Los "FRANKESTEIN" del fútbol

La utilización de los datos en la selección de jugadores para los clubes se ha desviado de lo que debería ser su esencia. Lo que debería ser utilizado como una herramienta accesoria de ayuda al análisis, o sea un MEDIO, se ha convertido en un FIN en sí mismo.

Deberíamos adjuntar datos cuantitativos y comprobables a las evaluaciones de jugadores realizadas por los expertos. Sería el complemento que despertaría la sensibilidad de los profesionales para profundizar en su observación.

Pero lo que está ocurriendo es justamente el proceso a la inversa. Empezamos por cometer el error de utilizar cantidad de datos supuestamente cualitativos, pero que carecen de la intervención del profesional y, en la mayoría de los casos, de la rigurosidad en su recogida. Es decir, faltan a unos de los principios fundamentales de la Big Data, el principio de la VERACIDAD. Después es cuando invertimos el proceso de análisis, buscando jugadores que se adapten a unos parámetros preconcebidos definidos a través de un algoritmo. Fabricamos un "FRANKESTEIN", una especie de "avatar" idealizado que sólo existe en la cabeza de quien diseña el algoritmo.

Estamos obviando la complejidad del juego y sobre todo del ser humano. Los contextos, las emociones. Actuamos afectados por una ceguera que sigue considerando al futbolista como una suma de capacidades, cuando en realidad tan solo es la optimización de todas ellas en base a como interaccionan. Sólo así podremos tener una idea de quién es el futbolista observado. Este jugador no va a responder igual en todos los equipos, todas las divisiones, todos los países, todas las etapas de su vida etc...

Minimizar la valía del "ser humano" es parte de la estrategia de nuestra sociedad. Convertirnos en un apéndice de las máquinas que nos rodean. Me recuerda bastante a la llamada "revolución industrial"