La decepción

Todos, a lo largo de nuestra vida, habremos sentido y vivido en carne propia alguna decepción, en mayor o menor medida; pues cuánto mayores sean los vínculos, lazos e ilusiones que unan a las personas, mayores serán también las decepciones.

Las decepciones se pueden dar en cualquier ámbito de la vida: familiar, pareja, amigos, compañeros etc. Pero creo que una de las peores decepciones que alguien puede sufrir es aquella que no te puedes ni imaginar. Aquella en la que estando todo perfecto en la relación, de forma brusca y fulminante, dejan de hablarte sin el más mínimo motivo ni explicación. En un segundo has dejado de existir para la otra persona. Sientes el dolor total, la pena sin consuelo, el abrazo vacío y el peso del alma, que es tu espíritu. Caes en un pozo profundo y oscuro del que te será muy difícil salir solo.

" No estoy enfadado contigo. Estoy decepcionado". Que no es lo mismo, es lo que solemos sentir.

Nos agradaría que el mundo, las personas y las situaciones encajen con nuestra percepción. La percepción es subjetiva y vemos la realidad que nosotros creamos o la que nos hacen creer. Esta realidad está condicionada por las experiencias, los juicios de valor, los prejuicios, los miedos, y por nuestra forma de ser y entender la vida. Ninguna realidad es igual a otra, ni siquiera la nuestra, pues vamos cambiando todos los días.

En base a nuestra realidad vamos previendo qué puede ocurrir y cómo van a reaccionar las personas: es una conducta que nos protege, pero que también nos puede llevar a decepciones. Porque anticipamos cómo van a reaccionar los demás con nosotros, lo que esperamos de ellos y lo que percibimos de ellos con sus palabras, hechos y con su lenguaje no verbal, creyéndolos ciegamente. Y no siempre encajan con lo que posteriormente nos ofrecen. Y es que no contemplamos las variables que no dependen de nosotros.

Muchas de las decepciones vienen de expectativas que dimos por supuestas sin comprobarlas, otras porque así nos lo aseguraron y no cumplieron, y otras por la absoluta indiferencia mostrada ante algo que te prometían era real, cierto y posible.

La decepción forma parte de nuestras vidas, por mucho que queramos escapar de ella. Es la antesala de la desconfianza y la confirmación de que, a veces, nos equivocamos al creer en algunas personas, al darle nuestra absoluta confianza, al darnos por completo por hacerles felices y a tener expectativas alcanzables.

Sin embargo, la decepción también enseña. tiene su lado positivo y evolutivo. Nos permite conocer qué no deseamos en nuestra vida, sacar un aprendizaje y tomar medidas. No te sientas mal por decepcionarte, seguro que te servirá de algo. Nos enseña sobre la espera, las ilusiones, nuestra capacidad de ir más allá de nuestra zona de confort, sobre la resiliencia, el saber caer y levantarse y sobre la capacidad de saber elegir bien con quienes compartes tu tiempo. Pero tampoco hay reglas generales aplicables para todo el mundo, porque las circunstancias y las personas son distintas.

En una decepción hay mucho de nosotros, sobre todo cuando nuestra entrega, nuestros sentimientos y nuestra aportación han sido verdaderos y sinceros en la relación. ¿ Qué esperábamos de la otra persona?. ¿ Cómo pretendíamos que fuera el camino?. ¿ Qué necesitábamos el uno del otro?...

Con esto quiero dejar constancia de la importancia de nuestras expectativas sobre los demás en nuestra vida y de cómo pueden llegar a influenciarnos hasta hacernos daño, si no tenemos las herramientas suficientes para manejar esta situación.

La decepción es una gran maestra: nos enseña qué es lo que nos ata, mientras nos brinda la oportunidad de tomar las riendas de nuestra vida. Es dolorosa, pero si tomamos conciencia de ella, descubriremos que está repleta de sabiduría.

Como toda emoción, la decepción es subjetiva, es un pensamiento de insatisfacción que ocurre cuando alguien nos traiciona o nos damos cuenta de que los sentimientos que nos habían expresado era una farsa, una gran mentira que rompe nuestras ilusiones y hace temblar nuestra estabilidad emocional y física.

La decepción destruye una certeza. Y las certezas no crecen solas. construir una certeza requiere trabajo, dialogo, esfuerzo, dedicación, una confianza enorme y sobre todo, lo más preciado, tu tiempo ofrecido a alguien, que no es sólo el tiempo compartido, sino también el invertido en pensar en esa persona, y que jamás recuperarás. Tu tiempo es finito y el reloj te va descontando cada segundo que pasa. Elige bien a quienes haces ese preciado regalo.

Para superar todo esto necesitaremos de muchas actitudes como la capacidad de dejar pasar por alto las consecuencias que las desilusiones previas causaron en la mente, porque recordarlas es tan doloroso que hace imposible reconstruir nuevas certezas, pues cuánto mayor eres, menos certezas tienes y más desilusiones acumulas y hace que entres en un estado de ansiedad, estrés e incluso depresión que dificultan la vida laboral y personal, si perduran en el tiempo.

