Saltá que hay Red (Social)
Hace algo así de dos años y medio, cuando todavía trabajaba algunas horas en una oficina que no era la de Multipolar, vi a esta chica compañera de trabajo entrar despotricando como torbellino: Venía de la calle, dejaba su cartera, colgaba el saco, apoyaba el café y gritaba en contra todos los “negros de mierda que no querían trabajar” a los que ella debía subsidiar con sus impuestos. Sin saber bien a quien se lo explicaba descargaba a viva voz que eran todos iguales, que nadie agarraba una pala, que usaban “losplanesparafalopa” y que ella iba a dejar de pagar impuestos para que "ningúnputopesomásfinancienegrosdemierda”.
A mi me dio cosa. Si bien es algo que escucho día a día en ámbitos muy cercanos a mi corazón y mi piel, ese tremendo enojo que le estaba haciendo MUY mal a esta chica me dio cosita. Al comienzo no pude dilucidar bien el motivo: ¿Por qué me afectaba tanto si, como les dije, escuchaba cosas similares muy a menudo? La mente me hacía trampa. Por eso cuando llegué a casa y se lo conté a Nahuel me dijo:
“Male, te afecta por la decisión que tomaron los chicos la semana pasada”.
Los chicos eran Ulises, Martín y Alfre, tres pibes del programa de Intermediación Laboral que llevaba a cabo Multipolar.
En dicho programa, jóvenes que habían salido de consumo de paco o que vivían en la calle, y/o en situación de vulnerabilidad social, buscaban dar los pasos que les permitieran comenzar otra vez a través del trabajo y nosotros los apoyábamos en eso.
Por ende, cuando alquilamos la casona vieja y vetusta en Villa Urquiza para que sea nuestra vivienda (y por no tener dinero para dos alquileres, también la sede institucional de Multipolar) fueron las primeras personas en las que pensamos para que vengan a trabajar en la reconstrucción.
Durante casi 8 meses, los chicos realizaron tareas de albañilería y mantenimiento en la casa/sede de Multipolar, con un pago jornalizado a precio de convenio más los gastos de las 3 comidas cubiertos, para que ese dinero les quedara “limpio”. Fuimos aprovechando para reforzar, a la vez, un montón de cosas acerca de las habilidades, el mundo laboral, la posibilidad de pensar un presente y un corto plazo diferente, la vida misma… De todo se charlaba en los desayunos, almuerzos y hasta cenas compartidos.
A los pocos meses los chicos ya se sentían parte de Multipolar, estaban copados con el proyecto, se quedaban algunas noches a dormir en la casa, hacían parte de las actividades, proponían, construían (y no sólo paredes), aportaban desde sus ricas y diferentes perspectivas, etcétera.
Pero un día el presupuesto se terminó. La casa estaba más derruida de lo acordado y lo que pensábamos que iba a hacerse en 8 meses se nos fue a 10/11, por lo que lamentablemente tuvimos que sentarnos con ellos, agradecerles el trabajo realizado, pero decirles que teníamos solamente dinero para un mes más, así que por favor que fueran buscando otras changas (que nosotros los ayudaríamos), pero que no podíamos seguir contratándolos.
Miraron.
Nos escucharon.
Se quedaron callados.
Nos pidieron un tiempo para hablar entre ellos.
Y luego de eso vino la “decisión” de la que hablé hace unas líneas y la que me hacía referencia Nahuel.
-“Queremos seguir trabajando igual”- Tiró Ulises.
-“Si, entendemos nosotros también quisiéramos que siguieran, pero no tenemos el dinero y…”-
“Queremos ser voluntarios. Queremos terminar la casa. Ustedes nos dijeron que la casa era para la ONG y nosotros queremos ser parte de la ONG y por eso queremos terminar lo que empezamos. Además preferimos estar acá que en cualquiera. Si nos pueden seguir dando la comida así no gastamos, mejor, pero queremos seguir viniendo”.
Entonces eso era lo que había provocado que me haga tanto ruido una nueva afirmación de que TODAS las personas pobres no querían trabajar: Mientras esa chica gritaba, parada en el lugar que su día, su historia y sus emociones le permitían yo sólo tenía en la mente (y el corazón) que un grupo de chicos de la Villa 21-24 y 1-11-14, con todas las necesidades encima pero también con toda la entereza para saber de qué querían ser parte y reclamarlo, nos ofrecían trabajar por una causa aunque el trabajo formal se hubiera parado.
Entonces necesitaba decirlo. Necesitaba contarle a esa chica esa historia. Precisaba que su enojo pudiera encontrarse con otra versión. No estaba teniendo la posibilidad de quedarme callada pero no tenía la confianza para ir a hablarle. Aparte ella tenía un cargo jerárquico, y la verdad, no tenía en ese momento la fuerza para “chocarla” con una “autoridad” en un laburo que ya me estaba costando.
