Matar al Padre
La semana pasada tuve ocasión de visitar la extraordinaria Colección INELCOM de Arte Contemporáneo, invitado por su CEO, Javier Quilis y me llamó la atención esta obra hiperrealista de Tony Matelli realizada en 2006 que me retrotrajo a cuando en los años 70 estudiaba Pricología. Concretamente al fenómeno de "Matar al Padre", ese proceso en el que el individuo se libera de la tutela progenitora para echar a volar, rompiendo, incluso agresivamente, con lo que el padre representaba, con su obra, con lo que creó o incluso con los valores y creencias que tenía e inculcaba.
Es una forma de autoafirmación, de conocerse a sí mismo, de sentir que no se depende "del padre". Y, como todo fenómeno humano, tiene sentido en una determinada proporción. En este caso tiene un sentido vinculado al proceso de maduración adolescente. Es necesario metafóricamente "matar al padre" para volar, para buscar la propia identidad y decidir por sí mismo. Es un momento, en el que se agravan las tensiones entre el adolescente y uno o los dos progenitores.
Sin embargo, parecería que hay individuos supuestamente adultos y maduros, que "matan a sus padres" profesionales. Se produce en algunas ocasiones cuando tras un proceso de sucesión, los "hijos" asumen el rol que tenía su "padre profesional", su líder.
Tras más de 35 años de carrera profesional he visto este fenómeno en varias ocasiones. Estoy seguro que muchos lectores, también lo habréis observado, o habréis sido partícipes de este proceso. Un proceso, por otra parte absolutamente irracional que lo único que consigue es hacer perder parte del legado que ha dejado el padre a la siguiente generación de los que eran sus hijos.
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Igual que en la adolescencia el individuo rechaza lo que el padre representa y confronta con él cualquier creencia o decisión, en el entorno profesional, los hijos que acceden al poder, inician un proceso de autoafirmación rompiendo con el pasado, considerando que todo lo que antes se hacía estaba mal hecho y estableciendo nuevas normas, políticas, procedimientos, a veces llegando incluso al absurdo, que lo único que hacen es desfigurar el propósito, la identidad y la cultura de la organización. Y en muchas ocasiones, perder una parte importante del valor económico, social y reputacional que el padre habría creado.
Cuando los jóvenes maduran, revierten este fenómeno y vuelven a valorar, ya desde la independencia y su propia identidad, lo que sus padres le han aportado. Lo superan y pasan a una nueva etapa en la que se han reafirmado como personas y ponen en su justa medida, lo que los padres le han aportado, desde una evaluación racional y desde su plena madurez.
Sin embargo, en no pocas ocasiones en el entorno corporativo, esta situación no se supera y el estigma de ese padre se mantiene en el tiempo, convirtiéndose incluso en un tabú del que "no se debe hablar". Son los casos en los que el nuevo líder y su equipo se reconocen más incompetentes y débiles, cuando se solidifica esta muerte del padre para siempre, en la que todo lo de antes era peor, aunque el mercado te esté dando señales de que ese padre era más líder.
Director Personas, Talento y Cultura. Recursos Humanos Sanidad/E-Commerce/Retail/Industrial/Educativo.
1 añoMuy interesante tu artículo. Sin duda pasa. Quién no ha pensado lo caduco que son algunos de los progenitores cuando se tiene menos edad!!!. Qué decir de la necesidad de demostrar cuando te han contratado nuevo y cambias cosas por demostrar que cualquier tiempo pasado fue peor. Eficaces los cambios???. El tiempo lo dirá.
Consejero
1 añoInteresante reflexión, Alfonso Jiménez, PhD. En estas situaciones lo emocional suele jugar un papel primordial, sobre todo en empresas en las que los roles familiares tienen más peso que los profesionales. Para entender estas situaciones es necesario analizar el papel que desempeñan tanto los "adolescentes" como los "padres". En general, el nuevo líder necesita que la organización reconozca el cambio; también la organización necesita esa renovación que, si está bien diseñada, es el alimento de su futuro. Cuando en la transición se sustituye la natural evolución por una suerte de revancha, se puede asegurar que no ha tenido un diseño adecuado. El problema es que esta lucha de egos se juega en el campo de batalla de la empresa, y ya se sabe cómo suele acabar el césped en esas lides...
I help individuals and organizations become lifelong learners| Keynote Speaker, Executive Coach, Strategic Learning consultant, |Purpose |Masterminds| Learning experiences |Founder of Iñigo Learning
1 añoExcelente reflexión Alfonso, yo no creo que a veces se traslada. Ocurre en el 90% de las empresas familiares y en los procesos de sucesión. Yo diría que hasta que el joven no madura, no es capaz de ver ese aporte con distancia, sin sesgo, sin la sombra que le "oprime" del padre. Yo creo que el padre debe también reflexionar, ver su ego, su sesgo y quizás la falta de humildad y las razones por las que el joven se fue o se quedó al mando y cambio el rumbo. Estoy de acuerdo que en el proceso, perdemos el conocimiento del padre, y el impulso y la creatividad del hijo afloran, pero con una visión también sesgada del padre hasta que madura.