Los suicidios en la pandemia por el covid – 19.

Los suicidios en la pandemia por el covid – 19.

Jorge Elías Cabello Gómez

2 enero 2022

1.- Número de casos de suicidios en los últimos años en el Perú.

Según los datos del Sistema Informático Nacional de Defunciones (SINADEF), Adscrito al Ministerio de Salud:

En el año 2017 hubo 466 suicidios, 38.8 por mes

En el año 2018 hubo 576 suicidios, 48.0 por mes.

En el año 2019 hubo 638 suicidios, 53.1 por mes.

En el año 2020 hubo 655 suicidios, 54.5 por mes.

En el año 2021 hubo 706 suicidios, 58.8 por mes.

Con la pandemia del covid – 19, la incidencia de suicidio se desaceleró en el 2020, (después de crecer un 10.7% del 2018 al 2019) en el primer año de pandemia se desaceleró creció 2.66% con respecto al año 2019.

En el 2021 ocurrió un incremento del 7.78%, respecto al año anterior, indicador que tampoco es significativo, puesto que en el año anterior a la pandemia se había crecido un 10.7%.

La pandemia no ha tenido aún un marcado efecto respecto a la incidencia de suicidios, al inicio o hasta la mitad de esta pandemia, más bien favoreció en su disminución, la razón puede radicar, en que toda la población está en alerta, general, a la defensiva, no quiere morir, todos quisieran salvarse, incluso los potencialmente suicidas, en todo caso nadie quiere morir asfixiado, arrastrándose por las calles, sin asistencia de ningún tipo, como se proyectaba en el imaginario colectivo, la muerte por la covid -19. Además, por voluntad propia o por la fuerza de la ley o de las circunstancias, las personas estaban confinadas en sus domicilios, los que vivían solos, trataron de acompañarse con sus familiares y allegados, de manera que no hubo espacio para la soledad, o ésta se limitó, circunstancia usualmente favorecedora del suicidio (la soltería y vivir solo, son circunstancias favorecedoras). La pandemia significaba que era la muerte quien venía a buscarnos, contraria a la lógica del suicida, que es él quien busca la muerte. La idea, de muerte en la pandemia viene desde fuera, desde lejos, no la esperábamos, es externa a nosotros, no nos pertenece, es problemática y destructiva. La ideación suicida viene de la profundidad del individuo, es interna, pertenece a su mundo interior, es anhelada, busca de alguna manera una solución. En las crisis globales impera y se estimula un sentimiento colectivo y de cohesión social, que limita la expresión de conductas individualistas o egoístas, salvo el afán acumulativo, simbólico de adquirir papel higiénico en exceso sobre todo en la capital y ciudades del litoral, la conducta suicida se desarrolla y expresa en un medio más bien, intrínseco, personalísimo y egoísta.

Pero, la pandemia ha acrecentado, las brechas de todo tipo, las limitaciones, las carencias, las desatenciones y las coberturas de toda índole, ha impactado negativamente en todas las esferas de la vida social, económica, cultural, entre otras, ha empobrecido el capital humano, a unos más que a otros los ha dejado más vulnerables, todas las circunstancias favorecedoras del suicidio, se han consolidado e incrementado, por lo que se espera sus efectos, van a empezar a aparecer pronto, en los próximos años e inmediatamente después que mengüe la epidemia. En los países desarrollados, tanto en Europa como en Norteamérica, la epidemia ocasionó inmediatamente un incremento en las tasas de suicidios, así como el incremento de la consulta por ideación suicida, nosotros diferimos de ellos.

Desde el año 2017 al 2019 las ciudades que tenían la mayor cantidad de suicidios eran Lima, Arequipa, Cuzco, Junín, Huánuco, principalmente. En el 2020 y 2021, Lima, Arequipa y Cuzco seguían liderando ese ranking, pero ingresó Puno (desplazando a Junín), Cajamarca (desplazando a Huánuco) y Ayacucho.

En el Perú, la mayor cantidad de suicidios, siempre se había dado en las ciudades, más pobladas y costeras, pero en los últimos años se había extendido además a las ciudades más pobladas de la sierra; pero si se considera en base a tasas ajustadas según su población, los suicidios son más frecuentes, en las zonas más, pobres más periféricas, en el sur andino, en los lugares en general en donde hay menos recursos, menos servicios públicos en general, menos servicios de salud, y casi nula asistencia de servicios de salud mental y ausencia de servicios de emergencia o urgencias. La razón, la ideación suicida y los intensos suicidas, y la depresión severa (que es la causa principal de los suicidios en todas partes del mundo) son emergencias médicas, que deberían ser atendidos en unidades o servicios de emergencias psiquiátricas de manera prioritaria y con inmediatez razonable.

