Mi primera vez como periodista en Venezuela

Mi primera vez como periodista en Venezuela

Esta mañana cuando vi esta foto inmediatamente recordé mi primera vez como periodista.

Cuando comencé a patear calle lo hice como reportera de Jorge Rodríguez, ser periodista en la Alcaldía de Caracas ha sido la escuela más dura a la que me ha tocado asistir.

Subí por tantos cerros y caseríos que hoy es imposible recordar cómo se llamaba la comunidad donde el Potro Álvarez Héctor Rodríguez, Jorgito y su comparsa propagandística fue a repartir balones una tarde del año 2014.

La pauta decía a las 10 am, pero ya eran las 3 de la tarde, no habíamos almorzado y teníamos a monte la bodega de la esquina.

Me cuesta cómo luce Caracas desde el cerro más alto de la ciudad. Me cuesta describir cómo olía la complicidad de los Consejos Comunales (corriendito siempre) para que su Base de Misiones se viera de punta en blanco en VTV, pero cuando les pedí el baño prestado me dijeron “aún no funciona”.

Cerré la puerta del rancho de concreto, había una pancarta que decía “eficiencia o nada”. No recuerdo el escenario en general porque mis sentidos siempre estuvieron enfocados en un detalle: ZAPATOS.

Héctor Rodríguez tenía unas botas Timberland marrones, casuales, no tan desgastadas, muy pretenciosas, muy del tipo que dice “no te daremos mucho para que no te conviertas en un escuálido”.

El Potro tenía unos Nike blancos, blanquísimos como sus dientes, blanquísimo como una hoja de papel donde no hay argumento ni discurso.

Jorgito tenía unos Clark negros, clásicos. Negro como todas las campañas propagandística a las que asistía. Negro como su humor, por supuesto.

Mis Zapatos eran unos botines, un regalo que mi esposo me había comprado en Margarita, cuando me di cuenta estaban rotos de un lado, difícilmente podía enmendarlos, yo tampoco volvería hacer la misma, estaba sentida. Mente a todas sus madres en silencio.   

Al rato comenzaron a repartir los balones y el gentío comenzó aplaudir, los tambores comenzaron a retumbar y a los chamos ya se les podía ver los huequitos en sus cachetes flacos.

 Yo solo quería hacerle una pregunta al alcalde de Caracas:

¿Cómo haría él si le tocará jugar descalzo con un balón de futbolito en una cancha de concreto imaginaria?

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