Las manos detrás del telón: reflexiones sobre el reconocimiento y las colaboraciones invisibles
Para algunas personas resulta más difícil compartir un mérito que enfrentar un fracaso. Como si el reconocimiento del éxito ajeno opacara al propio. Lo cierto es que los grandes artistas contratan compositores para la creación de una canción, y eso no los hace menos artistas. Los diseñadores de moda de alto perfil buscan artesanos para producir sus colecciones, y eso no los hace menos diseñadores. Los grandes líderes contratan a personas que escriben sus discursos y publicaciones, y eso no los hace menos líderes.
El signo menos puede aparecer cuando el artista, el diseñador o el líder suele hablar de su gran hazaña de forma individual, como si existiera un miedo a reconocer la labor de quien se encuentra detrás del telón acompañándolo, quizá porque lo siente como una amenaza. Es una especie de reticencia a dar crédito públicamente; podría tener sus raíces en la inseguridad o en la preocupación de parecer menos capaz si otro recibe una porción del aplauso. Pero este temor únicamente mira una parte de la ecuación.
Hay muchas tareas que se hacen desde un lugar invisible, y por más mínimas que parezcan, son el pilar del éxito de otros... del líder, del artista, del diseñador, del director... No existen razones para maquillar lo que es «del César». Tampoco se trata de robar protagonismo a un gran líder porque seguramente ha inspirado el proceso, la tarea o la idea, pero todavía percibo que el reconocimiento del otro se transforma en una especie de donación de mérito, como si fuera un favor con el que hay que cumplir porque es políticamente correcto. En realidad, se trata de saber iluminar al otro. Dicho de otra forma, el reconocimiento es expandir el escenario para que todos puedan ser vistos.
No es como una cuota que hay que cumplir, tampoco se trata de una carta de felicitación. Es un acto genuino, libre y de corazón que se hace porque de verdad valoramos la labor del otro. Va definitivamente más allá del «yo». Mientras elevamos a alguien, no nos damos cuenta de que también nos estamos elevando a nosotros mismos. No es cuestión de egos, sino una confirmación de que la grandeza sabe ver y celebrar la excelencia en otros. Tampoco se trata de una competencia por atención, es honrar la colaboración, la integridad y la generosidad de cada ser humano.
Ahora bien, aunque el reconocimiento debería ser una parte natural del proceso, ¿qué pasa con los trabajos que viven detrás del telón y se ven diluidos en la identidad de otras personas o marcas?... Desarrolladores de apps de grandes compañías, editores, investigadores de laboratorios famosos, dobles de actores y actrices, escritores fantasmas, y todas las profesiones detrás del telón o del escritorio que también son invisibilizadas. ¿En realidad es necesario diluirse? ¿En realidad es necesario mantenerlos en el backstage? Su mérito claramente reside en su habilidad para emular la personalidad, la voz, el tono o la visión de quien los contrata. Su reconocimiento quizá puede llegar en formas más sutiles: en la satisfacción de ver su trabajo influenciar opiniones o en las grandes pantallas de una producción exitosa... Pero sigue siendo un reconocimiento silencioso, al igual que su trabajo. ¿Por qué mantenerlos en una especie de anonimato?
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Este tipo de perfiles «fantasmas» le dan vida a las ideas sin que se les asigne un mérito y están de acuerdo en ello. Envuelve un desprendimiento a la palabra éxito porque se renuncia a él en el exterior, y se convierte en una cuestión de mérito interior. No importa quién reciba el crédito por lo que hacen, la actividad en sí misma ya es gratificante y no necesitan aprobación. ¿Pero qué tan fantasmas deben ser estas profesiones? ¿Cuál es la necesidad de mantenerlas detrás del telón? ¿Es una cuestión cómoda de su autor, o es una cuestión egoísta de su contratista? ¿Es suficiente la letra diminuta en donde aparece su nombre como compositor dentro del álbum de música de un artista famoso? ¿Qué significa realmente «reconocimiento» para el ser humano?
Pues bien, hablar de reconocimiento es más complejo de lo que parece. Hay quienes lo necesitan más que otros. También los hay en todos los niveles y formas. Desde las necesidades de Marlow, hasta las dinámicas de poder en nuestras estructuras sociales, el reconocimiento juega un papel multifacético que trasciende al aplauso. Si bien nos inyecta motivación, influye en nuestra salud mental y actúa como una validación externa a nuestra habilidad y esfuerzo, en realidad, el reconocimiento no es una cuestión vital. Las profesiones fantasmas hacen mucho más que armar el escenario para otros; laten por un impulso de amor a su arte, desde donde se termina creando una obra o un trabajo extraordinario y consciente. Pero deben surgir algunas preguntas reflexivas que van más allá de la necesidad de mantener ciertas labores en las sombras: ¿no debería ser reconfortante para las sociedades y las comunidades empresariales, encontrar valor en honrar a cada uno de sus miembros?; por otro lado, ¿realmente por qué queremos ese reconocimiento, qué hay detrás de ese deseo?
Si bien el trabajo puede no depender de la búsqueda del reconocimiento, su presencia actúa como un multiplicador de las posibilidades de crecimiento personal y profesional. Cada contribución silenciosa es parte esencial de una sinfonía de colaboración, y aunque no siempre somos conscientes de todo lo que se esconde detrás, sin ello, la música simplemente no sería la misma.
¿Cómo se sienten ustedes con el reconocimiento que reciben hoy en día por su labor?