Lecciones de la Sonda Galileo
Hace algunos días se cumplieron 30 años del lanzamiento de la sonda espacial Galileo, una de las hazañas científicas que me han resultado más inspiradoras.
RESUMEN DE LA MISIÓN:
La misión de la sonda Galileo fue la exploración de la atmósfera de Júpiter. Se cumplió. Eran dos artefactos en uno: la sonda, diseñada para penetrar la barrera de gases de Júpiter; y el orbitador, que haría una exploración espacial en los alrededores del gran planeta y dos de sus satélites.
Sin embargo, en el inicio de la misión, Galileo no fue lanzado directamente a Júpiter, sino a Venus, con el propósito de aprovechar la rotación de este planeta, ganar impulso y ser redirigido a la Tierra, donde igualmente se catapultaría con su rotación para trazar una elíptica hacia el asteroide Gaspra, luego volver a la tierra, conseguir un nuevo impulso de su rotación y ser, ahora sí, ¡por fin!, dirigida directo a Júpiter.
En 1995 llegó a su destino, se separó de su compañero de viaje, el orbitador Galileo, y fue directo a la atmósfera de Júpiter para explorarla y transmitir datos sobre su composición durante 50 minutos, antes de quedar destruida. Por su parte, el orbitador Galileo continuó sus exploraciones en el campo orbital del gran planeta, con aproximaciones importantes a dos de sus satélites. Transmitió datos hasta el año 2003. Fin de la misión.
LO QUE APRENDÍ DE LA MISIÓN GALILEO:
Uno puede tener un propósito ambicioso, pero no los recursos para ir directo a él. Entonces hay que ir a otra dirección, digamos que a otros planetas que no son el objetivo, pero nos dan impulso y nos redirigen.
También llega a ser necesario regresar al punto de partida, más de una vez, sin sentir que uno se ha estancado o ha dado pasos atrás. El punto de partida también es un renovador del impulso y un redireccionador que, ¡por fin!, te lanza directo al gran propósito.
Es un viaje largo, la trayectoria no es una línea recta. Las estaciones de servicio no siempre están a medio camino, sino afuera de éste.
También aprendí que llega el momento de separarte de personas que amas, cuando su misión es distinta a la tuya. Es algo que ya se ha dicho muchas veces, pero el caso de la sonda y el orbitador lo representa bien y no deja de ser una parte importante del relato.
Finalmente, pienso que viajar seis años para completar una misión de 50 minutos es algo que también uno llega a vivir. Sortear una ruta de decádas para finalmente estar en el lugar importante sólo unos días, semanas, acaso meses, y ya, fin de la misión. No queda más que disfrutar el camino.
Si actualmente sientes que viajas en una dirección que no es la de tu propósito, lo que necesitas es buscar un campo orbital que te de impulso y te redireccione. Recuerda que el punto de partida también puede ser uno.
En fin, espero que les haya servido leer este post tan largo. Que tengan buen viaje y recuerden que lo más importante no es la misión, sino disfrutar el trayecto.
Como sea, todos seremos aniquilados por la atmósfera de Júpiter. Eso último es broma. Saludos.