EL PRODUCTO Y LOS SENTIDOS
COMPRAR CON LOS SENTIDOS
La psicología incide de forma tanto positiva como negativa y también puede producir sentimientos y emociones agradables o desagradables. Es por ello que el marketing sensorial emplea una estrategia que se centra en afianzar las sensaciones y emociones de los clientes.
Existen diversos estudios que nos aseguran premisas que, en un primer momento, no seríamos capaces de detectar. Un claro y demostrado ejemplo es los que solo usan el sentido del oído o de la vista que logran que la gente retrase su compra. Por el contrario, aquellos que mientras logran enfatizar las percepciones del tacto o del gusto hacen que las compras se cierren antes.
El “ahora” es extremadamente eficiente. Una sensación percibida en el instante redunda en mayor posibilidad de compra que si empleamos sensaciones recordadas. Se trata de una relación directamente proporcional: más cerca = más efectivo.
La imagen de recuerdo conecta con nuestro cerebro de acuerdo al sentido que hayamos empleado, de tal modo que los datos ofrecidos por los estudios nos dicen que recordamos:
- 1% de lo que tocamos
- 2% de lo que oímos
- 5% de lo que vemos
- 35% de lo que olemos
Las primeras experiencias del marketing de los sentidos se realizaron con la música, el marketing auditivo. Este, sin duda, elimina incómodos silencios, aporta imagen de marca y gestiona los flujos de los clientes. A todos se nos viene a la mente alguna conocida marca.
Otro de los sentidos más empleados es el olfativo. A través de él relacionamos una marca, un producto e, incluso, un negocio. Asimilamos, en la gran mayoría de los casos, un olor con una actividad; imaginad una agencia de viajes que en su interior se pueda percibir un suave a roma a bronceador o un punto de venta de pan y bollería en el que, pese a no tener producción, notemos el típico olor de tahona a pan recién hecho. Podemos crear un olor personificado, particular para nuestro negocio que nos identifique plenamente y que transmita algún carácter de nuestro negocio o producto o, simplemente, comodidad y seguridad.
Se ha demostrado que el 90% de la información que nuestro cerebro asimila, es a través de la vista. En el marketing visual se establece a través de los colores, las formas, la distancia y el tamaño de los propios estímulos.
El color del producto es el primer impacto visual que recoge el cliente, sin olvidar la ubicación estratégica del producto. Combinando ambos lograremos el primero de los objetivos: que nuestro cliente considere el producto.
Si nos centramos en el sentido del gusto, podemos decir que es el resultante de una mezcla de todos los anteriores, quizá con más entroncado en el olfato.
El sabor hace característico a un producto y nuestro cerebro está preparado para reconocer en primer lugar aquello que no nos gusta, por lo que si hemos probado algo que no nos resulte agradable a nuestro sentido, seremos muy selectivos antes de realizar otra prueba de un producto similar. Con toda lógica, este sentido es el más empleado en sectores como la hostelería o la alimentación, donde la producción de muestras para la promoción, es uno de los puntos sensibles a considerar.
El sentido del tacto, sin duda el menos utilizado, adquiere una especial relevancia en la compra de ciertos productos como la zapatería, ropa, electrodomésticos, etc. En el sector hotelero, por ejemplo, la ropa de cama que se emplee es tan importante como para que alguien recomiende sus servicios por lo bueno de su tacto una vez estemos en el momento del descanso.
Como todos ya sabemos, el marketing sensorial juega un importantísimo papel en nuestro negocio, servicio o producto. Reconocer e identificar cómo y de qué modo es una de las claves para que sea reconocido y deje recuerdo positivo en nuestros clientes.
Grupo LMC recomienda el empleo del marketing de los sentidos y ayuda a reconocer cuál y de qué modo para vuestras ilusiones, vuestros productos.
www.grupo-lmc.com