Entonces recordé: Esta chica vive en LinkedIn. Apenas entré me agregó a esa red. Lo supe porque me llegó una notificación al correo, porque el LinkedIn no lo entendía y no lo abría hacía años.
Entonces entré a la red.
Intenté loguearme dos veces y no pude, entonces presioné el famoso “Recuperar contraseña”.
Y cuando pude sortear este proceso, me fijé cuál sería el equivalente a un muro donde escribir y empecé a hacer catarsis en un artículo que deseaba que ella leyera y al que di a llamar “No quieren trabajar”.
Cuando quise publicarlo me había excedido por miles de carácteres y tuve que Googlear si había una forma de poder escribir más. Ahí descubrí los “artículos” y cuando me invitó a poner una foto, retrocedí a la primera interacción con Ulises (en que le pedía presupuesto) hice una captura de pantalla cuidando su identidad y adorné de esa manera mi escrito destinado a una sóla persona.
Pero algo falló: O bueno, no falló pero salió diferente.
Pasadas unas cuantas horas, mientras volvía a casa me empiezan a entrar correos. Uno tras otro. Uno tras otro. No podía sacar el celu en el tren o en las zonas por las que caminaba así que tardé un rato en entender qué era lo que me estaba vibrando en el bolsillo. Eran correos avisándome notificaciones de LinkedIn. Personas compartían el artículo. Personas comentaban el artículo. Personas enviaban mensajes. Cuando me siento en una computadora, descubro las funciones de mensaje directo porque tenía unos 11 y veo que unas 40 personas me habían enviado solicitud de contacto. No entendía nada.
Para hacer la historia corta, esa semana aprendí lo que quería decir “viral”: Mi escrito se había compartido muchas veces, o al menos muchas para lo que yo conocía, y al día siguiente tenía doscientas veinte invitaciones, 35 mensajes y no se qué cantidad de comentarios. Personas se ofrecían para ayudar, personas ofrecían donaciones, personas querían conocer a los chicos, personas querían hablar conmigo. No estaba preparada para eso. No había escrito con ese objetivo. No tenía a quién preguntarle qué hacer. Así que fui manejando la situación como pude, y canalizando los ofrecimientos según mis tiempos y posibilidades.
Muchas personas -a las que hoy vuelvo a pedir disculpas- se enojaron por la tardanza en la respuesta o porque no me pude juntar con ellas cuando lo requerían. Con muchas acordamos algunas acciones, nos propusimos hacer cosas y las logramos. Otras quedaron en el camino. Multipolar en ese momento no tenía mucho más equipo que mi esposo Nahuel, los chicos y yo , entonces todo lo que requiriera apoyo técnico, redactar emails, propuestas, proyectos y demases se nos escapó de las manos. Aprendí a manejar -o no- las estrategias de comunicación digital y sus respuestas de manera abrupta y a los golpes.
Y en noviembre todo cambió.
Nahuel recibió un mensaje de Ulises, consultando si aún tenía la fotocopia del acta de nacimiento de Alfre que le habíamos pedido porque estábamos intentando desempiojar un tema con su DNI.
A Nahu le resultó rara esa consulta un sábado, por lo que le dijo que sí pero que ese día no se hacían trámites a lo que recibió por respuesta:
“Este trámite si. Necesito el acta para reclamar el cuerpo en la morgue, lo asesinaron ayer de dos cuchillazos”.
Creo que la vida de todo activista social cambia permanentemente. Pero estoy en condiciones de afirmar que el primer integrante de tu organización que muere drásticamente es algo que te transforma de una manera inexplicable. Inexplicable y triste, tanto él como su nombre y legado terminan instalándose para siempre adentro tuyo: Se quedan en forma de bronca, de impotencia, de sin sentido. Como una cicatriz amarga, dolorosa e inexplicable que nunca terminás de cerrar del todo.
(Releo este párrafo para fijarme una vez más estar narrando la historia de la manera más respetuosa posible, y me encuentro habiendo escrito “el primer integrante que fallece”... Primer. Si, escribí primer. Porque hay más y lamentablemente va a haber más. Porque cuando trabajás con la pobreza, la indigencia, la miseria y la vulnerabilidad hay más chances de que haya muertos que cuando trabajás otras causas. Y además siempre está lo incierto y la vida.)
