Magia que contagia: liderando desde el lado luminoso de la fuerza
El peor líder es aquel a quien las personas desprecian. Un buen líder es aquel a quien las personas veneran. Un gran líder es quien hace que las personas digan: "Lo hicimos nosotros mismos”. Lao Tse
Mientras almorzamos, Francisca comparte generosamente su historia conmigo. Al finalizar, camino del ascensor le pregunto si me permite escribirla. Se echa a reír. Y es que su historia realmente me ha inspirado y encuentro que, quizá, puede inspirar a otros. Tan vívido, experiencial y verdadero, su relato me hizo pensar que solo somos capaces de reconocer la contagiosa magia de la inspiración y la motivación cuando alguna vez la hemos sentido en carne propia.
Tras varios años en la empresa, llegó el gran día para Francisca. Esta mañana será la primera en que comenzará a cumplir un sueño: ser Jefa. Dicho así, parece que fuera un fin en sí mismo, pero ella sabe que liderar un equipo es mucho más que llevar el cartelito de Jefe. Y está a punto de demostrarlo.
Luego de acomodar sus pertenencias en la nueva oficina, envía una cita por mail para la primera reunión de equipo. Minutos antes de la hora señalada, se dirige a la sala donde podrá ver por primera vez a todos juntos y así -piensa- presentarse formalmente. Por su parte, ellos le ofrecerán quizá una cálida bienvenida.
Pero claro, éste no es un equipo fácil, para nada. Al contrario: tienen fama de haberse cargado ya a varios jefes. Y eso Francisca lo sabe. Así que deja pronto de soñar despierta y cae en la cuenta de que han pasado quince minutos y no ha llegado nadie. Espera unos minutos más y aparece una persona. Falsa alarma: luego de una breve conversación, le deja saber que en realidad llegó por error.
Furiosa, sale de la sala y se dirige hacia la oficina que comparten los miembros del equipo. Luego de preguntar por qué no se han presentado en la sala de reuniones, poco a poco van poniendo excusas improbables, hasta que uno se atreve a decir la verdad: “Es que Mario no se paró”.
Párrafo aparte para Mario, entonces. Él es el más antiguo en su cargo, el de mayor edad dentro del grupo y, a su vez, un fiel exponente de la etiqueta de líder informal. A todas luces, un referente para el equipo, más allá (o más acá) de cualquier cargo. Su hegemonía dentro del grupo viene a probar que el liderazgo -a diferencia de un simple título de jefatura- es una fuerza empíricamente constatable y, a la vez, algo así como una cuestión de fe. Pero cuidado con el prejuicio iluminista, que si bien los comportamientos basados en la fe y en las creencias pueden parecernos irracionales, esto no es motivo suficiente para descartarlos del análisis cuando trabajamos con personas. Ya lo dice el refrán: la fe mueve montañas. Pero dejemos la fe y la teoría de lado y volvamos a nuestra historia.
Sin salir de su asombro frente al “efecto Mario”, Francisca actuó a continuación un poco impulsivamente, sí, pero marcando bien el territorio, “rayando la cancha”, como les gusta decir a los chilenos. Entonces, los invitó nuevamente a participar de la reunión, sólo que esta vez puso un límite de tiempo preciso. Luego, cerraría la puerta, cual profesor de escuela. Y así lo hizo. Cuando se cumplió el tiempo, la nueva Jefa clausuró el ingreso a la sala de reuniones, dejando a la mitad del equipo fuera.
Terminada la reunión, lo primero que hizo fue citar a Mario a su oficina, quien hasta el momento nunca se había movido de su escritorio. Ya en su despacho, luego de pedirle que cerrara la puerta tras de sí, Francisca lo sorprendió invitándolo a tomar un café fuera. El mensaje que astutamente estaba enviando al resto era claro: a este díscolo, que no vino a la reunión, me lo llevo. Claro que nadie sabía adónde ni para qué, pero el mensaje quedaba enunciado.
En el café, no dudó en abrir la conversación con una pregunta: cuéntame Mario, ¿qué es lo que pasa? Luego de dar varios rodeos, Mario respondió algo que le permitió a ella continuar indagando en busca de la verdad, de su verdad, esa que hacía sentido para él y para el resto del equipo y lo había llevado a convertirse en algo así como el líder permanente de la oposición. Luego de escucharlo atentamente, Francisca lo invitó a cerrar filas, explicándole que entendía perfectamente cómo había sido la historia hasta ese momento. Sin embargo, dejó en claro que ella no sería un jefe derrocado más y que, si unían fuerzas, podrían obtener grandes logros para el grupo.
