Las Baldosas Amarillas
En estos tiempos se llega a la filosofía desde el camino del miedo y la angustia existencial. Hay urgencia, nada más distante de la reflexión templada, valiente y ordenada en la busca desesperada de un sentido al caos universal. Se llega buscando un sendero empedrado de baldosas amarillas, como fruto de una desafortunada e impredecible contusión cerebral, de un delirante sueño mientras el tornado existencial nos envuelve y zarandea. Se llega, como Dorothy, envuelto en la ansiosa búsqueda de una nueva y fantasiosa interpretación de la realidad que necesita desesperadamente una nueva lógica formal que ofrezca respuestas aceptables, ante un entorno que se muestra desmembrado, desnudo e incomprensible. No somos ni tan siquiera Dorothy, algunos solo somos Toto en brazos de un adolescente cuya realidad colapsa ante un suceso, no por predecible, inimaginable e incomprensible. La precaria, astrosa realidad de la planicie de Kansas es, repentinamente, desordenada, quebrada y descontextualizada. El tornado es, por tanto, una ensoñación también, una reconstrucción necesaria para dar coherencia al desastre, al caos. Lo inesperado. El tornado es la transformación personal, esa suerte de toma de conciencia reducida al absurdo como prólogo necesario para un nuevo comienzo, un nuevo orden, una nueva realidad imaginada. Muchos estamos aún en esa espiral térmica, zarandeados, golpeados, sometidos a dos fuerzas antagónicas primigenias que desgarran todo a nuestro alrededor. Apenas podemos fijar la vista en los objetos, como infantiles representaciones platónicas de verdades y axiomas que son solo sombras proyectadas sobre la polvorienta tierra reseca que asciende hacia ningún lugar.
¿Es el estoicismo, el budismo o, en su versión frívola y rejuvenecida por el Botox, el mindfulness son el primer paso en el mítico viaje en el que, a nuestro pesar, nos vemos envueltos? Dorothy necesita un principio, absoluto, contundente y dramático; fijar la mirada en una causa asumible, perversa y tangible es el primer paso. El mal es el principio del camino, marca un origen y una explicación necesaria para la reconstrucción del nuevo discurso que deberá acompañarnos en nuestro viaje por el camino de baldosas amarillas. Yace en el suelo, tan debilitado, que llegamos a creer que ha muerto, necesitamos creer que ha muerto y permite conectar el pasado con el futuro. La realidad imaginada empieza de nuevo a reconstruirse apoyándose en una lógica conocida y reconocible. El mal existe y permanece; es eterno y nos reconocemos en Sísifo, en su ineludible y divina condena. La paz existe en el tránsito, ni en la génesis ni el colapso final. La paz personal y quebradiza existe en el camino recorrido cientos veces antes y que recorreremos cientos de veces después.
Tomamos conciencia y negamos, al tiempo. Nos reconocemos como héroes, cientos de veces reencarnados, dispuestos a subir de nuevo la pendiente. Este es el camino de baldosas amarillas, es la misma pendiente solo que ahora estamos en su comienzo. ¿Cómo podemos abordar semejante castigo sin desfallecer o sucumbir? ¿Qué nos mantendrá cuerdos, nos alejará del caos incomprensible, del poderoso, absoluto e inescrutable poder divino? Andemos, sin más.
En el camino aparecen los totems necesarios, siempre los mismos con formas distintas:
El amor, la compasión y la comprensión del otro pero, en primer lugar, de nosotros mismos.
Recomendado por LinkedIn
La "razón", los trocitos de manzana que todavía tenemos entre los dientes, tras ese bocado irresponsable al dulce fruto del árbol del conocimientos.
El coraje, la valentía, sea en cualquiera de sus múltiples formas, bien la aceptación, bien la batalla, a gusto y criterio de cada cual.
El "Mago de Oz" debería formar parte de toda biblioteca fundamental. Es, sin duda, una solución asequible, no plantea contradicciones irresolubles, solo muestra las necesarias para sortear estos tiempos tan atribulados y recomponer, con idéntica simplicidad, la realidad imaginada. Reúne, en dosis aceptables, todo lo necesario para sobrellevar tanta devastación persona y global. Esperanza y templanza. Al final del camino descubriremos que el Mago no es el destino ni el final pero ya no importa, regresaremos a una nueva Kansas y la vida, sin duda, volverá a ser reconocible y estérilmente igual.
Conectando personas, ideas y retos. All post’s or comments are my personal views and should not be conflicted with the views of my employer.
1 añoGracias Maria Rodriguez Sánchez y Ignacio Marina Aymerich Me sorprendió encontrar, allá en los lejanos 80, una edición en DVD de esta película sobre la mesita auxiliar de la sala de espera de mi líder empresarial de turno, junto con el informe anual y un ejemplar caducado del The Wall Street Journal, bajo la hierática vigilancia de dos tallas románicas de la Virgen entronizada y el niño. En aquel momento pensé que la espera iba a ser muy larga (así fue) y que mis oportunidades de empleo dependían de en cuál de aquellos objetos prestara atención. Una hora más tarde, muy a mi pesar, inicié mi primer proyecto tecnológico de formación asistida por ordenador. Debería haber admirado las esculturas y releído el cierre del ejercicio con interés. Ver "El Mago de Oz" fue un error que todavía estoy pagando (risas). ¡Feliz jueves!