Pero volviendo al tema, la partida de Alfred hizo que los chicos precisaran tomarse su tiempo para decidir si valía la pena seguir en este camino. Si valía la pena salir de "la mala" y esforzarse día a día para que igual te maten de una manera nefasta demostrándote que tu vida no valía nada. Quisieron hacer ese proceso sólos y lo respetamos. Nosotros también teníamos nuestro duelo y nuestras reflexiones que transitar.
Así que no era el momento de seguir exteriorizando y canalizando acciones por LinkedIn que es una red de trabajo, por lo que solamente me permití exteriorizar mi dolor por acá.
No tuve fuerzas para seguir contando historias ni narrando un proyecto que estaba detenido esperando respuestas. Algunas personas lo entendieron, otras no. Día a día más personas me iban escribiendo y nos íbamos contactando.
Encontramos formas de hacer red y apoyarnos mutuamente.
Multipolar fue consolidándose y creciendo.
El caminar nos iba permitiendo afianzar nuestra metodología y ver que funcionaba: Hacíamos, aprendíamos, triunfábamos. Hacíamos, fallábamos, aprendíamos. Y lamentablemente, cada vez había más personas en la calle y teníamos más tarea que realizar.
Por eso para seguir creciendo y ampliando el impacto precisamos recursos para que se sume más gente al menos en los roles de coordinación y salimos a pedirlos tocando todas las puertas existentes. Yendo a presentarnos, pidiendo reuniones por el info@loquesea, pateando con nuestra carpetita sin diseño bajo el brazo. Metiendo notas por “Mesa de entrada” y haciendo todos los pasos formales para ir viendo como cada puerta se cerraba de un portazo delante nuestro: Porque no íbamos recomendados. Porque nuestro proyecto no incluía tecnología. Porque no habíamos dado ninguna charla TEDx. Porque habíamos elegido trabajar con los "bad guys". Porque los chicos nuestros “no salían bien en la foto” (por las cicatrices y marcas que la vulnerabilidad y las situaciones dejaron en el mapa de sus cuerpos. Juro que me han dicho eso). Porque cualquier razón que se les ocurra.
Y una vez más tuve ganas de gritar, de gritar muy fuerte, pero cómo ante todo sensible, sólo me salió el llanto.
Y aunque suene patético contarlo, a puro moco e impotencia sentada en mi escritorio con fondo de aguayo escribí sin filtros y de un tirón “¿Qué futuro de qué trabajo?” una especie de carta abierta a quién quisiera saber lo difícil que era trabajar con quienes nadie quiere hacerlo y no morir desfinanciado.
Y la magia volvió a suceder. Las notificaciones empezaron a llegar. Todos y cada uno de ustedes decidieron volver a acompañar a Multipolar acompañándome.
Y yo… yo podría decir que la suerte estuvo de mi lado pero no soy de las que creen en la suerte. Entonces voy a ser fiel a lo que creo (y creemos en Multipolar) y expresarles que creo que el Universo intentó darme a través de eso una de las lecciones más importantes de estos últimos largos años:
Las cosas van a ser de la manera que tengan que ser para que hagan sentido con tu recorrido, tu historia y tu vida.
¿Por qué digo esto?
Porque yo no soy conocida. No tengo padres famosos ni influyentes. No salí en ninguna revista. No tengo títulos ni galardones. Nunca pasé hambre, siempre tuve a quien llorarle y no se lo que es dormir en hormigón*. Pero peleé mucho por hacer algo diferente a lo que la vida tenía para ofrecerme y lo mucho o poco que logré fue gracias a las enseñanzas de mi familia, la Educación Pública y mi pequeña comunidad de apoyo que siempre estuvo ahí a su manera ofreciéndome lo que tenían a su disposición cada vez que les conté una idea o un proyecto loco.
Entonces entendí todo. Posta. (O bueno, entendí algo muy importante).
Intentar que alguna organización, institución, sponsor o ente gubernamental escuchara nuestro proyecto y lo eligiera para apoyarlo tomándolo como esas pinzas que agarran peluches en los videojuegos, nada tenía que ver con mi recorrido, mi historia y mi vida.
La ayuda no iba a llegar de parte de alguien mágico que nos “rescatara”, que nos eligiera vaya a saber porqué en medio de tanto contacto, marketing y pompa que otros tenían y de los que nosotros carecíamos.
Entonces cada respuesta de cada persona leyendo y ofreciendo un mensaje de aliento, una frase de apoyo, o simplemente lo que tenía y lo que podía eran para mi una manifestación de por dónde había que ir. Era una tremenda comunidad diciendo: ¡Contá conmigo! ¡Acá estoy!
Y todas esas manos levantadas de alguna forma me hicieron entender que era por ahí.
