Los plásticos y la Economía Circular

Muchas discusiones se dan últimamente frente a los plásticos, la necesidad de reciclarlos, rediseñarlos o eliminarlos. La verdad es que requerimos hacer todo a la vez en la medida en que migramos a nuevos modelos económicos que permitan que los plásticos se reciclen o biodegraden, sean seguros para las personas y el medio ambiente, y dejemos a un lado las prácticas de utilizarlos una sola vez, como ocurre con la mayoría de empaques de productos de consumo.

Arranco por decir que con reciclarlos no basta. Sí creo que debemos aumentar la cantidad de plásticos reciclados, donde en la mayor parte del mundo se logra reciclar aproximadamente el 17% del plástico. Por una parte, es importante reconocer que muchos plásticos presentan dificultades técnicas para reciclarse y otros no se reciclan porque no tienen mercado. Reitero, como lo he dicho en otras ocasiones, nos enseñaron mal al decirnos que todos los plásticos son reciclables y a la vez nos confundieron utilizando un logo que los identifica con algo que en principio se asoció al logotipo del reciclaje.

En esta misma discusión no voy a satanizar al material, porque desde 1950 hasta ahora nos han servido mucho, sin embargo no teníamos el entendimiento que tenemos hoy acerca de los impactos que puede ocasionar, esto gracias a nuestro comportamiento como seres humanos. Cabe resaltar que en el diseño de los productos plásticos no ha habido una intensión frente a qué pasa cuando el producto deja de ser útil para el consumidor y es por esto que allí puede y ocurre cualquier cosa (terminan en las alcantarillas, enterrados en los rellenos sanitarios, como refugio de vectores, en los mares, o en cualquier otro lado).

Ahora, requerimos rediseñarlos para que no posean riesgo a la salud de las personas y los ecosistemas. Tampoco voy a satanizar los productos químicos como colorantes, plastificantes, endurecedores y demás aditivos químicos que entran a formar parte de los productos plásticos, así sea en pequeñas cantidades que son capaces de aumentar el riesgo de contraer enfermedades como el cáncer, producir esterilidad, afectar el sistema endocrino y generar mutaciones. Es allí donde debemos repensar el material para que deje de portar estos contaminantes, así sigamos insistiendo que son bajas cantidades... o ¿usted le pondría un poquito de mercurio, plomo o cianuro a su comida? Los contaminantes ambientales están el medio ambiente y ya no se salvan ni siquiera los bebés en gestación porque muchos de estos contaminantes entran a la placenta, lugar que se consideraba el más seguro y mejor para un bebé en gestación.

Rediseñarlos también significa que si se utilizan para un producto de corta duración el material se podrá reutilizar o biodegradar (yo me inclino más por lo segundo). Es allí donde vemos envases hechos a partir de algas que se pueden consumir o se arrojan a la tierra y se biodegradan en corto tiempo, e incluso los casos de los empaques hechos con hojas de plátano y similares que mantienen los productos durante periodos cortos de tiempo o que reemplazan a los platos desechables o descartables.

Noten que no he hablado del concepto reciclar. Primero porque es un concepto que requerimos redefinir, y segundo porque es necesario avanzar para alcanzar lo que supone el reciclaje en el marco de la Economía Circular. Intentaré explicarlo para que no sea demasiado técnico, pero tampoco a la ligera para que no se mal entienda. Cuando se extrae el petróleo para fabricar un plástico se consume energía, hasta el punto de decir que por cada kilogramo de plástico se requiere también un kilogramo de petróleo para obtener la energía de extraerlo, refinar el crudo y extraer los insumos que forman el plástico (para los más técnicos, en muchos casos no es crudo sino gas natural). Ello implica emisiones de gases de efecto invernadero causantes del cambio climático, además del uso de otros recursos naturales como el agua y por supuesto la generación de otras emisiones atmosféricas y residuos. Luego utilizar el material en una inyectora, termoformadora o cualquier otro proceso industrial implica que usamos energía y ya sabemos qué pasa con las emisiones de esa energía.

De ahí pasamos al producto que usamos y luego descartamos. Si pensamos en el reciclaje como tradicionalmente lo hacemos donde cogemos el material plástico, lo lavamos, molemos y nuevamente le damos forma, todos esos procesos equivalen a energía, esto sin contar la energía involucrada en el transporte de estos materiales. Además, cabe mencionar que cada vez que calentamos el material liberamos las toxinas que mencioné anteriormente que hacen parte de los ingredientes de los envases que usamos. En cambio si nuestro reciclaje es más una reutilización de nuestro producto, tal vez haciendo ajustes para garantizar la calidad del producto, no habremos invertido tanta energía y por ende no habremos generado una serie de emisiones de contaminantes y el uso de recursos como el agua. Además, si hemos hecho bien la tarea, nuestro material debe estar libre de sustancias tóxicas lo que hace que sea seguro reutilizarlo o incluso reciclarlo (como tradicionalmente se hace). Esta nueva forma de ver el reciclaje cambia el diseño de los productos y genera hablar de materiales en vez de residuos.

Ahora es el momento que mire a su alrededor y contemple qué tiene que contiene plástico. Su computador, algunas partes de su celular, las suelas de sus zapatos, el llavero, su carnet de la empresa, las tarjetas en su billetera, el frasco del agua, la decoración en el escritorio, su ropa, la revista que está leyendo, las tapas del libro que venía mirando, el esfero, el vaso del jugo que se tomará ahora más tarde, el paquete de golosinas que tiene para la media mañana, en fin, todo un universo de posibilidades que hay que rediseñar para generar un mundo de abundacia.

¿Quiere saber más de la Economía Circular? Lo invito a que nos acompañe en Agosto de 2018 a Toronto, Canadá, para que conozca la experiencia de un país que avanza rápidamente en la transición de la Economía Circular.