En general el suicidio sería una complicación de algún trastorno de la salud primario, que está agudizado, descompensado, no tratado, o sin el seguimiento clínico correspondiente, la depresión en todas sus formas subyace o precede a los intentos de suicidios y al suicidio consumado; pero además la causa primaria puede estar en los padecimientos psicóticos o cuadros psicóticos agudos o crónicos descompensados o reagudizados (como la esquizofrenia, psicosis afectivas), el trastorno limítrofe de la personalidad y la farmacodependencia.

Pero también hay intentos de suicidios y suicidios reactivos, que se dan en el marco de una situación psicosocial desfavorable, caótica, amenazante, inestable que genera gran desadaptación en persona susceptibles, y corresponde a casos muy impulsivos, que se relacionan al fracaso personal, existencial, vivencial, frustraciones de toda índole (amorosas, laborales, económicas, etc.).  En general, los casos de suicidios, se relacionan fundamentalmente, con la incidencia de los trastornos de la salud mental y de la pobre cobertura asistencial, que afecta a los segmentos socioeconómicos más desprotegidos.

No hay, un sistema preventivo promocional de la salud mental o éste es incipiente, por lo que no se afronta los problemas de salud mental de la población, cuando son fácilmente atendibles, o cuando en el caso del suicidio, los casos de tentativas del mismo es un indicador, que no tuvo la atención adecuada y no se coberturó el riesgo aún prevenible del suicidio. Como hemos referidos, muchas veces, en general el estado, sólo cobertura un porcentaje aproximado del 20% de los problemas de la salud, y en el caso de la salud mental, la cobertura es menor, por existir menos recursos profesionales especializados y menos servicios de salud mental, además, estas carencias asistenciales son más marcadas en las periferias de la capital y de las principales ciudades, en donde a su vez existe una población socioeconómicamente más desfavorecida.

El suicidio es el efecto de una serie de riesgos coexistentes y acumulativos, que se obedecen a los determinantes sociales de la salud, y son prevenibles, requieren una atención de sus causas a nivel de la atención primaria de la salud, al igual que otros problemas de la salud. La ausencia o carencia o insuficiencia de un sistema preventivo promocional de la salud mental, permite la expresión o el desarrollo de los cuadros clínicos que afectan la salud mental de las personas, su cronificación, agudizaciones y recidivas en su evolución natural, sin un afronte o contención, o cuando existe la atención, ésta suele ser tardía y con pobre adherencia a los tratamientos.

El suicidio tiene un alta significación económica y social, puesto que afecta a los más pobres, pero además a la población económicamente activa, además muchos de los que no logran suicidarse sobreviven y quedan con lesiones crónicas o invalidantes que ocasionan altos costos para las familias y para el estado, sin dejar de considerar, el costo de las atenciones y secuelas por intentos suicidas y por las secuelas que pueden dejar.

La mayoría de los suicidios ocurre en persona pertenecientes a la PEA (más del 60% de casos), no obstante, se ha incrementado el suicidio en los menores de edad y es más del doble de frecuente en hombres que en mujeres. Contrariamente los intentos de suicidios que son más frecuentes en mujeres.

“También se encontró que el grupo con mayor incidencia fue el de 30 a 59 años con un 30 % seguido de cerca por el grupo de jóvenes de entre 18 y 29 años con 29,93%.”  (“Diferencia en la mortalidad por suicidios asociados al periodo de pandemia covid 19 en el Perú durante el periodo marzo-setiembre 2020 en comparación con el periodo 2017-2019”, Beatriz Guevara Rodríguez 2020, tesis universitaria para el grado de profesional médico).

2.- El suicidio debe ser entendido como la consumación de un fracaso no del individuo sino de los sistemas de salud, puesto que la mayoría de las causas que la ocasionan, son prevenibles y tratables, es decir, existen opciones para evitar el desarrollo de las principales patologías que lo condicionan, si existiera un sistema preventivo previsional de la salud mental y un afronte de prevención secundaria de las causas que favorecen al suicidio, vía el diagnóstico y tratamiento oportuno, que por ser costoso debe estar a cargo del estado. Además, aun dentro de las carencias que tiene el estado, debe priorizar y focalizar alternativas de respuestas a los problemas de la salud mental en las zonas, de mayor incidencia de depresión y suicidio, corrigiéndose y reactualizándose y ajustándose las tasas de incidencia y prevalencia, ello supone un sistema de inteligencia sanitaria en salud también preventivo, que produzca una oportuna y adecuada calidad de información, para el afronte de este problema. El Perú el suicidio afecta a los más pobres, de ahí que el método de autoeliminación más frecuente sea el envenenamiento (con venenos propiamente o con sobre dosis de algún fármaco), los venenos son más accesibles y baratos, en comparación con las armas de fuego, lo propio ocurre con el uso de una soga o cualquier tipo de objeto eficiente para producir un ahorcamiento. Parafraseando a Émile Durkheim, quien sostenía que, “el suicidio varía en proporción inversa al grado de integración de los grupos sociales a los que pertenece el individuo”, podríamos decir que el suicidio varía en proporción inversa a los recursos con que cuenta un individuo y su grupo social al que pertenece.

