Las tres caras de la violencia: marco para entender mejor Las Bambas
Luego de los horrores de la 1ra Guerra Mundial (hace poco más de 100 años), la humanidad comenzó a preguntarse cómo era posible el haber llegado a ese estado de violencia. Lo estudios sobre el tema han llegado en las últimas décadas a una conclusión: la violencia tiene tres caras.
La primera es la violencia DIRECTA. La que vemos cuando un desalmado pega a una mujer, cuando abusan de un niño, cuando torturan a un animal, cuando se bloquea una carretera o se dispara contra un grupo o se apedrea un helicóptero. Aquí se puede identificar al agresor, a la víctima y al daño. Pero esa violencia social no nació en ese momento. Los investigadores identifican a la segunda, a una violencia previa, a la violencia estructural.
La violencia ESTRUCTURAL es “la que está inmersa en los sistemas y estructuras políticas y sociales”. Son las leyes ambiguas o laxas que no protegen de manera equitativa a las partes, en las que “los de arriba reciben más que los de abajo”, las leyes que permiten la impunidad y la corrupción. Las resoluciones estatales que sucumben ante el lobismo, las decisiones firmadas entre gallos y medianoche saltándose controles para favorecer al más poderoso. Los procesos lentos, burocráticos, necios, que obligan a los enfermos a largas esperas e inmensa desesperación. Una modificación industrial que no pasa por la debida revisión y aprobación ambiental, una disposición complementaria a una ley que permite seguir con la muerte cruel de toros y gallos.
Pero la más sutil y peligrosa es la tercera forma, la violencia CULTURAL. Es la violencia que legitima, que normaliza, que habilita a las violencia Directa y a la violencia Estructural. Está formada por tradiciones y costumbres que reflejan valores morales que han debido ser superados con la evolución social; pero que por intereses económicos, políticos, o simplemente por resistencia al cambio y falta de liderazgo de las autoridades, permanecen presentes. “Canciones, chistes, costumbres, rituales” que reflejan valores mezquinos, egoístas. Estereotipos de género (ridiculización del homosexualismo en programas televisivos y radiales), estereotipos sociales (ridiculización del andino como ciudadano al que se puede engañar, que no sabe lo que quiere, que es revoltoso), estereotipos animales (ridiculización del sufrimiento animal, “no sienten dolor”), estereotipos familiares (ridiculización del progreso femenino, “¿para qué va a estudiar?”). Y lo perturbador es que sus beneficiarios pretenden mantener esa violencia cultural, esos “rituales” alegando que “es una manifestación cultural, es parte de nuestra identidad, hace siglos que lo hacemos”.
La violencia cultural lleva a crear normas que generan violencia estructural, y esta lleva tarde o temprano a la violencia directa.
¿QUÉ HACER? En primer lugar difundir estas tres caras de la violencia, en particular la CULTURAL, para facilitar la resolución de conflictos y abusos usando pensamiento crítico. En segundo lugar elegir líderes que reconstruyan, que eliminen, los aspectos abusivos de nuestra cultura, que supriman la violencia cultural y estructural, a través de un liderazgo transformacional. Por algo se ha dicho que la única función del liderazgo es moldear la cultura. Y así muy probablemente romperemos el círculo vicioso de la violencia en nuestra sociedad.
Epílogo: opinan los expertos que la animadversión y odios costumbristas entre naciones (Violencia Cultural) hizo que el tratado de paz que tuvo que firmar Alemania impusiera cláusulas humillantes (Violencia Estructural) que luego alimentaría la 2da Guerra Mundial (Violencia Directa)
Fuente: inspirado en un artículo de Ximena Castro https://goo.gl/XxsEYf
Jefe de mantenimiento
5 añosSe debe poner en practica con el mismo espíritu y entusiasmo con el que se lee.