LA NORMALIZACIÓN DEL CASTIGO CORPORAL EN LAS FAMILIAS PANAMEÑAS
Soy asidua de las redes sociales y a pesar de que aún no domino tick tok, me he percatado que nos reímos de memes relacionados con la violencia, como, por ejemplo, el clásico de "quién te crio: si la chancleta, si la correa," y si aún en pleno siglo XXI nos burlamos de esto, significa que todavía lo vemos como algo “normal” y no es concebido como forma de violencia.
Si retrocedemos en el tiempo, es probable que cada uno de nosotros recuerde algún evento que esté relacionado con gritos, correazos, correteadas "vas a ver cuando te alcance" (agitando frenéticamente la chancleta en la mano), y hasta hincadas en maíz y fuetazos en las piernas.
Habremos escuchado de nuestros abuelos, padres o algún familiar, que “…esta generación está perdida porque no le han dado suficiente cuero…”, "solo así se convierten en personas de bien", o el clásico “te pego porque te amo", pero la verdad es que, cuando uno se convierte en adulto, no puede recordar a ciencia cierta, todas las emociones negativas y traumas físicos que produjo este tipo de crianza.
A través de las décadas hemos comprendido que es necesario erradicar la violencia hacia las mujeres, en el medio escolar, inclusive hacia las mascotas, pero el pegarle a un niño por "portarse mal" o desvalorizarlo a través de un grito o un insulto aún no lo identificamos como una forma de violencia.
La realidad es ésta: en el seno familiar, los niños aprenden a través de la observación y el modelamiento: cómo los padres resuelven los conflictos de la vida cotidiana, cómo manejan sus emociones, cómo los ven sus padres a través de sus ojos y sus palabras ("eres un bruto, malportado, no sirves para nada") y allí radica el tipo de adultos que estamos criando.
El castigo corporal es definido como por el Comité de los Derechos del niño de las Naciones Unidas como “…todo castigo en el que se utilice la fuerza física y que tenga por objeto causar cierto grado de dolor o malestar, aunque sea leve” y a pesar de que ya en 10 países de América Latina y el Caribe cuentan con prohibición total del castigo físico, el “64% de los niños y niñas menores de 15 años experimentan regularmente algún tipo de disciplina violenta”. Unicef 2018.
¿Por qué es necesario erradicar el castigo corporal? Porque deja marcas en nuestra memoria, no solo emocionales sino físicas, porque se crece en un ambiente de terror, temor hacia los adultos que se confunde "con respeto" y que produce consecuencias a largo plazo.
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La solución está en nuestras narices: aprender nuevas habilidades para la crianza infantil rompiendo las cadenas de una crianza punitiva tradicional aprendida de generación y generación. Que más que buscar culpables, miremos en nuestros niños, niñas y adolescentes una oportunidad de crecer en un ambiente lleno armonía y tranquilidad para el aprendizaje y la adquisición de conductas y hábitos adecuados para un normal desarrollo físico, social y emocional. Un hogar donde reemplacemos los golpes y gritos por seguridad y afecto.
A medida que hagamos un cambio consciente de educar a nuestros hijos, con amor, con comprensión, con paciencia, tomando en cuenta su edad cronológica, emocional y mental, comprendiendo que parte de su aprendizaje es cometer errores y ganar experiencia de ellos, darle seguimiento a su conducta y además, que aprendamos a manejar nuestras propias emociones sabiendo que ellos están aprendiendo de nosotros, tendremos adultos más saludables, responsables y viviremos en una sociedad menos violenta.
Educar sin castigo corporal es posible, siempre y cuando desees hacer un cambio significativo, por el bien de nuestros hijos. ¿Yo ya empecé y tú?
Por: Psicologa Verushka Ordás
Coautora del libro 16 claves para detener el castigo corporal. Una Guía familiar hecha para ti. Julio, 2021.
@16clavespty