Las 3 reacciones de la alta dirección al cambiar la ubicación del trabajo

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(c) 2020 Moises Polishuk Melman.

De golpe, todos en el mundo tenemos que estar trabajando desde el hogar. Y, como todo cambio, las personas reaccionamos de formas diferentes cuando existe un cambio repentino y drástico.

Aunque en 2009 tuvimos “algo” de semejanzas en realidad no tuvo el impacto global que se ha experimentado en pleno 2020.

Y así, podemos ver 3 actitudes muy comunes en las y los líderes empresariales, altos ejecutivos y principales tomadores de decisión.

Te comparto mi apreciación de esta segmentación:

1.      El aplazado. Cuando se le presenta a esta persona un plan alternativo para la operación y ejecución de diversas actividades opina que debe de esperarse hasta que “esto acabe”. En pocas palabras, esperar. Esperar a ver el impacto final, esperar a ver la situación del mercado, esperar a que se aprecie la moneada. Esperar, esperar, esperar… Esta persona no entiende que no entiende que todo cambió así, de golpe. Como consecuencia, su competencia, aun de menos capacidades se está moviendo, está haciendo actividades diferentes, ajustará su modelo de negocio, arriesgará, pero obtendrá las mieles de un mercado que aprecia ver un ajuste para seguir operando. Cuando me “delegan” a una fecha lejana como de 2 o 3 meses, solo pienso: “espero que siga existiendo esa empresa para entonces”.

2.      El no dado por enterado. Es la persona que se me queda viendo (de forma figurada) como si yo no supiera que algo pasó en el mundo. Se le expone un plan alternativo, algo que puede dar los resultados que iba a tener antes de que todo cambiara, y su respuesta es querer forzarlo todo para que suceda prácticamente como estaba planeado antes de la crisis. Si quiere reaccionar, pero ajustándolo todo a que pase como estaba planeado. Lo peor: no entiende de razones. Ajustar procesos es lo que tiene que suceder, no forzarlos a operar de la misma forma cuando el entorno ya cambió. Lo que pasará aquí es que se tirará mucho dinero a la basura por terquedad ejecutiva, por miopía a una realidad. Puede tener “algo” de resultados positivos, pero será difícil la justificación del retorno de la inversión.

3.      El reactivo. Este tipo de persona es la que se requiere a nivel de decisiones y estrategia. Ha reconocido el cambio. Se ha puesto a dialogar con otros estrategas internos y con los respectivos estrategas del lado de sus clientes y proveedores. Ajusta el modelo de operación. Ajusta el modelo de entrega. Modifica sus planes para generar demanda de formas nuevas. Busca nuevos analíticos, nuevas formas de control y de manejo de la información, pero ya teniendo todo esto en cuenta: actúa.  Sabe que va a arriesgar. Sabe que está haciendo acciones que nunca había probado. Pero prefiere ver resultados rápidos y hacer ajustes a quedarse en cualquiera de los otros dos perfiles. Anticipo que habrá muchas historias de reconversión y éxito por estos grandes ejecutivos. Anticipo que bajaran costos operativos, aumentarán su rentabilidad, disfrutarán la omnicanalidad, esto es, las distintas formas de interactuar con su mercado, pero sobre todo, algún día contarán su historia de éxito, y los percances que ajustaron para ello.

Como conclusión solo puedo asegurar algo: No hacer NADA es lo peor que podemos hacer ahora. El mundo cambió. Tenemos que adaptarnos, nos guste o no. Esto no va a ser tan fácil como que habrá un final y todo regresará a la normalidad.

Debemos de sacar las mejores prácticas que este nuevo orden de trabajo, colaboración y productividad han provocado, hacerlos nuestros y mejorar para con nuestros clientes, proveedores y colaboradores. ¿Tú qué opinas?

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