LA NADA, EL TODO Y EL SER, COMO PRODUCTO ENVASADO.
Nuestra cultura no es algo gratuito donde cualquiera pueda ingresar.
Hoy, parece ser que los "títulos nobiliarios" son la única credencial permitida y que cómo iracundos mortales pedestres, estamos inhibidos de participar. Somos demasiados próximos como para ser tomados en serio. Mi yo no convence a mi otredad porque no resulta confiable, necesito de un lazarillo por fuera de mi.
Entonces aparece el conocimiento "envasado", porque en internet pueden deleitarse con las segundas marcas y blísteres genéricos. Los "intelectuales" están a salvo allí, en la red.
Basta que alguien o ustedes mismos lo decidan, esa nada en forma de desconocimiento, se extermina con la enseñanza o aprendizaje, dependiendo del ángulo de observación. A partir del saber, esa nada de extingue, deja de ser lo que era.
El conocimiento se ha estandarizado..!!
El modernismo, comenzó su labor eliminando las piezas que estorbaban. Algunos quitaron el inconsciente y otros fueron mas lejos, para extirpar todo lo que no encajara con una omnipotente voluntad de la conciencia, poniéndola como epicentro del universo, capaz de inventarlo todo y reinventarse a gusto y piacere.
Ser Sujeto, descartando por decreto, todo aquello inmaterial que significara una amenaza para la certidumbre del monismo materialista.
Nos dijeron: mente y cerebro son una misma cosa, no hay ningún misterio ni cosa abstracta. Todo aquello que no puedan captar nuestras máquinas, no existe, es ilusorio.
El ser, se relaciona con el todo y la nada de manera indivisible. Cada vez que el ser avanza en los territorios de la nada, el todo se mueve desplazando en consecuencia también a la nada.
En otras palabras, mientras que el ser con el todo se funden y disuelven en síntesis, el ser con la nada se distinguen y definen. Tomar esto a modo de ejercicio mental, porque la Nada no define los horizontes del ente ni el Ser, es de hecho Sujeto.
Hasta pronto... gracias por leer esta nota!!
Silvia Noemí Monetti by FUN ART Brand
Director en GLB Video
7 añosConócete a ti mismo, Sócrates