Malo
Cualquiera que haya vivido el invierno en territorio entenderá la motivación extra que significa una promesa de guiso de lentejas para ir a cualquier parte que sea. A cualquiera. A hacer lo que sea que haya que hacer.
Si, claro que como sos privilegiada el guiso de lenteja te lo podés hacer en tu casa, pero nunca, jamás de los jamases te va a salir como les sale a ellas, que lo cocinan con historia, con ahorro, con convicción, como salida o puerta de entrada a tantas cosas.
Así que cuando entramos al espacio movidas por la convición pero fuertemente motivadas por la promesa de guiso de lentejas y nos dimos cuenta que no había ni a cebolla fritándose siquiera, nos sentimos timadas.
Esperamos un rato en esas sillas plásticas de color negro, mirando alrededor donde había mucho rojo y negro y mientras leía los carteles con consignas reflexionaba que no era lo mismo que haya rojo y negro a que haya celeste, o naranja, o amarillo. Porque hasta hemos perdido el derecho a la significación de los colores.
La reunión comenzó y cuando al llegar ella mencionó por lo bajo a otra persona que había terminado de lavar la última olla terminé de aceptar que no iba a almorzar ni lentejas ni nada.
Canosa y con toda la experiencia en su rostro pausado le di sesenta y algos. Usaba un vestido floreado con borcegos que conocieron épocas mejores y tuvo durante toda la reunión la mirada clavada en el suelo. Conozco esa mirada dedicada a la baldosa. En el rubro en que trabajo mirar a un punto fijo en el piso tiene mucho que ver -pero no sólo- con años de mucho peso cargado en soledad sobre espaldas que no deberían aguantar tanta desidia.
Primero presentamos Multipolar, los pasos del “Centro de Formación para el Empleo”, los requisitos necesarios para que esa organización pueda derivarnos personas y al terminar de escuchar al representante de la organización contraparte nos sorprendió saber que a la primera persona a la que derivarían sería a esa señora. Ahí, delante de ella, nos comentaban que era una de sus líderes históricas para luego decirnos en privado que ellos habían llegado a un límite con lo que podían ofrecerle y luego de años de desocupación no estaban encontrando la forma de “contenerla”.
“Contenerla” en léxico de organizaciones sociales significa “darle los medios para que pueda vivir con dignidad”.
Contenerla, en nuestro léxico, significa “nivelar sus oportunidades para que pueda gestionar sus medios de vida de una manera digna”.
Le propusimos, entonces comenzar un proceso de acompañamiento en el Centro de Formación para el Empleo y nos despedimos citándola para el siguiente martes a las 9 horas. Luego nos fuimos a ver dónde almorzar.
El siguiente martes, entonces, Sonia decidió levantarse a las 6:30 am del colchón sin sábanas de la casa abandonada dónde estaba viviendo.
Se aseó volcando agua de una botella en una palangana que encontró en alguna parte y aún podía ser usada.
Sonia salió de su “casa” y ató con alambre la puerta para disminuir las chances de que al volver el colchón no esté.
Y caminó 30 cuadras.. Caminó 30 cuadras hasta la estación del tren donde esperó que no esté el guardia para subir sin boleto y llegar después de 1 hora y 23 minutos a la estación de Retiro.
Con la última posibilidad de saldo negativo en la tarjeta de viajes tomó el colectivo que la dejó en San Cristobal y llegó 8:20 a la dirección acordada donde 8:45 vio entrar a las Multipolares que la entrevistarían. A las 9 exactas tocó el timbre.
Sólo quien haya pasado hambre alguna vez durante repetidas ocasiones podrá saber lo que significa que te ofrezcan un té caliente con galletitas cuando estás en ayuno desde el almuerzo del día anterior. Y aunque casi ningún Multipolar ha pasado hambre real, hemos aprendido lo que ese té caliente significa y siempre intentamos tener las galletitas más ricas que podamos conseguir para acompañarlo.
Mientras calentaba las manos con la taza y encontraba fuerza para alzar la mirada a esas profesionales que bien podrían bien ser sus hijas fue Sonia quien contestó las preguntas que se le hicieron para abrir su informe social.
