Me voy de casa

Este mes hará 20 años que me fui de casa. Un año antes de ese momento, la que hoy es mi mujer y yo, nos compramos un piso y lo fuimos amueblando hasta que tuvo lo mínimo para vivir en él, era algo que ya sabía desde que decidí comprar mi propia casa, pero no era plenamente consciente del cambio hasta que lo tuve que verbalizar.

Aún recuerdo el momento del adiós en la cocina de la casa de mis padres, en la que con un nudo en la garganta les dije que me iba de casa, con una mezcla de sensaciones; desde que lógicamente era un paso que debía tomar en mi vida, como que a la vez era la aceptación de un cambio de una etapa vital y en parte del paso a una vida adulta plena, lejos del manto de la familia.

La ilusión por comenzar una nueva vida tenía ese pequeño “pero”, que significaba dejar atrás la que había sido tu casa toda tu vida, es una sensación muy extraña.

Circunstancias de la vida, hoy vuelvo a tener esa sensación. Me vuelvo a ir de casa, pero esta vez en vez de la casa paterna, de mi casa laboral los últimos 24 años.

En enero de 2000 empecé un proyecto ilusionante, en un sitio en el que deseaba trabajar desde niño, llevaba toda la vida pensando en que cuando fuese mayor trabajaría en el mismo sitio donde trabajaba mi padre. Curiosamente sin ya tener nada que ver con la empresa en la que Don Eduardo (mi padre) había prestado sus servicios, pero en la misma instalación, fui a una entrevista de trabajo y me cogieron en el momento.

Debió de ser mi sincera respuesta a la pregunta de Víctor Méndez, ¿Me puedes explicar por qué debería contratar como recepcionista de taller a un informático? La que le convenció, eso nunca lo sabremos, pero era el inicio de un viaje apasionante.

Víctor siempre ha sido un segundo padre para mí, he aprendido todo lo que sé de este negocio, todo lo que sé de conectar con las personas y todo lo que sé de gestionar un negocio. Aprendí de un líder que siempre le lleva cinco minutos a todo el mundo con el que se relaciona, consiguiendo conectar con esa persona, sea el CEO de una multinacional o el limpia botas; lógicamente a mí me llevaba también esos 5 minutos y por eso pude aprender tanto de él.

Pasé por recepción, caja, administración de posventa, asistente de calidad, gestor de calidad, GRC Peugeot España , gestor de calidad Nissan Motor Corporation y en 2014 pasé a ser adjunto de dirección, tanto en Tumosa como en Nissan Antamotor

Con la compra de las empresas por parte del Grupo Dimolk en 2018, y gracias a la confianza de la familia Díaz Molk, me dieron el mayor de los reconocimientos que te puede ofrecer una empresa familiar, darte el mando de su empresa, nombrándome Director-Gerente de Antamotor, y depositando en mí una confianza de la que siempre estaré en deuda.  

Ese momento cerré un círculo que imaginaba desde que entré en esta empresa, empezar de asistente de recepcionista y acabar de gerente de la empresa, no podía haber imaginado un viaje más bonito.

Desde 2018 hemos ido haciendo crecer Antamotor hasta convertirlo en uno de los concesionarios de referencia en España, vendimos el primer coche por #Twitter, vendimos el primer coche por #Whatsapp en plena pandemia, las relaciones humanas con todo el personal de Nissan Iberia fueron extraordinarias, no los puedo nombrar a todos porque no habría caracteres suficientes en este post para tanta gente a la que tengo que agradecer su ayuda para llegar a donde he llegado y para convertirme en la persona que soy hoy.

Estoy convencido de que Camilo, Manuel y Marcos serán capaces de hacer crecer aún más las empresas con su constancia y esfuerzo, son tres propietarios ejemplares, los primeros en ponerse al servicio de la empresa, sin escatimar una gota de esfuerzo en hacer funcionar los concesionarios y los 40 años que el Grupo cumple este año son la mayor muestra de los fuertes cimientos de esta empresa y la base de su futuro.

Como os decía, hoy vuelvo a irme de casa y tampoco tengo sitio para agradecerle a todo el personal que está, o que ha pasado por Tumosa, por Antamotor o por el Grupo Dimolk sus años de compañerismo y fidelidad, su comprensión con mis errores y su colaboración plena en el proyecto común que es la empresa.

Hace 20 años cuando me fui de casa tenía esa sensación de estar haciendo lo correcto a pesar de la pena de lo que dejaba atrás, lo más duro fue el momento de verbalizarlo y con esta segunda vez que me voy de casa las sensaciones se repiten totalmente, la de que estoy haciendo lo correcto y a la vez lo que me ha costado verbalizarlo, el tiempo pasa, pero hay cosas que no cambian.

A partir de mañana iniciaré un ilusionante proyecto, que debe llevarme a nuevas exigencias, saliendo de mi zona de confort para sacar lo mejor de mí y con la ilusión de demostrar que la apuesta que se está haciendo por mi persona será devuelta con trabajo, compromiso y resultados, no conozco otra manera de trabajar.

Creo también que es momento de dar descanso a estas publicaciones dominicales, esta nueva etapa laboral también será un nuevo paso personal y debo reajustarme a esta nueva vida haciendo cosas diferentes, parte del cambio también debe empezar por mí y como gestiono mi tiempo, en este caso no es un adiós, sino un hasta luego.

Si has llegado hasta aquí, gracias por tu lectura y espero que haya merecido tu comprensión, de cómo escribir estas líneas me está ayudando al cambio que he decidido dar a mi vida.

Muchas gracias y seguimos conectados.