Durante la pandemia se han incrementado todos los problemas de salud mental, justamente los que son condicionantes primarios del suicidio, es decir la depresión, la ansiedad, el estrés post traumático, los trastornos de pánico, las psicosis agudas y los casos de reagudización de cuadros psicóticos crónicos, entre otros que de por sí tenían una pobre cobertura de atención, pero en gran parte del desarrollo de esta pandemia se cerraron casi todos los servicios (excepto las emergencia médicas y los servicios funcionales creados para la atención de pacientes con covid- 19 y las hospitalizaciones centradas en la atención de ellos), y aún después de casi 1 año 9 meses hay limitaciones y restricciones severas para acceder a la atención ordinaria pre pandemia. Ello significa que hay muchos casos nuevos, de pacientes que requieren atención de la salud mental que, sumados a los pacientes continuadores o crónicos, ahora la cobertura de estos pacientes es mucho menor, es decir hay menos prevención y menos tratamiento y menos seguimiento y evolución, por tanto, menos adherencia a los tratamientos. No debemos obviar, que en época de crisis y posterior a ellas, cualquiera sea su naturaleza, se incrementan también el consumo de alcohol y drogas (las lícitas y las ilícitas), las cuales son detonantes de conductas violentas en general. Los pacientes con problemas de salud mental, también han hecho la evolución natural de su enfermedad sin tratamiento, o se han automedicado o sus familiares lo han hecho por ellos, y otros que ya tenían tratamiento han perdido la adherencia a ellos. Pero la pandemia aún no termina, de manera que es de esperarse su resolución acumulativa, en un incremento de complicaciones, una de las cuales será el incremento de la incidencia de suicidio en los próximos meses y años.

En una nota de prensa el Ministerio de Salud ha informado. “La pandemia por la COVID-19 también ha impactado significativamente en la salud mental de los peruanos, incrementando de 1.3% a 8.6% (555,000) las cifras de personas con el pensamiento de que “sería mejor estar muerto o deseaba estar muerto”. Y, de 0.6% a 1.6% (103,000) las personas con ideas de quitarse la vida. Asimismo, las cifras por depresión han crecido de 2.8 a 7.5% y con más frecuencia en las mujeres. Según lo revela el estudio del Instituto Nacional de Salud Mental (INSM) del Ministerio de Salud (Minsa), realizado en Lima Metropolitana, para evaluar el impacto de la COVID-19 en la salud mental, que involucró la muestra de 1,823 personas adultas de 18 años a más. (Nota de Prensa Nº 036 del 10/09/2021 MINSA)

 3.- Los suicidios son un componente de las muertes violentas, y éstas se incrementan en relación a las crisis en general, sobre todo en la parte final de las grandes crisis y en las post crisis.

Las muertes violentas tuvieron un decrecimiento de - 26.09% en el 2020, pero en el año 2021, se incrementó en un 40.23%. Lo propio ocurrió con los Homicidios, que tuvieron un decrecimiento de – 2.26 en el año 2020, pero crecieron en un 30.40% en el año 2021. Pero todas las cifras incluyen categorías de “ignorado”, “sin registro” y por supuesto el subregistro, así se espera un crecimiento sostenido y dramático de las muertes violentas en los próximos años.

Tal vez las necropsias nos den un registro más fidedigno, las necropsias que se realizan y registra SINADEF son las médico legales, es decir, las que se realizan por causas violentas o sospechosas de criminalidad. Las necropsias disminuyeron en un 32.71% en el año 2020, pero se incrementaron en un 11.96% en el año 2021.

Porqué disminuyeron las muertes violentas en el primer año de pandemia, simplemente porque, las cuarentenas rígidas y la inmovilización social, el toque de queda y la prohibición de transitar en vehículos particulares, impactaron en la principal causa de las muertes violentas, que son los accidentes de tránsito (que disminuyeron en un 26% en el año 2020 en el que se produjeron 1,802 muertes por esta causa, con respecto al 2019, en que se produjeron 2,438 muertes), y secundariamente lo que ya referimos, además de las muertes por accidentes de trabajo, que también disminuyeron. Pero en el año 2021 las muertes por accidentes de tránsito se incrementaron en un 40.23 % al ocurrir 2,527 casos. En general, las principales causas de muertes violentas, como son los accidentes de tránsito, los homicidios y los suicidios, son un reflejo de la salud en general y especialmente de la salud mental de las personas.

