MALOS TIEMPOS PARA LA LIRICA
No nos engañemos, ¡señores, estamos estancados!!! Esta expresión creo que es lo más cercano a la realidad que existe en el mundo de los FACILITIES. Me resulta de los más disparatado que en los tiempos que corren la vara de medir de las ofertas actuales siga siendo la misma, el CRITERIO ECONOMICO.
Con esto no quiero decir que no deba ser un parámetro más, pero no nos engañemos, el mundo de los servicios es en su gran mayoría carne, o lo que es lo mismo personas vendidas al peso. No pretendo ser peyorativo, pero eso es lo que parece cuando se confeccionan ofertas, sobre todo en el sector público. Pretendemos ofertar equipos formados por un número de recursos que vendemos al peso y no acorde a lo que debería ser, que no es ni más ni menos que el coste de personas que marcan los convenios. A quien pretendemos engañar cuando se hacen bajas del 30 y El 40%!!! Al final no son más que ofertas escritas con palabras gruesas que ocultan irrealidades. Y no es que me considere un iluminado, que no lo soy, pero la realidad es la que es y en un mundo tan globalizado como el nuestro difícil es pensar que haya alguien que de verdad se crea ciertas cosas.
En todas ellas debe haber un mínimo, un mínimo que no se necesita intentar adivinar sino calcular acorde al nivel de servicio que se espera y este vendrá determinado por los recursos que se pretenda destinar según lo bien o lo mal cuidado que se quieran tener los recintos, instalaciones e infraestructuras, siempre por supuesto, cumpliendo con la reglamentación correspondiente. Por debajo de este mínimo solo puede haber medias verdades, engaños, y por supuesto, conflictos, que requieren resoluciones que no siempre se realizan con la agilidad que exige el usuario final, que acaba siendo el afectado.
Aún vivimos bajo el engaño de que la calidad es un bonito manual bien redactado que recoge todas y cada una de las posibles casuísticas, procesos y procedimientos que rodean un contrato de servicio. Más lejos de la realidad, si un bonito manual no recoge actuaciones claras, específicas y orientadas al cliente, no será un buen manual. El objetivo de este no debe ser cumplir con las expectativas de una empresa de poder certificarse con su correspondiente sello de calidad y alimentar un excesivo ego por lucir galones ante la competencia. No señores, eso no es calidad.
La calidad como cualquier cosa tiene un coste, al igual que lo tiene la no calidad. Una oferta que no recoja en su valoración el coste acorde a la calidad del servicio a prestar no será una buena oferta y será más de lo mismo. Lo que nos conduce al principio del relato, ¡señores estamos estancados!!
Tenemos que salir del lodazal y valorar las ofertas bajo dos criterios:
- ¿Criterio 1 la oferta económica es coherente con los recursos ofertados? Según lo cerca o lo lejos de la coherencia que esté la oferta esta se deberá valorar en un sentido o en otro.
- Criterio 2 la calidad del servicio prestado, entendida esta, no como poseer un certificado ISO XXXX, sino como que metodología de trabajo se va a aplicar, que mecanismo de control y seguimiento se implantará, que mejora de la productividad se espera obtener con la aplicación de dicho modelo de calidad y que mecanismo de reporte me permitirá acceder al resultado esperado en el menor tiempo posible, por no decir en tiempo real.
Mientras los criterios de valoración no cambien, mucho me temo que seguiremos retozando en el barro peleándonos por adornar más y mejor nuestras ofertas para seguir consiguiendo un trozo del pastel que cada vez es más exiguo y con menos sustancia.