Las Proyecciones en Economía Circular-EC- para los Plásticos ¿Un salvavidas que se hunde?

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Este es un tema importante.                                                                                           Por eso mismo debería haber un debate importante y sincero al respecto. A continuación, se plantean elementos para ese debate, que no pretenden ser necesariamente la verdad, pero son al menos una opinión.

Las grandes empresas han buscado en la EC una especie de balsa de salvación como una reacción ante la exacerbada presión ambientalista y de los gobiernos sometidos a esa misma presión; y estos últimos que reaccionan un poco sin brújula ante un problema que no terminan de entender. En efecto, se trata de un problema que aún no hemos terminado de comprender: el manejo de los desechos urbanos y en especial, pero no con mucha justicia y claridad, el manejo y gestión de los desechos plásticos, en especial de los empaques, envases y embalajes de productos alimenticios y otros. Y esa parece ser la triste realidad pues a pesar de los inmensos apoyos y de los grandes actores mundiales que se unen a esta tendencia de la EC desde hace más de seis años son muy pocos los resultados reales que esta tendencia puede adjudicarse a su haber.

Sin hacer un análisis muy profundo, la EC no parece poder ser tal salvación o es muy difícil que lo llegue a ser y puede que en el intento de aplicarla se haga más daño que los supuestos males que se pretende remediar. Así como resultado de intentar infructuosamente ajustar modelos de producción y de gestión de bienes de consumo masivo, puede que las cosas sean peores de lo que son en la actualidad; en particular con relación a los desechos de materiales de empaques, envases y embalajes.

Es muy difícil entender exactamente qué es la EC, a parte de una forma de hacer negocios, que trata de formalizar prácticas que ya tienen mucho tiempo en las relaciones comerciales más informales que formales, especialmente en economías menos desarrolladas. En virtud de lo anterior podría pensarse que sólo se trata de un retorno a prácticas comerciales del pasado, en su mayoría en desuso o en vías de desaparecer, o al menos algunas de las partes de la EC. En todo caso, no se trata de un modelo económico ni de una teoría económica; simplemente parece ser una forma de hacer negocios que se ha tratado de imponer desde hace más de sesenta años con nombres diferentes y sin nunca haber terminado de cuajar. Una forma de hacer negocios que ha abanderado ciertas tendencias de la ecología económica y de la ecología industrial; pero que desde sus inicios ha estado llena de contradicciones y de fundamentos bastante cuestionables; en particular la intención de extrapolar inexistentes o muy idealizados ciclos naturales a ciclos industriales que nunca podrán existir.

La EC no es tampoco un modelo de aplicación de las ciencias de materiales; ni mucho menos un modelo de ingeniería de procesamiento y propiedades de materiales plásticos; por lo cual es muy frecuente encontrar errores y omisiones que se repiten y que invalidan muchos de los supuestos en que la EC está soportada. En particular con relación tanto a la tan recurrida jerarquía en la producción y gestión de desechos, como muy especialmente a qué es y qué es posible hacer en cuanto al reciclaje de materiales postconsumo.

Más importante aún, aunque existen algunas ideas interesantes en los preceptos de la EC, como por ejemplo el cerrar algunos ciclos de gestión de bienes y hacerlos lo más pequeños posibles (closing loops & narrowing loops), el absolutismo y la arbitrariedad con que la EC quiere ser impuesta, invalida e inhibe mucho de lo más atractivo que de ella se podría aplicar a la realidad. En particular, la muy ostentosa pretensión de diseñar un "Nueva Economía de los Plásticos", cuando los plásticos con sus muchas más virtudes que limitaciones tienen una dinámica económica y comercial evolutiva propia desde ya hace mucho tiempo y que largamente supera la imaginación y los alcances de la EC.

Lamentablemente, y lo más grave es que los errores de la EC van moldeando las expectativas de la sociedad e introduciendo falsas ideas a cientos de personas sobre qué se podría hacer con los plásticos luego de completar su ciclo de vida útil; creando así una inmensa distorsión sobre qué es posible, qué es adecuado y sobre todo cuáles son los verdaderos problemas que aún debemos resolver; que son muchos, pero que tomando el camino de la EC al parecer nunca tendremos la posibilidad de resolver. Es así que las ideas y errores de la EC se van reproduciendo en entidades gubernamentales, así como en usuarios y consumidores y en especial en las mismas empresas usuarias que necesitan de los materiales plásticos para vender sus productos. La perspectiva es muy probablemente que, de seguir así, la EC nos lleve a una situación de la que luego sea muy difícil recuperarnos, o al menos perdamos mucho tiempo y dinero por haber escogido mal.

La lista de errores y medias verdades que la versión de la EC que se trata de imponer a nivel mundial es bastante larga y nutrida, en particular con respecto al reciclaje de plásticos. Para entender esto debemos considerar que el reciclaje existe desde ya hace mucho en la industria de materiales de consumo masivo, sin necesidad de haber recurrido nunca a las ideas de la EC. El gran problema es que los promotores de la EC para los plásticos, en lugar de aprender de esas historias de éxito en el reciclaje de materiales postconsumo, quieren volver a inventar la rueda, pero no lo saben hacer; olvidando por lo general que reciclar materiales es mucho más que recolectar y limpiar basura en cantidades suficientes. Un muy pequeño ejercicio de historia de la termodinámica puede aclarar ese punto y por qué en escuelas tan prestigiosas como la de Ciencia e Ingeniería de Materiales de la Universidad de Cambridge nos recomiendan cosas muy distintas a las que se promueven en la EC cuando se trata de qué es realmente reciclar.

Lo anterior es especialmente gráfico con esas ideas de reescribir la ingeniería y el procesamiento de los plásticos que usamos y necesitamos desde una versión muy pobre y reducida del diseño de empaques; cuando desde el diseño y la ingeniería de los materiales ha sido posible ofrecer un abanico inacabado de posibilidades a los diseñadores, pasando por las ya bien conocidas habilidades y versatilidades de estos materiales como son su ligereza, hermeticidad selectiva, transparencia, casi infinita capacidad de impresión y un inmenso etcétera, obvio sin contar con la reciclabilidad.

Igualmente, y mucho peor que todo lo anterior es la pretensión de decidir qué plásticos son adecuados o no de acuerdo a esa insólita y escandalosa categoría de plásticos problemáticos. Categoría misma que ha sido definida de acuerdo a estrechos e incompletos criterios de una industria del reciclaje de plásticos, que, a pesar de tener casi cincuenta años, aún le falta mucho camino por recorrer. Es sorprendente como esta pretensión tan arbitraría y mal fundamentada ha venido haciendo eco en la sociedad y en la industria; siendo lo más lamentable que gracias a eso podemos perder muchísimos materiales, usos y aplicaciones, haciendo daños irreparables a la industria y a su futuro y privando a la sociedad de materiales y servicios que le son tan necesarios e importantes en la construcción diaria del bienestar.

Es verdad que vivimos una época compleja, donde a las buenas intenciones, a veces demasiado inocentes, se unen a todo tipo de intereses económicos y otros más difíciles de definir. Una época donde la angustia ante crisis reales o inventadas -o al menos muy exageradas- nos están haciendo perder de vista mucho de lo mejor que hemos sido capaces de construir después de más de doscientos años de desarrollo de la ciencia y la ingeniería. Una época de transición donde parece que queremos olvidar muchos de los fundamentos que con todas las limitaciones, omisiones y errores nos permitieron construir lo mejor de este mundo sobre hombros de gigantes.

"If I have seen further, it is by standing on the shoulders of Giants."         Isaac Newton, 1675

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