Después de una decepción, generalmente, cerramos las puertas a nuevas experiencias y relaciones por temor a sufrir nuevamente, a sentir ese profundo dolor que nos parte el alma. Es por eso que muchas personas deciden no apegarse a alguien, para minimizar el riesgo de sufrir de nuevo.

Esta elección en psicología se llama " el efecto impermeable". Sucede cuando hemos dado lo mejor de nosotros a una persona y hemos sido engañados o traicionados, cuando somos completamente honestos y nos clavan un cuchillo por la espalda o cuando sufrimos el abandono absoluto de un día para otro. Nos sentimos cómodos dentro del chubasquero, sin que nada malo nos pueda suceder. sin embargo, nos estaremos perdiendo también la posibilidad de experimentar otros sentimientos. Si nos ponemos un impermeable y no llueve, no podremos disfrutar de los rayos del sol en nuestra piel. Al protegernos demasiado con él, no podremos crecer como personas. No se puede cerrar con candados las puertas del corazón, pues las personas que nos rodean se irán alejando de nosotros. Pensaremos que nos han abandonado o que todos son malos, sin embargo, será nuestra propia barrera la que retire a kilómetros de distancia a las personas que realmente nos importan y que se preocupan por nosotros... Es preciso quitarse el impermeable cuando no amenaza lluvia en el cielo, y así disfrutar de la brisa y del sol de la tarde. Y si llueve, pasea también bajo la lluvia, así nadie podrá ver tus lágrimas. Pero recuerda que toda nube tiene su borde plateado, que siempre que llueve escampa y sale un nuevo arco iris, con bellos colores que nos invita a seguir adelante con nuestra vida cotidiana, con nuevas ilusiones y nuevos objetivos.

La decepción es una mezcla de sorpresa, de pérdida y de pena causada por otra persona que tú creías confiable y que parecía sincera en su relación contigo. No es el resultado de una ilusión irrealizable. No es una utopía. Algunos sueños se cumplen, mientras otros roncan.

Las decepciones de las personas a las que de verdad queremos son las peores, ya que tenemos un vínculo y una confianza inigualables con ellas, que hacen que nuestras expectativas sean más altas y agradables. Y no suele venir sola sino acompañada de otros sentimientos dolorosos: desolación, culpa, vacío, tristeza. pena, amargura, frustración, rabia o el enfado por sentir el engaño y las ilusiones rotas. Por haber descubierto a una persona totalmente distinta a la que en realidad era, por promesas falsas y palabras vacías.

Estos sentimientos y emociones van pasando poco a poco con el tiempo, pero para ello, el saber perdonar es un factor imprescindible e indispensable. La comunicación fluida y sincera es lo primero que hay que reestablecer, la empatia, la inteligencia emocional, el saber estar y el esfuerzo de los dos, la comprensión, el respeto, el cariño, la amistad o el amor, si aún quedan. Si no perdonas, no podrás vivir en paz ni podrás rehacer tus sentimientos aún pisoteados y tirados por el suelo.

Perdonar no es un hecho fácil. a veces no encontramos explicaciones minimamente lógicas, no comprendemos nada de nada ciertas actitudes contrarias a las que te habían hecho creer, y eso hace que sintamos ese nudo en el estomago tan difícil de quitar, salvo con el tiempo y el perdón.

Para ello también debemos de ser capaces de hacer autocrítica y empatizar. Todo el mundo habremos decepcionado a otro alguna vez en la vida. Y es un sentimiento de la pérdida de aquello que amábamos, deseábamos o imaginábamos bueno para nuestra vida. Como toda pérdida precisa de su duelo. También hay una pérdida de confianza en las capacidades y recursos de uno mismo y con la de los demás. Y sin confianza nos protegemos en exceso de generar nuevas expectativas, y por tanto, nos quedamos estancados. Nos domina el miedo a sufrir, y eso nos evita vincularnos emocionalmente de nuevo.

Las personas ponemos expectativas ante todos los aspectos importantes de nuestras vidas. Las expectativas ayudan a ilusionarnos y motivarnos, pero debemos de ser conscientes de las mismas y estar preparados también para afrontar las decepciones que estas puedan causar. Esperamos muchas cosas de la pareja, los padres, los hijos, los hermanos, los amigos y conocidos...Esperar cosas que no nos pueden dar genera mucho dolor y una búsqueda constante de aquello que no llega. Aceptar lo que nos pueden dar nos permite valorarnos más y no decepcionarnos.

A veces vivimos tensionados por expectativas que otros han puesto en nosotros, que no responden a deseo y valores propios. Responder a la exigencias que los otros han puesto en nosotros nos puede hacer sentir que hemos fallado a nosotros mismos y perdernos el respeto. También debemos ser consciente de cuánto proyectamos a los demás. Debemos aceptar la realidad por muy dura que sea, superar el duelo y responsabilizarnos en gestionar nuestras emociones y nuestra vida, sin injerencias externas.

Debemos regular todas las emociones que surjan como consecuencia de una decepción de cualquier tipo. Hablar de esos sentimientos con la persona que nos lo ha causado, para que nos entienda mejor, para crecer los dos y no repetirlo, para valorarlo como un aprendizaje y ver si la imagen que habíamos construido de la otra persona era o no distinta a la real y si tendemos a idealizar las relaciones que tenemos al hacerlas sin filtros.

