, aunque tú no seas parte de ella. Al final el estar rodeado, expuesto y la continua repetición de ciertas narrativas, conductas y formas de actuar y pensar falsas hacen que pierdas tu capacidad de juicio. Y cuando no defiendes tus principios ni cuestionas lo que te imponen, terminas siendo parte de ese sistema y víctima de decisiones absurdas que nunca cuestionaste.


La regla número uno: no te dejes manipular

Tienes el poder de prevenir que la estupidez de los demás te perjudique, pero necesitas tres cosas:

  1. Escepticismo saludable. No aceptes nada sin cuestionarlo. Pregunta: ¿Quién está detrás de esta información, decisión, opinión, etc.? ¿Qué interés real tiene?
  2. Responsabilidad individual. No compartas información que no hayas validado ni bases tus decisiones en datos sin fundamento. Tu responsabilidad es el esforzarte y no dejarte llevar por la comodidad, emociones, presión o autoexcusas.
  3. Disciplina y valor para buscar y confrontar la verdad. La verdad rara vez es cómoda, pero siempre es necesaria.


El impacto de la estupidez en las organizaciones

En el entorno empresarial, la aceptación ciega de narrativas sesgadas tiene consecuencias devastadoras como por ejemplo...

  • Decisiones mal informadas. Líderes que confían más en narrativas que en datos reales pueden hundir equipos, proyectos y empresas enteras.
  • Equipos polarizados. Percepciones sesgadas convierten el trabajo en un campo de batalla de egos.
  • Crisis de confianza. Los empleados pierden la fe en sus líderes cuando priorizan lo superficial sobre lo auténtico.

Por eso durante ese retiro, entendí algo que no puedo ignorar:

En un mundo donde las mentiras y las medias verdades reinan, ser crítico, honesto y auténtico no es solo un acto de rebeldía; es un acto de liderazgo.

La estupidez no es solo un problema ajeno; es un riesgo constante para todos.

Pero no tienes que ser víctima ni indiferente. 

Eres parte del problema y de la solución.

Elige cuestionar.

Elige ser crítico.

Elige proteger tu juicio y tu propósito.

¿Qué opinas?


Gracias por leerme.

Tu coach y mentor

Daniel



#NoSeasEstúpido

#PensamientoCrítico

#LiderazgoConIntegridad

#TransformaciónReal

Carlos Zavala Pasco

Head of Hybrid Cloud Division | IT Manager & Project Leader | Technology & Management Writer

3 semanas

Interesante artículo. La mentira en el Management revela fallos fundamentales y atenta contra valores innegociables como la honestidad. Decir "NO" de forma asertiva es una habilidad escasa pero esencial. Reflexionar sobre esto es clave para actuar con integridad y consciencia.

Gisela Subira

Legal | Compliance | Data Privacy | Sustainability Corporate Secretary of the Board of Directors

1 mes

Un interesante articulo Daniel, y estoy de acuerdo contigo en que somos parte del problema y de la solución. Y además añadiría que en ocasiones mantenerse firme requiere de valor en determinadas ocasiones. Gracias por el artículo!

Ana Ma. Berruecos Vila

Diseñadora de proyectos educativos en línea e híbridos y de experiencias de aprendizaje /Formación tecno-pedagógica docente /Modalidad híbrida / Flipped Learning / Medicina Veterinaria y Zootecnia / Consultora Senior

1 mes

Llevar colgadas la decencia, la honestidad y la sinceridad, cuestionar y dar un punto de vista, es, en efecto, un acto de rebeldía. Hace un tiempo me pidieron impartir un curso cuyo tema yo no conocía; les dije que no podía y me contestaron "no importa, igual impártelo". Perdí ese contacto, que en principio prometía...No sólo me negué por no conocer el tema, también por mis principios éticos y porque al final, quien iba a dar la cara con el cliente era yo. Ahí es donde entra la mentira, la falta de ética y de profesionalismo: vender humo, tratar a la gente con desprecio (porque mentirles es creer que son idiotas), y tratar a los profesionales (que sí los habemos) como mercancía que por un precio se va a vender, no importando la calidad. Al final, me quedé sin esa chamba, pero duermo tranquila y en paz.

Juan Marull

Socio fundador en Adding Value

1 mes

Brillante reflexion y muy clara!!!!!!

Lluc Ferrer Aymar

Emprendedor | Experto en negocios de Animal de Compañía | Estrategia y crecimiento comercial

1 mes

Gran post Daniel Pascual. Yo siempre he sido fiel a mis creencias. Valoro mucho ser original, ético y profesional. Me he encontrado muchos problemas en el entorno profesional precisamente por no seguir la corriente ni la mentira aunque creo firmemente que el tiempo lo pone todo en su lugar. Un abrazo fuerte.

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