Mal avenidos
El correcto mantenimiento de los equipos y dispositivos de a bordo garantizan su plena operatividad especialmente cuando su uso es imperativo en situaciones de emergencia y las vidas de muchas personas están en juego.
Especial atención hay que prestar a determinados sistemas que conllevan un periodo muy prolongado entre las comprobaciones a llevar a cabo. En este caso, se trata de un sistema de evacuación marino en un buque de pasaje cuyo despliegue a bordo debe realizarse, al menos, una vez cada seis años según establece SOLAS III/20.
De esta circunstancia se deriva que en muchos casos los procedimientos empleados por la tripulación y por los servicios técnicos encargados de la inspección regular de dicho sistema no identifican o ignoran aquellos elementos cuyo estado defectuoso supone un riesgo potencial durante su despliegue.
En este caso, se trata de un episodio de corrosión galvánica por contacto físico directo entre diferentes metales; un bulón de acero atravesando una pletina de aluminio que sostenía una de las roldanas de sujeción del conjunto, cuya consecuencia supuso la caída de las balsas al mar mientras se llevaba a cabo la prueba real produciendo la consiguiente inutilización de dicha estación y el efecto colateral de reducir la capacidad de pasaje en pleno viaje. Posteriores comprobaciones determinaron que el resto de estaciones también estaban afectadas por el mismo fallo.
De haber tenido que emplear el dispositivo en una situación real de emergencia el escenario hubiera sido dramático.
Sucesos como este vienen a demostrar que nunca se debe bajar la guardia en tareas de mantenimiento y que la seguridad a bordo empieza en no dar nada por supuesto.