Mi amigo, el Jefe
En el papel, ser amigo del jefe se ve como una situación ideal, pero no todo lo que brilla es oro y la amistad, como todas las relaciones, no está exenta de problemas. Uno de los componentes principales de las relaciones jerárquicas, es que existe cierto tipo de verticalidad o asimetría, no es una relación entre pares, ya que las partes juegan roles diferentes, con responsabilidades directivas para los jefes y operativas para los subordinados. Es por ello que llevar la relación jefe-subordinado al plano de la amistad puede traer consecuencias positivas y negativas.
Entre los aspectos positivos, se puede destacar un ambiente laboral distendido, el trabajo se percibe como agradable, las comunicaciones son en tono afable y muchas veces más que recibir una orden, la solicitud se siente más como un favor. Es común que el jefe-amigo te invite a beber algo después del trabajo, que te agregue a sus redes sociales y que incluso arme panoramas de fin de semana. Por lo cercano de la relación que establece el jefe-amigo, existe un gran compromiso de parte de sus dirigidos, muchos de ellos no dudan en dar más de lo exigido con el fin de cumplir los objetivos y el trabajo en equipo generalmente es muy fluido.
Pero tal cual se menciona al principio de este artículo, no todo es bueno en esta relación, existe una gran cantidad de cosas que pueden salir mal cuando tenemos un jefe-amigo. La cercanía e informalidad de la relación produce que algunos mensajes sean entendidos de manera equivocada, una orden podría no parecer tal y el equipo interpretar que no es necesaria o cambiarla por lo que ellos estiman más conveniente. Como el mensaje siempre viene en un tono cercano, una tarea urgente con un plazo ajustado podría no cumplirse, ya que el equipo considera que la prioridad está en otra tarea.
En el área de las relaciones interpersonales, el jefe-amigo evita los conflictos, le cuesta decir que no y por ello es probable que sea altamente permisivo, aceptando trabajos que el equipo no está en condiciones de afrontar, generando una sobrecarga de trabajo y desmejorando el rendimiento de sus dirigidos. También le será difícil negarse a las solicitudes de su equipo, lo que podría llevarlo a favorecer a los que sintonizan más con su estilo o perjudicar a los que no son tan cercanos a él.
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A la hora de afrontar a un jefe-amigo, es importante relacionarse con él de manera cercana, pero siempre pidiendo claridad en las instrucciones y los plazos, será nuestra responsabilidad indagar en profundidad cada una de las tareas y sus alcances, con la finalidad de cumplir con las expectativas de quienes solicitaron las tareas de manera inicial. Es primordial contar con una comunicación constante y pedir retroalimentación sobre los resultados y el desempeño en la ejecución de las tareas, evitando así malos entendidos o ir en la dirección equivocada.
Ingeniera Comercial
2 añosCreo que lo más importante es saber separar los espacios trabajo-amistad. He tenido el privilegio de trabajar con muy buenos amigos (Jefes y pares) y es fundamental entender que un conflicto laboral no tiene que influir en lo personal.