Que si tenemos Multipolar construido desde el concepto de comunidad estaba siendo muy disonante pensar que su crecimiento se iba a basar en algo que no fuera comunitario: De repente me di cuenta que además de las personas con las que nos cruzábamos y la peleábamos en el día a día, Multipolar tenía otra comunidad, más vinculada a lo virtual, que día a día entraba a LinkedIn, leía lo que comentábamos y nos decía: No están sólos.
Y ahí se cumplía el segundo principio de coherencia. La filosofía de Multipolar está basada en el “Ayni”. Ayni es una palabra aymara que significa “reciprocidad”, y que quiere decir que todo lo que damos vuelve, no importa de qué manos, porque por lo general no vuelve de las mismas manos a las que les dimos, pero si vuelve de alguna manera, en forma de bien común, en forma de beneficio para la comunidad.
Entonces nosotros que estábamos dando día a día todo lo que teníamos y podíamos a personas a quienes muy pocos miran, recibíamos en reciprocidad el apoyo, la fuerza y la energía de esta red que nos sumaba desde su lugar para poder continuar la tarea.
Entonces en cambio de ir a golpear puertas sólos íbamos referidos por alguien. Entonces las computadoras, y los muebles, y la ropa, y los zapatos, y los insumos se recolectaban entre más manos. Entonces la asistencia técnica, las horas pro bono y las “consultorías” que no podíamos pagar nos iban apareciendo en manos de personas que vibraban de una manera muy similar a la nuestra. Entonces fuimos más los sábados en Duchas con tantos voluntarios/as que se sumaron al proceso de intermediación laboral. Entonces muchísimas personas se pusieron a emprolijar cvs y apadrinar personas con el programa de participación.
Y aquí estamos hoy. Junt@s y emocionad@s. O bueno, de este lado de la pantalla hay una persona increíblemente conmovida por el poder de los vínculos y un equipo que sabe que cada vez que precisamos algo para ayudar a alguienes me dicen “Publicalo en @LinkedIn”!.
Así que hoy quiero agradecerles infinitamente y de corazón. Posta, quiero agradecerles ser parte de esta red, haberme dicho “Saltá! que hay red social."
Quiero que sepan que tanto yo como el equipo nos sentimos más acompañados pero sobre todo muchísimo menos solos porque sabemos que desde alguna pantalla, lejos o cerca, cruzando el amplio mar o a 7 cuadras y media hay un montón de personas que saben que la calle no es un lugar para vivir y eligen no ser indiferentes y hacer algo al respecto. A ellas, nuestro abrazo, nuestras MUCHAS GRACIAS y nuestro respeto.
Espero pasen un hermoso fin de año con salud, amor, trabajo y familia y que podamos contar con ustedes el próximo año. Sepan que queremos ser recíprocxs con todxs y cada unx así que cuentan con nosotrxs.
Abrazo gigante, gracias totales.
Male
H2
P.d: Para no ser injusta le voy a agradecer a esa chica del trabajo que llegó a los gritos ese día. No se si habrás leído el posteo, pero no te podés dar una idea cuánto me ayudaste.
P.d1:
Aprovecho la volada para pasarles la página institucional de Multipolar así pueden conocer más nuestro trabajo. A quienes me preguntaron (y les agradezco, porque me da mucha verguenza pedirlo yo y me están ayudando a sacármela) en la web está el botón de "donar" para suscribirse y hacer un aporte económico mensual, que nos ayuda muchísimo a seguir trabajando. Hoy por hoy es lo único con lo que contamos.
P.d2:
Les dejo también la dirección de nuestra tienda virtual donde estamos vendiendo los productos que hicieron los chicos que nos permiten seguir adelante con el proyecto de oficios.
P.d3:
Aquí están nuestras redes sociales: LinkedIn Facebook Twitter Instagram
* Frase de la canción "La misma alienación", de "El Alemán".
Project Leader @ NTT Data | Certified Scrum Product Owner® | Project Manager
5 añosTe felicito Malena a vos y a todo el equipo! Es hermoso lo que hacen y la pasión que le meten!
Ejecutivo de Cuentas Latyn Clima
5 añosHermosa nota
COO en Albor - Ingeniera en Informática
5 añosDesde acá, Mar del Plata, no están solos! Gracias por ver a los que nadie ve, por darle la oportunidad que no tuvieron, por entender la empatía, por porner el cuerpo en donde muchos somos más tibios y no nos animamos.
Planificación, monitoreo y evaluación de proyectos. Data Analyst
6 añosGracias a vos Malena!!
Consultora de Cultura y Aprendizaje | Culture Hacker | Agile People Coach | Speaker | Founder en The Breaking Lab
6 añosGenia Male. Feliz de formar parte. Que todo lo que das vuelva multiplicado.