La navaja de Ockham: un principio de simplicidad y economía

La navaja de Ockham: un principio de simplicidad y economía

La navaja de Ockham es un principio filosófico que aboga por la simplicidad y la economía de explicación. Propuesto por el filósofo inglés Guillermo de Ockham en el siglo XIV, este principio establece que, ante dos o más explicaciones posibles de un fenómeno, la más sencilla es la más probablemente correcta.

Guillermo de Ockham fue un fraile franciscano, teólogo y lógico escolástico que vivió entre 1285 y 1347. Se le considera el representante más destacado de la corriente nominalista, que defendía que los conceptos universales no tienen existencia real, sino que son meros nombres o signos que usamos para referirnos a las cosas particulares. Ockham se enfrentó a las teorías de Platón y Aristóteles, que sostenían que los universales eran entidades reales que existían independientemente de los individuos.

Ockham aplicó su principio de simplicidad tanto a la teología como a la ciencia, criticando las especulaciones metafísicas y las hipótesis innecesarias. Su frase más famosa es: “Pluralitas non est ponenda sine necessitate”, que significa “La pluralidad no se debe postular sin necesidad”. Con esto, quería decir que no debemos multiplicar las entidades o las causas más allá de lo que es estrictamente necesario para explicar los hechos observados.

La navaja de Ockham como principio metodológico

La navaja de Ockham se puede entender como un principio metodológico que nos ayuda a elegir entre diferentes teorías o hipótesis que pretenden dar cuenta de un mismo fenómeno. Según este principio, debemos preferir la teoría más simple, es decir, la que postula menos entidades, menos supuestos o menos pasos lógicos.

La razón de esta preferencia es que la teoría más simple es más fácil de comprobar, más fácil de comunicar y más fácil de modificar si se descubren nuevos datos. Además, la teoría más simple tiene menos riesgo de ser falsa, ya que tiene menos posibilidades de contradecirse o de entrar en conflicto con otras teorías.

La navaja de Ockham no es una regla infalible ni una prueba definitiva de la verdad. Es solo un criterio de selección que se aplica cuando hay varias teorías igualmente compatibles con los hechos. No implica que la teoría más simple sea siempre la verdadera, ni que la complejidad sea siempre un defecto. Hay casos en los que la realidad es compleja y requiere explicaciones complejas. Lo que la navaja de Ockham nos dice es que no debemos añadir complejidad sin necesidad, sino solo cuando esté justificada por la evidencia.

La navaja de Ockham como principio filosófico

La navaja de Ockham también se puede interpretar como un principio filosófico que refleja una concepción de la realidad y del conocimiento. Según este principio, la realidad es simple y ordenada, y el conocimiento es un proceso de descubrimiento y no de invención. No hay más realidad de la que podemos percibir o inferir, y no hay más conocimiento de lo que podemos demostrar o justificar.

Ockham se opuso a la tendencia de algunos filósofos medievales de multiplicar las entidades abstractas, como las formas, las esencias, las sustancias, las cualidades, las relaciones, etc. Estas entidades se suponían que existían más allá de los individuos concretos y que eran la base de la clasificación y la explicación de las cosas. Ockham negó que estas entidades tuvieran existencia real, y afirmó que solo existían en el lenguaje o en el pensamiento. Para él, solo los individuos eran reales, y los conceptos universales eran solo nombres o signos que usábamos para referirnos a ellos.

Ockham también se enfrentó a la teología escolástica, que intentaba demostrar racionalmente las verdades de la fe. Ockham defendió que la razón humana era limitada y que no podía alcanzar el conocimiento de Dios o de los misterios sobrenaturales. Para él, la fe era un don de Dios que no dependía de la razón, y que podía entrar en conflicto con ella. Por eso, propuso separar la teología de la filosofía, y la revelación de la naturaleza. Así, evitaba mezclar lo que se basaba en la autoridad divina con lo que se basaba en la experiencia humana.

Conclusión

La navaja de Ockham es un principio que ha tenido una gran influencia en la historia del pensamiento. Ha sido utilizado por muchos filósofos y científicos como un criterio de simplicidad y economía en la búsqueda de la verdad. Ha contribuido al desarrollo de la lógica, la ciencia y la filosofía modernas, al eliminar las hipótesis innecesarias y las entidades abstractas. Sin embargo, también ha sido criticado por algunos autores que lo consideran demasiado simplista o arbitrario, y que defienden que la realidad y el conocimiento son más complejos y diversos de lo que la navaja de Ockham sugiere. Por tanto, la navaja de Ockham no es una solución definitiva, sino un instrumento útil que debe usarse con cautela y sentido crítico.

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