Me reconcilio con mis miedos….

Ayer una amiga me contó la historia de un jefe que maltrataba a su equipo o manipulaba y generaba divisiones y desencuentros para el logro de sus resultados. 

Yo, no sé porque razón, mientras escuchaba la historia no pude dejar de recordar situaciones de presión y la sensación de miedo en mi corazón y en mi cuerpo. Sentí una compasión profunda hacia ese jefe. 

Cuan difícil es habitar el miedo que nos producen las cosas de la vida.  A veces para mi, ni siquiera es fácil reconocerlo. Recuerdo una ansiedad visceral, una respiración corta, unas manos o pies que sudan, un corazón palpitante …Y recuerdo haber dicho a mis hijos: ”No tengas miedo”, como si por decretarlo desapareciera. 

No es bien recibido el miedo en los ámbitos laborales, no es políticamente correcto reconocer que lo sentimos. Se dice que no es cobarde quien siente miedo, pero si creo que se tilda de cobarde al que lo reconoce, sin ver la valentía detrás de esta declaración.

Hoy, que estoy aprendiendo a verlo en mi, lamento no haberlo reconocido y haberlo habitado para recibir sus mensajes en muchos momentos. No haber identificado en el temblor y en la ansiedad, alertas y precauciones que podía tomar. En vez de afectarme, solo pretendían que yo tomará acciones de cuidado.

Por el contrario, muchas veces lo congelé y congelado se ha quedado en diferentes tensiones de mi cuerpo. Si, he sentido miedo, muchas veces he sentido miedo y cuando lo vuelva a sentir quisiera reconocerlo, habitarlo y ojalá darle su lugar, dejarme aconsejar.

Que sano seria poder mirar al miedo a los ojos, descifrar sus mensajes … tal vez eso sería menos paralizante