León Najnudel, el hombre que cambió para siempre el básquet argentino

León Najnudel, el hombre que cambió para siempre el básquet argentino

Como jugador se desempeñó en los clubes Ferrocarril Oeste, Villa Crespo, Victoria, Barracas Juniors y Atlanta. En el 2000 obtuvo el Premio Konex de forma póstuma como uno de los 5 mejores entrenadores de la década en la Argentina. Pero Najnudel fue mucho más que un excelente jugador y entrenador de básquet. Fue (es) una leyenda.

“Fue el apóstol de una religión llamada básquetbol. Vivió predicando para engrandecerlo. Se adelantó a su medio. Veía siempre más allá con el don de los sabios y no se quedaba en la anécdota de un partido, sino que su preocupación profundizaba en los temas esenciales de la organización y de las estructuras. Pensaba para todos” (Revista El Gráfico, 1998)

Estadio Obras Sanitarias. Abril de 1985. San Lorenzo de Almagro y Argentino de Firmat se preparan para disputar el primer partido en la historia de la Liga Nacional de Básquet. En el centro de la cancha está el ex jugador y entrenador Léon Najnudel, “El Ruso”, que, con el salto inicial del partido cumple uno de sus mayores anhelos. Durante años luchó para que se creara una liga que impulsara al básquet nacional a otro nivel. Finalmente, ese día, lo logró.

El famoso fotógrafo del básquetbol Marcelo Figueras lo eternizó dando el salto inicial en una foto que se publicó por primera vez en “El Gráfico” y luego recorrió el país, transformándose en una de las reliquias de la competencia: es su imagen más simbólica. Un antes y un después en la historia del deporte.

Ese salto fue el trampolín que permitió la aparición de jugadores jóvenes como Emanuel Ginóbili, Luis Escola y Fabricio Oberto, entre otros, quienes años más tarde integrarían la “Generación de Oro” del básquet nacional.

“León Najnudel será recordado por muchas cosas. Por ese corazón tan grande como una pelota de básquet con el que luchó hasta el final contra la leucemia que le habían detectado en noviembre del 96. Por la pasión que ponía para hablar y enseñar todo lo que sabía del deporte que tanto amaba. Por los principios con los que se manejó en la vida (los mismos que defendió y que le costaron dirigir por poco tiempo la Selección de básquet, pese a ser el mejor). Por su humor (esto es como sacarse el Loto, pero al revés, dijo de su enfermedad) y su gesto gruñón cuando algo no le gustaba. Por la fidelidad inquebrantable con los que quería. Y, fundamentalmente, porque era un hombre que en estos tiempos de practicismo se permitía soñar” (Clarín, 1998)

Fuentes: Clarín, Basquetplus.com

Inicia sesión para ver o añadir un comentario.

Más artículos de Agustín Somoza

Otros usuarios han visto

Ver temas