LA MOTIVACIÓN: centro primordial de las preocupaciones del directivo para el logro de objetivos de la organización
Todo proceso de dirección comprende tres situaciones influenciadas en gran medida por las motivaciones. En primer lugar, debe existir un propósito –meta a alcanzar- por medio de un conjunto de acciones individuales, es decir, la determinación de resultados que se pretenden alcanzar. Luego, una coordinación entre estas acciones para alcanzar el logro del propósito, es decir, una estructuración del propósito; y, en último lugar y más importante, la motivación de cada una de las personas para que realicen sus labores asignadas -según dicha estructuración- de manera efectiva y eficiente.
Un proceso de dirección exitoso consiste en que un grupo de personas se sienten motivadas a llevar a cabo un plan de acción porque la realización de las acciones que les fueron asignadas, van de acuerdo a sus motivadores individuales y, no menos importante, prevén la satisfacción y la felicidad que les ocasionará el logro de los objetivos planteados. Una vez determinado el propósito, las personas involucradas y motivadas, generan ideas y propuestas sobre cómo realizar el plan de acción y lo llevan a cabo.
Sin embargo, en esta etapa de definición operacional del propósito puede ocurrir que las personas se desmotiven. La determinación del propósito influye en la motivación del colaborador. Lo mismo ocurre en la etapa de estructuración. Las personas pueden desmotivarse porque no les resulte atractivo el propósito o, porque en el plan de acción a seguir, sus motivadores individuales no son tomados en cuenta por el directivo: no obtienen incentivos adecuados, hay una sobre exigencia de esfuerzos, no se les permite desarrollar sus talentos o sus intereses profesionales, no se les permite crear u opinar, no hay una justa remuneración económica, no hay óptimas condiciones físicas para desarrollar el trabajo, no hay posibilidad de crecimiento profesional, entre otros factores de desmotivación.
De allí la importancia que debe darle el directivo y la organización en general, al tema de la motivación del capital humano. Los sistemas más profundos del ser humano, es decir, sus generadores de motivación deben ser el centro primordial de las preocupaciones del directivo para la consecución efectiva de los resultados esperados por la organización. Este debe proporcionar los medios y las condiciones adecuadas para satisfacer los motivos que busca el ser humano: conocer profundamente sobre el tema de las motivaciones humanas en el ámbito laboral y –aún más importante- conocer a cada uno de sus subordinados: sus competencias, sus planes de desarrollo, sus necesidades individuales, sus intereses profesionales, entre otros.
Si no se consigue que las personas estén motivadas, será imposible poner puesta en marcha al propósito. La motivación constituye el supuesto esencial para que se determinen, en primer lugar, los propósitos de la organización y, mediante la coordinación de acciones, se alcancen los objetivos propuestos.