Fue ella quien volvió a tener que narrar su historia a un equipo de “progres” más.
Sonia repasó cómo luego de perder todo en la crisis del 2000 cartoneó hasta que el cuerpo le dijo basta y luego consiguió “changa” como cocinera y personal de limpieza en ese lugar que le dio cobijo y la ayudó a sobrellevar el hambre.
Sonia nos comentó que luego pasó algo malo, muy malo, de lo que prefería no hablar y al decirlo clavó la mirada en algún punto de la pared de ese color rosado que detesto pero que no tenemos plata para pintar y sus ojos grises se llenaron de pasado pero jamás de lágrimas porque esas, Sonia, ya se las gastó todas.
Sonia dijo que cuando volvió en si aquella vez estaba internada, y que al salir de la internación le dieron medicación psiquiátrica que la dejó bastante estable hasta que finalmente dejaron de darle la medicación en el hospital porque ya no hubo turno con psiquiatría y que desde ese momento todo se puso más difícil.
Y Sonia fue quien aceptó la propuesta de “Proceso” que le hicieron las operadoras sociales y se comprometió a comenzar el siguiente jueves para luego aceptar las galletitas que le ofrecieron para la vuelta y comenzar a desandar todo ese camino.
¿Tenés cómo volver? Le preguntó Naty.
Y ella dijo que no, pero que iba a ver cómo se arreglaba.
Le cargamos la SUBE con crédito salido de alguna de las donaciones que seguro haya hecho alguien que está leyendo este posteo y también le cargamos crédito para que pueda volver al taller sin caminar 30 cuadras ni tener el nerviosismo de que la bajen del tren.
Y Sonia desandó el camino.
Y el jueves volvió a aparecer a los talleres y asi cada semana.
Y cursó el taller de empleo. El de autogestión. El de Autonomía.
Y no faltó a ninguna clase. A ninguna.
Y Natalia intentó conseguir turno con psiquiatría y cada persona con experiencia en el castigadísimo sistema de salud pública se rió ante la consulta de cómo podíamos obtener un turno para admisión en menos de 8 meses.
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Y tuvimos que apelar nuevamente a los contactos en el ámbito privado de alguien a quién una Multipolar ahora le debe un favor.
Y Sonia asistió puntualmente a la consulta. Y hubo que ajustar la medicación. Pero como la receta era de un médico de “la privada” no servía para el Hospital Público. Y se entiende, y se justifica, pero eso para nosotros fue un nuevo obstáculo. Entonces tuvimos que ver cómo gestionar la medicación psiquiátrica por otro lado.
Y Sonia comenzó a tomar la medicación y a poder hablar con una psicóloga voluntaria que ¿a qué no saben de dónde salió? Si, claro. No es necesario que diga que también de esta red que ahora está leyendo esto.
Todas las responsabilidad que jamás pensé que tendría que asumir cuando creé una Fundación para dedicarme -creía- 100% a estar con quienes viven en la calle me llevaron a no ir por unas semanas a la casita prestada de San Cristobal.
Una señora de unos 40 me abrió la puerta con una sonrisa y luego siguió atenta a su clase.
En el almuerzo esa misma señora hizo un comentario sobre lo que fue atender el comedor en el año 2001 y yo miré a las chicas como diciéndoles ¿EN SERIO? Y ellas sonrieron con esa sonrisa que sólo un Multipolar sabe cómo se siente.
Si. Era ella. La señora de unos 40 que no había reconocido cuando me abrió la puerta era la de los “sesenta y algos” que había sido derivada el día en que falló el guiso de lentejas.
La sonrisa que sólo un Multipolar puede entender es la sonrisa de la confirmación que nos sale del alma cuando confirmamos que no es magia, es la nivelación de las oportunidades.
Me encantaría decir que es el “amor” pero no: No es “el amor” solamente ni en si mismo.
El amor es lo que mueve todo. El amor es el cómo.
Pero lo otro… lo otro son otras cosas un poco más complejas.
Lo otro son las horas. La voluntad de la persona de creer que su vida puede ser alguito más de lo que es hasta ese momento.
Lo otro es el profesionalismo. El poner los mejores profesionales que puedas contratar al servicio de los más pobres entre los pobres. De “los últimos”.
