Lectocontemplador
Estas líneas debieron haber sido escritas con anterioridad, publicadas con anterioridad, lanzadas al ciberespacio 48 horas antes. Sin embargo nadie, absolutamente nadie lo notará, ni siquiera en este instante mientras alguien lee que estas líneas debieron haber sido escritas con anterioridad, publicadas con anterioridad, lanzadas al ciberespacio 48 horas antes. Salvo, aquel lector esporádico, casi efímero, que se detiene a contemplar el segundero de un reloj de agujas, escucha música siempre en un volumen par, cuelga las toallas respetando una línea imaginaria final, alinea las cortinas roller a una misma altura, ordena la ropa por color y acomoda las sillas todas a la misma distancia. Salvo ese lector, nadie, absolutamente nadie, notará que estas líneas debieron haber sido escritas con anterioridad, publicadas con anterioridad, lanzadas al ciberespacio 48 horas antes.
El viernes fue blanco. Blanco de mente, de ideas, de pensamientos, de palabras, de papel. Y una mente en blanco no puede más que reposar ante la incandescencia de la hoja, de la pantalla.
¿Acaso existe el lector que aún se detiene a contemplar el segundero de un reloj de agujas, que escucha música siempre en un volumen par, que cuelga las toallas respetando una línea imaginaria final, que alinea las cortinas roller a una misma altura, que ordena la ropa por color y que acomoda las sillas todas a la misma distancia?
¿Acaso existe un lector en busca de estímulos digitales?
¿Acaso existe un lector de periodismo, lecturas, cine y música?
¿Acaso existe un lector de historias, sensaciones e ideas en forma de newsletter semanal?
¿Acaso aún existe un lector de newsletters?
¿Acaso existe, acá, en esta red, un lector que desee escapar esporádica, casi efímeramente, de la lógica, las tendencias, el lenguaje y las características del mercado y la vorágine laboral?
Hoy, domingo, es amarillo. Amarillo otoñal. Acabo de cruzarme con dos globos que fueron de ese color y el aire y el sol los volvió ocres. Estaban a una distancia de 400 metros cada uno. Sin embargo habían sido parte de una misma celebración amarilla, otoñal, que el segundero de algún reloj de agujas marcó por finalizada, en algún lugar donde la música ya no suena a volumen par, ni impar.
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¿Acaso existe un lector contemplador de amarillos, de otoños, de globos, de ocres?
¿Acaso existe un lector contemplador de globos amarillos de otoños ocres?
¿Acaso existe un lectocontemplador?
Hasta la semana que viene.
Próximo sentido: (Uno) Estar
Sentido anterior: (Tres) Oír
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