Y hay que volver a confiar en las personas lo antes posible, aunque esto sea lo más difícil de todo, ya que para protegernos nos volvemos desconfiados e injustos con las personas que tenemos a nuestro alrededor

La decepción es ley de vida, Nadie nos dice que alguien a quien queremos no nos fallará nunca. Aceptar la realidad de que nos pueden fallar en cualquier momento y disfrutar del momento presente es lo más recomendable, y no pensar en si nos pueden o no fallar en algún momento. Cuando camines, camina junto a los que tienen ilusiones, a los que confían, a los que tienen coraje, a los que son alegres, hacen planes y actúan, a los que sienten con el corazón y piensan con la cabeza, pero tienen siempre los pies en la tierra, a los que se son felices cuando te ven feliz. Deja que su espíritu encienda tu fuego interno, para que entonces puedas también dejar el mundo mejor de lo que lo encontraste. Un mundo más verdadero, más humano y más habitable.

Debemos de rehuir de las suposiciones siendo más racionales. Evitar las dramatizaciones y mantener la calma. dejar pasar las cosas y aceptar el cómo está la otra persona. No perder el tiempo tratando de convencer al otro de algo que no le nace. Relajar las expectativas propias y con lo demás. Redirigir nuestras ideas y dedicación en la relación. Ponerse en la piel del otro y tener la consideración de lo bueno y lo malo, pues nadie es perfecto. Y saber que la felicidad solo depende de ti, no es una responsabilidad que pase de mano en mano.

Si aceptamos la realidad y nos permitimos sentir de nuevo, nos encaminamos al autoconocimiento y el crecimiento personal, y darle a algo que nos duele un significado y un sentido para nuestra vida. No debemos perder la confianza en uno mismo ni en los demás y perseverar en nuestros objetivos de una forma madura y real. Os pasarán cosas que no merecíais, pero estas os enseñarán que sois más fuerte de lo que creíais.

Ya estamos todos en edad de tirar por la borda los sentimientos que no nos sirven para nada y quedarnos sólo con aquellos que nos ayudan a vivir. Nunca desistas porque alguien puso un punto final en tu vida, recuerda que después de cada punto viene un espacio, y después de un espacio, una nueva historia por vivir.

Seguramente conforme vaya cumpliendo años, estaré más decepcionado con las cosas que no hice, que con las que hice. Ya estoy seguro de ello, pero no quiero decepcionar nunca a nadie, al menos de forma consciente. Y quiero seguir siendo el mismo de siempre: el capitán del barco de mi vida hasta que llegue al puerto final. Pueden subir y bajar, en cada puerto, libremente, los pasajeros que quieran acompañarme en el viaje. Pueden soplar vientos favorables o adversos, que me harán un viaje más tranquilo y placentero o intentarán dejarme a la deriva o hundirme el barco, pero mantendré firme mi timón y mi rumbo hasta el destino final. Porque cada elección que hacemos, consciente o inconscientemente, nos lleva a algún destino. En nosotros está elegir: cuándo, cómo, con quién y a dónde queremos ir. Seguiré. Exploraré. Soñaré. Decidiré. Viviré... Descubriré nuevos mundos confiando completa y ciegamente en todas las personas que me merezcan confianza, como siempre he hecho, como hago y como seguiré haciendo. Y sobre todo seguiré amando, aunque ello me decepcione.

Desde el corazón de nuestra memoria, vamos arrastrando tantos años de pasado como ilusiones de futuro, a través de nuestro recuerdo. Unas biografías que a veces duelen, pero que siempre acompañan. Todo aquello que amamos muchísimo y perdimos, que amamos sin saber que un día nos sería robado; todo aquello que tuvo nuestra absoluta entrega, admiración, cariño, respeto y confianza y nos decepcionó, todo aquello que, tras su pérdida, no pudo destruirnos, aunque insistió con fuerza en ello, aquello que buscó nuestra ruina sentimental o personal con crueldad y empeño, acaba, tarde o temprano, convertido en lección de vida, fuerza mental, en esperanza en un presente y futuro mejor, en confianza en unos mismo y en los demás y en la felicidad que mereces... Es la vida misma... Aunque hoy sientas que uno de los sitios más escogidos de tu corazón se ha quedado como un rincón vacío, no te rindas y ama.

"El que sabe atar no usa cuerdas ni nudos, y, sin embargo, nadie puede desatar lo que él ha unido", Lao Tse.

" Ser querido profundamente por alguien te da fortaleza, y querer profundamente a alguien te da valor y confianza" Lao-Tse.

"Cuando se acerque a un alma humana, sea otra alma humana". Carl G. Jung

" La amistad es un alma que habita en dos cuerpos; un corazón que habita en dos almas". Aristoteles

Carolina G.

Recepcionista/secretaria

3 años

Superar una decepción te hace más fuerte. A veces, cuando algo que soñaste no sucede, un suspiro de alivio es mejor que regodearse en la decepción. Gracias por su artículo Dr. Pichardo.

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