La Resistencia al Cambio
Hace algunos años, cuando aún me encontraba estudiando la Licenciatura, recuerdo que el programa de estudios incluía un curso donde se trataba única y exclusivamente de "El Cambio". Si la memoria no me falla, "Gestión del Cambio" era el nombre del curso; en ese momento me pareció interesante aprender a trabajar con las personas que sienten resistencia a los movimientos que ocurren con el trabajo, la vida... y con el mundo en general.
El Diccionario de la Real Academia Española define cambiar como "dejar una cosa o situación para tomar otra", y pareciera algo tan sencillo de comprender e interiorizar, que hasta mi hija de 5 años (casi 6) puede entenderlo y aplicarlo. Sin embargo, según mi experiencia, el cambio será bien aceptado siempre y cuando no nos toque cambiar a nosotros; podemos aceptar que el mundo gira, que todo cambia, pero al momento de enfrentarnos a la inevitable situación de hacer las cosas de forma distinta, resulta que la resistencia aflora en modo automático.
Quizá lo que nos pasa es que no queremos aceptar que nuestro quehacer (académico, laboral, personal... el que sea) es susceptible de mejoras. Tal vez queremos pensar que somos infalibles y que nuestras propuestas deben perdurar a través del tiempo, como las de Newton o Copérnico, pero la verdad es que la mayoría no somos como esos genios. La mayoría somos gente normal, que hace un trabajo normal y que puede mejorar paulatinamente.
"Lo único constante es el cambio" decía una de las diapositivas de mi profesora, mientras impartía la clase con el mismo contenido que había dado un par de años atrás... irónico, pensarán algunos, pero a todos nos pasa. Creo que lo importante es aceptar que nuestras soluciones (por muy bien hechas que estén), no son aplicables "in aeternum et ultra" (para siempre y más allá) y deberían cambiar conforme cambian todas las demás condiciones.
En fin, nos cuesta mucho "dejar una cosa o situación para tomar otra"... pero realmente no tenemos opción, así que ojalá trabajemos en nuestra Gestión del Cambio personal, para que no nos llegue la obsolescencia (por lo menos, no antes de lo debido).