Libre comercio en la Era #Trump
Se han cumplido apenas cuatro días de gobierno del Presidente Donald Trump y, aunque ya sabíamos lo que venía, no deja de sorprender lo rápido que se está desmantelando la posición internacional de Estados Unidos por el violento giro aislacionista de la nueva administración.
El primer movimiento fue bajar a Estados Unidos del Acuerdo Transpacífico (TPP) que buscaba generar libre comercio entre 12 países de la cuenca del Pacífico que colectivamente representan el 40% del comercio global. La retirada de los estadounidenses del pacto significa el fin del mismo porque su peso económico los hacía pieza fundamental para que éste funcionara. Fue el gobierno de Obama el que lo impulsó para hacer contrapeso a la influencia de China en la región, y con la retirada unilateral se daña la confianza de los países asiáticos en Estados Unidos y se abre la oportunidad para que China se posicione como potencia económica regional. En una semana surrealista escuchamos por un lado al presidente de una nación de tendencia neoliberal como es Estados Unidos hablar de proteccionismo, y por otro al presidente de una nación comunista, Xi Jinping de China, hablar en Davos de la importancia del libre comercio.
El segundo movimiento es la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) que ha generado un tsunami de especulaciones en los tres países firmantes. Trump quiere imponer condiciones que protejan por encima de todo a los trabajadores americanos, México en voz de los secretarios Videgaray y Guajardo ya puso límites claros a lo que está dispuesto a ceder (ni muros, ni impuestos a las remesas) y Canadá en voz de su embajador en Washington dijo que si le conviene se mantendrá en el TLC pero que dará prioridad a su relación bilateral con Estados Unidos. En resumen, parece que estamos viviendo la crónica de la muerte anunciada del TLC.
Y aunque parece que el mundo como lo conocemos se desmorona a nuestro alrededor, vale la pena hacer una reflexión serena de lo que está pasando. Qué está fallando en el modelo de comercio internacional que ha generado tal enojo en la clase trabajadora de países desarrollados y qué oportunidades se abren para México cuando nos vemos obligados a cortar nuestra adicción comercial a Estados Unidos.
Es innegable que, tanto la decisión de Reino Unido de separarse de la Unión Europea como la victoria electoral de Donald Trump, son consecuencia del descontento de los trabajadores de estos países ante situaciones de desempleo, estancamiento salarial y disminución general de la calidad de vida, que se adjudican al traslado de empleos a países con mano de obra barata y a la entrada de migrantes dispuestos a trabajar por menos… ambas cosas consecuencia de la tendencia a una mayor apertura económica, que conocemos como globalización.
El economista Dani Rodrik escribió en su libro “The Globalization Paradox” en 2011 que hay una tensión fundamental entre la globalización, las políticas democráticas y la soberanía nacional, y tarde o temprano los intereses domésticos y soberanos acaban venciendo sobre los costos de una mayor globalización.
Rodrik cree que la estrategia actual centrada en firmar tratados de libre comercio para abrir mercados es una pérdida de capital político porque el prospecto de ganancias adicionales es bajo y en cambio provoca repudio de la población general, y propone que el foco de las reuniones multilaterales debería estar en buscar cómo mantener la apertura actual de manera sostenible tomando en cuenta objetivos sociales que inquietan a los trabajadores de todas las naciones.
Yo fui crítico en una columna el 7 de octubre de 2015 cuando se firmó el TPP porque según economistas como Krugman y Stiglitz, el tratado no creaba nuevo empleo, sino que lo distribuía entre todos los países generando una carrera por ofrecer los costos laborales y fiscales más baratos, con el costo social que esto representa.
En cuanto a México, creo que tenemos una oportunidad de ser diferentes de Trump. Debemos defender nuestros intereses, pero no llegar al punto de adoptar una política espejo de “México Primero”. Veo más constructiva la propuesta del gobierno de voltear a otros lugares: la Alianza del Pacífico con Chile, Colombia y Perú; Argentina y Brasil; relaciones bilaterales con países al otro lado del Pacífico, y con la Unión Europea. En todos los casos, buscando aprender la lección y tener como objetivo una integración económica que tome en cuenta los efectos secundarios para los ciudadanos de cada país.
Artículo original publicado en el Diario NTR.
Muy bien dicho Guillermo. La posición de Trump me asusta pero todos podemos aprender con eso y buscar otras oportunidades y a veces hasta mejores.