La (no tan) delgada línea entre lo automático y lo profesional
La era digital ha traído consigo soluciones rápidas y sencillas a problemas que en décadas pasadas requerían mayor tiempo, esfuerzo y hasta inversión. Incluso ha abierto las puertas de muchas cosas que antes eran inalcanzables, o impracticables, para el público en general. Pero esa democratización de las soluciones tecnológicas puede traer aparejada una trampa difícil de detectar, y es esa línea que nos permita darnos cuenta cuándo estamos haciendo un buen uso de la tecnología y cuándo estamos obteniendo resultados fallidos.
El mundo de las traducciones por supuesto que no escapa ni por asomo a ello. De hecho, herramientas como Google Translator se han vuelto tan cotidianas en nuestro abanico de “gadgets” que prácticamente no reparamos en su uso como una innovación. Los traductores automáticos han revolucionado la manera en que nos comunicamos en diferentes idiomas: a un clic de distancia, cualquier persona puede traducir texto de un idioma a otro en cuestión de segundos. Pero, ¿hasta qué punto es recomendable depender de estas herramientas? Me propuse armar un pequeño listado de ventajas y desventajas de los traductores abiertos para que juntos saquemos nuestras conclusiones:
Ventajas:
Recomendado por LinkedIn
Limitaciones y riesgos:
Entonces, ¿cuándo es momento de contratar a un traductor profesional como los que tenemos en Interlingua o Tie The Translation?
Que quede claro: los traductores automáticos son una gran herramienta, pero para un uso básico y doméstico. Para proyectos que requieren precisión, coherencia y una interpretación adecuada del contexto, contratar a un traductor profesional es la mejor opción. Al final del día, la calidad de la traducción puede influir significativamente en cómo se percibe tu mensaje, por lo que es crucial saber cuándo invertir en un profesional.