Los instantes cuentan
Benditos los ciclos
Cada ciclo trae y se lleva cosas, y ésta es su magia: la aceptación de la circularidad en donde todo viene y se va. Si hay algo que no te hace bien… dejalo ir, soltalo. Como puedas.
¿Para qué quedarse en algo que te lastima? ¿Para qué seguir sosteniendo lo insostenible? ¿Con qué parte de vos te estás engañando? ¿Con qué palabras? ¿Qué cuerpo? ¿Qué emociones? ¿Para qué estás entregando tu tiempo de ser feliz?
Cuando estás dando vueltas sin ir a ningún lado, cuando estás detenida, cuando nada cambia, cuando tu caleidoscopio no refleja colores: Llega el momento de cambiar.
Los instantes cuentan, suman…o restan. Vos elegís.
Que sí, que no
Hoy es un día cualquiera.
O un día más.
Pero también es un día.
Único, finito.
Sólo que incluye infinitas posibilidades. Las conocidas y las que no.
Las que ves y las que no.
Abriga las preguntas que dan escalofrío y cuida las respuestas que nunca cambian.
Hay recuerdos que avisan de un momento que ya no está y hay momentos que necesitarán avisarse, hacerse notar, para transformarse en recuerdos…
¿Voy o no voy?
¿Digo o no digo?
¿Beso o no beso?
¿Puedo o no puedo?
Si voy y digo, beso lo que puedo. Entonces lo posible me cuenta a besos que fui.
Pero si no beso lo que digo, cuando voy: no puedo.
Se me ocurre que también puedo no besar, no decir, sólo ir. Y así voy hoy.
No sé mañana.
Seguro que es interminable la lista de todo lo contenido en un pequeño segundo de duda.
El embrión de cada instante en el día es un misterioso laberinto, que contiene en sí mismo todo. Hasta lo que no sabemos.
La multiplicidad de sentidos se abre como un enorme abanico que nos regala nuevos aires.
Mejor,
respiro hondo,
prendo la radio
y pongo el agua para el mate.
Los ciclos son naturales. Mejor es dejarlos vivir en nosotras y con nosotras.