Latinoamérica y su lastre laboral: Cuando la rigidez corporativa ahuyenta al talento

A medida que la economía global se torna más dinámica, disruptiva y orientada al conocimiento, algunas naciones de América Latina parecen empeñadas en mantener anquilosados esquemas corporativos del siglo pasado que las condenan a la fuga perpetua de sus mejores talentos.

Si bien la región ha avanzado en diversos frentes económicos y sociales durante las últimas décadas, su ámbito laboral dista mucho de estar a la vanguardia. Un aterrador 59% de los trabajadores latinoamericanos consideran que sus organizaciones son "intolerantes e inflexibles" cuando se trata de adoptar nuevas modalidades o culturas de trabajo, según una reciente encuesta realizada por la consultora Adecco.

Esta rígida mentalidad de "calco y ahogo" no sólo ahuyenta el anhelo de innovación, sino que además repele el invaluable capital humano que toda economía necesita para ser competitiva. De acuerdo con cifras del Banco Interamericano de Desarrollo, unos 6 millones de profesionales y técnicos calificados emigraron de países latinoamericanos entre 2015 y 2019, lo que representa un costoso drenaje del 10% del total de egresados universitarios durante ese período.

"Las empresas de la región siguen aferradas a esquemas burocráticos y jerarquías obsoletas que prácticamente adoctrinan a sus empleados a hacer todo 'como siempre se ha hecho'. Esto termina frustrando y expulsando el talento fresco y creativo que es esencial para reinventarse y crecer de forma sostenida", comenta Sandra Frangie, directora de Recursos Humanos para la región andina de la multinacional IBM.

En el ránking de los mercados laborales latinoamericanos más reacios al cambio, lideran nombres como Venezuela, Cuba, Honduras, Bolivia y Nicaragua. Todos ellos países donde persisten profundas culturas presidencialistas, burocráticas y de alto centralismo corporativo público y privado. Aunque en una escala ligeramente menor, naciones como México, Perú, República Dominicana, El Salvador y Paraguay también muestran alarmantes niveles de inflexibilidad laboral según los reportes anuales de competitividad global.

Pero además de su natural resistencia a adaptarse a nuevas tendencias mundiales, gran parte del sindicalismo latinoamericano también exhibe una mentalidad industrialista y atávica que atenta contra los intereses y aspiraciones de las nuevas generaciones de trabajadores.

"Es paradójico, pero en muchos casos los mismos gremios que dicen defender los derechos obreros terminan colaborando con las prácticas empresariales más obsoletas al oponerse a esquemas como el teletrabajo, horarios flexibles, autonomía laboral y otros avances modernos", comenta María Vázquez, reconocida conferencista sobre transformación laboral en economías emergentes.

Si bien el panorama puede lucir desalentador, algunos países de la región han logrado destacarse como abanderados de una urgente renovación cultural organizacional. Entre ellos se encuentran economías como Chile, Costa Rica, Uruguay y Colombia, donde las nuevas generaciones de empleadores y gerentes han comprendido la necesidad de implementar programas y políticas integrales de conciliación trabajo-vida, salario emocional, flexibilidad horaria, beneficios personalizados y ambientes laborales que fomenten la creatividad e innovación.

"El éxodo de talento latinoamericano probablemente no se detenga al menos que las empresas de la región se desprendan de sus lastres del pasado y apuesten por crear marcas empleadoras centradas en el elemento humano", comenta Arián Berlinski de la firma consultora BIT Tendencias Laborales.

"Ya basta de seguir perdiendo nuestros cerebros más brillantes ante una diáspora interminable hacia economías más avanzadas y dinámicas. Países como Chile o Colombia nos han mostrado que con liderazgos visionarios y un replanteamiento integral de la experiencia laboral, es posible retener e inspirar el talento local que se necesita para impulsar la innovación y el emprendimiento del futuro", concluye.