De los últimos que no: Al menos en la Tierra no serán los primeros pero al menos van a salir de las profundidades de la cochina indigencia.
Lo otro es la estrategia a medida. La que no le mide a nadie, pero si nos mide a nosotrxs.
La que no financia nadie. Porque el 90% de los poquísimos financiadores que te dan dinero necesita que el reporte de impacto diga “500 personas capacitadas” y la calle, hoy en día, no nos da 500 personas que lo que necesiten prioritariamente sea ser capacitadas.
No nos da siquiera 500 personas que puedan sostener una capacitación porque antes necesitan dormir seguras. Despertarse tranquilas. Higienizarse con tiempo y privacidad. Tener garantizadas las comidas. Auto-percibirse limpias y bien-olientes para animarse a ingresar al aula de una capacitación. Tener el estómago lleno para poder prestar atención. Y poder sentarse en una silla dándole la espalda a un otro u otra sin pensar que les pueden dar un puntazo porque si. Eso también pasa en tu mente cuando viviste en la calle.
Pero la historia es que Sonia avanza. Sonia progresa. Sonia va construyendo capa a capa esa nueva identidad que asiste a su deseo de desidentificarse de aquellas cosas malas que vivió en los últimos años en la calle.
Y en medio de todo eso, entonces, su organización la convoca de vuelta.
Su organización la convoca de vuelta y nos parece lo más legítimo y natural y orgánico e inspirador pero eso nos parece a nosotrxs. Eso nos parece a nosotrxs que de su historia hacemos relato enhebrando con lectura profesional algunas de sus palabras.
A nosotros nos alegra y nos parece legítimo pero ella nos dice que no.
En medio de una inmensa lucha interna Sonia nos dice que no quiere. Sonia no quiere volver a su organización porque le recuerda los momentos de calle. Le recuerda una lucha que nosotros imaginamos con orgullo pero a ella la retrotrae a la tristeza.
Sonia desea buscar otras opciones porque aprendió que no está mal dedicarse también a ella. Y dice “también”. Porque no es que elije el camino individual de la indiferencia. Solamente internalizó que si está rota no puede ayudar a nadie, y aún se siente demasiado rota entonces se propuso, primero, sanar. Y Sonia siente que en este momento, sanar no es compatible con su otro espacio.
Y ahí nuestro trabajo, unos meses antes reivindicado y útilmente utilizado se convierte en “malo”.
Una vez más nos convertimos en burgueses. En capitalistas. En librepensadores que no construimos proyectos colectivos. En todas esas palabras que conozco pero que hoy no me suman porque sé que no reflejan la realidad. Porque en Multipolar también somos comunidad, y construimos comunidad pero tal vez nuestras comunidades son más amplias, más pragmáticas, más cómo nos van saliendo al abrir espacios reglados con personas que desean hacer bien.
Y nosotrxs decidimos que los proyectos comunitarios deben estar formados por personas que primero son individuos a los que soñamos sanos para poder pensar, decididos para obrar en consecuencia y libres para sostener sus decisiones.
Porque Multipolar busca desde una perspectiva comunitaria, promover la autonomía.
Porque la pobreza es una condición pero las personas pobres no son de nadie.
Y pararnos en ese lugar, muchas veces, hace que nos digan que nuestro proyecto es malo.
Malo, malo, malo eres canta mi cabeza mientras camino a la verdulería a comprar lo necesario para cocinar mi propio guiso de lentejas.
Gerente de Calidad - Jefe de calidad - Gerente de Mejora Continua
2 añoste leo y se me caen las lagrimas.... tan necesaria es la labor que hacen!!
Sr Service Assurant Analyst
2 añosAsi se habla. Es importante reforzar la autonomía y la sanación individual, primero; y luego construir comunidad con personas sanas que entiendan que el todo es más que la suma de las partes
Abogada | Asesora legal | Profesora | Mg. en Gestión Ambiental | 🇦🇷
2 añosEs maravillosa la labor que uds hacen !!! Con poco hacen un montón!!
Sales Manager - South LATAM at Beckman Coulter Diagnostics | IVD Industries | MBA - UTDT
2 añosArriba Sonia!💪