En efecto, con el tiempo Mario y Francisca llegaron a ponerse de acuerdo y juntos lograron grandes progresos. Durante los meses siguientes el ambiente, la motivación, los índices de clima interno y los resultados de performance fueron mejorando en forma sostenida. A tal punto, que el equipo pasó a ser el mejor del sector y, luego, el mejor de toda el área.
Pero no todo fue color de rosa en el camino de la novel Jefa. Una vez que Mario estuvo alineado, tuvo que lidiar con otra líder negativa, María, quien permanentemente boicoteaba cualquier atisbo por mantener en alto la motivación y el foco del staff. Francisca habló con ella y le consiguió varias oportunidades para que pudiera continuar su crecimiento profesional en otro sector de la empresa. Y es que, por su perfil y sus aspiraciones, claramente ella no encajaba allí. Así fue como un buen día, luego de varios intentos por acomodarla en otra área, Francisca tuvo que asumir uno de los retos más duros para un Jefe y desvincularla. Al día siguiente, mientras informaba al resto del equipo la novedad, se quebró. La buena noticia es que, después de la reunión, varios se acercaron a respaldarla y brindarle su apoyo, porque sabían que era una decisión correcta, a la luz de la actitud destructiva que María había sostenido constantemente.
Pasaron los años y llegó el tiempo de la Transformación Digital. La compañía creció, se reestructuraron algunas áreas, otras desaparecieron y al equipo le tocó incorporarse a un área más grande, mucho más grande. Tanto, que cada uno de los miembros fue a parar a un sector diferente. Francisca sabía que era el fin de una etapa. Ya no había lugar para ella en la nueva estructura y, a pesar de que le habían hecho un lugar, ella prefirió retirarse con dignidad. Para eso, una vez más reunió fuerzas y tuvo una conversación valiente (una más en su carrera), en este caso con su Jefa, y gracias a eso, ella la ayudó a reubicarse en otra área de la empresa.
Pero antes de irse hacia su nuevo desafío, el equipo le organizó una despedida. Grabaron un video que compartieron en esa ocasión y que Francisca no pudo ver sin que se le cayeran algunas lágrimas. En el video, sus compañeros -como ella los llamaba, sin hacer diferencias- le dejaban sentidos mensajes deseándole buena suerte en esta nueva etapa, destacando todo lo que ella había hecho por ellos, por el equipo. Pequeños gestos quizá, como comprar helados para todos en las épocas de calor o quedarse con ellos, trabajando codo a codo, hasta tarde cuando había alguna entrega urgente que hacer; en definitiva, por sacar siempre lo mejor de cada uno y al equipo entero hacia adelante, desde el día en que llegó. También hubo quien le dijo: “Quédate tranquila, que por más que nos desintegren como equipo, siempre llevaremos la luz que ayudaste a encender en nosotros hacia el resto de la empresa; continuaremos contagiando siempre lo bueno, como tu nos enseñaste”.
El momento más fuerte fue cuando en el video habló Mario. Mirando a cámara, él le agradeció especialmente por haberlo escuchado y haber sido siempre una gran guía y facilitadora para él y para todo el grupo. Con ella, Mario había conocido el “lado luminoso de la Fuerza”, como ella misma le había dicho en aquella primera charla de café privada que tuvieron y marcaría las vidas de ambos para siempre.
Chieff of Staff to the CSO at Michroma
3 añosMe gustó!! Un formato distinto, poco común, y a la vez, atractivo y fácil de leer para comunicar cuestiones que suceden dentro de las organizaciones. Siempre es más fácil hacerlo a través de las emociones, porque es algo con lo que todxs podemos conectar. El aprendizaje es inmediato: una moraleja se nos graba más que muchos artículos. Y me hace pensar, ¿cómo quedaría este cuento con ilustraciones de algunx visual thinker (¿tal vez de Juliana Betancur?). Tiro la idea. Ojalá hayan más stories como esta.
Gte. Marketing & Comunicaciones Corp. Securitas Perú | Presidente Comité de Comunicación Interna Amcham Perú | Comité Organizador CONCIN | Miembro Fundador #DialogusCI | Vice Pdte. Asoc. Peruana de Comunicación Interna
5 añosExcelente, Lucas! Una historia que sucede a diario en las empresas. Desde la humildad,el líder puede construir mucho, sobre todo, confianza, que es la columna de todo equipo de trabajo.