 4.- La muerte de 283,870 personas en el país, el trauma de la muerte, el padecimiento, la separación, la dificultades para despedirse de ellos, el afronte masivo de la enfermedad y sus secuelas que ha causado esta pandemia, así como sus efectos en el ámbito económicos y social, incremento de la pobreza y el desempleo, pérdida o menoscabo del patrimonio familiar, fracaso en los planes de desarrollo personal y familiar, fundamentalmente a nivel de la educación escolar y universitaria, más de 100,000 niños huérfanos (perdieron a uno o ambos progenitores, o al cuidador primario que muchas veces es una abuela o una tía), violencia urbana descontrolada, entre otros fenómenos van a producir su efecto deletéreo e intenso en el corto y mediano plazo, en la salud mental de los peruanos.

Unos de los factores de riesgo en la depresión es la pérdida de los progenitores, en la niñez y la adolescencia, pero ello también es un factor indirectamente asociado a los intentos de suicidio y a su consumación.

 

“Sobre la base de cincuenta intentos de suicidio, dos psiquiatras neoyorquinos hicieron un descubrimiento interesante: en el 95 por ciento de los casos había habido «muerte o perdida, en circunstancias dramáticas y a menudo trágicas, de individuos estrechamente relacionado con el paciente; en general, padres, hijos o compañeros». En el 75 por ciento, la muerte había ocurrido «antes de que el paciente hubiera completado la adolescencia»”. (Al Álvarez / El Dios salvaje: ensayo sobre el suicidio Santiago de Chile: Editorial Hueders, 2014)

 

Un estudio publicado por la revista Lancet realizado en base a la información de marzo abril del 2021, pero publicado en julio del 2021, calcula 98,975 niños huérfanos en el Perú, que además encabeza la tasa mundial de niños huérfanos en esta pandemia con 9.6 niños huérfanos por cada 1,000 niños.  (“Global minimun estimates of children affected by Covid -19 associated orphanhood and deaths of caregivers:a modelling study”, autores, Susan D. Hillis, H. Juliette t. Unwin, Yu Chen, Lucie Cluver, Philip s. Goldman. Lancet, volume 398, ISSUE 10298, P391-402, July 31,2021).

Para el estado peruano, sólo serían 80,000 niños huérfanos, “Es urgente ampliar el alcance de la pensión de orfandad con el fin de beneficiar a los más de 80,000 niños, niñas y adolescentes que han perdido a sus padres o tutores durante la pandemia, manifestó la titular del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP), Anahí Durand” (Diario el peruano 6 diciembre 2021). Aproximadamente unos 16,000 niño reciben esta pensión.

Los niños en el Perú, sobre todos los más pobres, tienen un alto riesgo de ser victimizados por causa de la violencia familiar y social y por abandono familiar, la pandemia ha acrecentado estos problemas. Los niños a casusa de la pandemia tendrán mayores índices de suicidios, de invalidez y de otros problemas en su salud mental, la orfandad la crisis social económica y moral impactará intensamente en ellos. Los niños huérfanos y abandonados en un bolsón de una población en riesgo que hay tratar, los programas sociales deben focalizarse en ellos de manera sostenida y contundente, si sólo se da cobertura al 16% de los niños huérfanos ello significa, que no hay un afronte efectivo a este grupo altamente vulnerable, pero además se debe incrementar la cobertura efectiva en su salud en general y el seguimiento social de sus casos.

5.- No solamente durante esta pandemia sino en post pandemia, se debe tener en cuenta que vivimos una megacrisis, de alto y duradero impacto. Lo que más he visto es mucho estrés, depresión y ansiedad, algunas veces he sostenido que es lo esperado, con una intención de consolación, sería lo normal en un sentido estadístico estar afectado de la salud mental, pero el volumen de casos seguirá incrementándose, no es sólo un problema de los servicios de salud, sino de todos, detectar los síntomas de tristeza, las posturas pesimistas, las alteraciones de los instintos (principalmente del sueño y del apetito, que suelen disminuir), y en los niños los comportamientos agresivos y de irritabilidad o de temor inexplicado y retracción, cambios mínimos en el comportamiento de las personas deben ser tomados en cuenta, abordados, por las familias, la comunidad, las instituciones en el nivel que sea posible, y por supuesto por los servicios de salud, de una manera oportuna, para prevenir posibles complicaciones, diagnosticarlos oportunamente y tratarlos, los casos de suicidios reactivos, impulsivos son raros, lo más frecuente, es un deterioro progresivo de la salud mental, sin cobertura, el desarrollo natural de una enfermedad mental de fondo, que no se trata, y que se expresa de diversas formas, a través de gestos, ideación de la muerte, intentos frustros, repetidos comportamientos autodestructivos, lesiones autolíticas y preparación del acto, un “iter suicidium” o camino al suicidio, que suele durar meses o años, por lo tanto previsible, tratable y evitable.

 

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