MILEI ANTE LA INQUISICION MARXISTA

Ricardo Valenzuela

Cualquiera que tenga interés en temas económicos y políticos del mundo, es muy seguro que sepa el Foro Económico Mundial es el conjunto de poderosos simpatizantes de las ideas que porta su fundador, el alemán, Karl Schwab. Las mismas que portan los grandes oligarcas globales del New World Order, con grandes ataduras a organizaciones como el Council of Foreing Relations, la Comision Trilateral, George Soros y su fatal Open Society Foundation, y nombres como Rothschild, Rockefeller, JP Morgan. La serie mundial de modernos señores feudales.

Es decir, la catedral de todo lo que involucra el peligro más grande que enfrenta la humanidad abanderada por la ONU con su Agenda 2030. Un agresivo programa para, archivando el capitalismo y sus mercados libres, sustituirlo con un marxismo mundial y un solo gobierno global. Algo que se podría describir mejor como la activación del Cuarto Reich Nazi en combinación con la versión moderna de la monarquía medieval y su feudalismo. Ello incluye la desaparición de la libertad individual, la propiedad privada, una economía manejada totalmente por el gobierno etc.

Yo jamás hubiera imaginado que invitaran a su reunión anual un hombre como Javier Milei, el recién electo presidente de Argentina. Un hombre cuyas ideas representan todo lo contrario a las que definen a su anfitrión, ideas que el Foro Económico Mundial está tratando de eliminar del mundo. Y habiendo sentado el escenario, se esperaría que Milei, aprovechando su oportunidad, al dirigirse a esa asamblea lo hiciera de forma prudente al enviar su mensaje a tan distinguido auditorio. O tal vez la conducta clásica de esos políticos cantinflescos que hablan mucho sin decir nada y, sobre todo, no expresar algo que pudiera molestar al anfitrión. Con esa preocupación abrí el video.

Pero, oh sorpresa, a pocos minutos que Milei iniciara no podía creer lo que escuchaba. El presidente erguido y con voz firme iniciaba lo que sería, al mismo tiempo, una brillante oda a los distintos logros del capitalismo, para luego listar los múltiples fracasos del socialismo. La moralidad del capitalismo y la inmoralidad del socialismo. Con datos duros mostraba la riqueza creada por el capitalismo, pero también la destruida por el colectivismo. Aclarando que él había vivido en su pais las dos experiencias con boleto de primera fila. De forma dramática cubría la historia económica de 2,000 años mostrando el comportamiento del ingreso mundial bajo los dos sistemas.

Para que no hubiera dudas explicó claramente en qué consisten ambos sistemas y, por supuesto, las diferencias que hacían al capitalismo superior. En ningún momento vaciló para seguir criticando el socialismo y a sus promotores, como tampoco vaciló al describir los beneficios del capitalismo. Y hablando de esos abanderados tratando de establecer el socialismo—que todos estaban presentes—definía a unos que lo hacían pecando por ignorancia, pero otros para acumular y mantener poder. Y con gran seguridad les afirmó que la única solución para la pobreza mundial es el capitalismo, recriminando conductas de quienes él no entendía por qué lo seguían instalando, condenando a tanta gente a la pobreza y sufrimiento.

Jamás había escuchado una explicación tan clara del verdadero capitalismo, ni de la capacidad destructora del colectivismo, progresismo, democracia social, keynesianismo, social cristiano, tercera vía, pero expresado como un claro reclamo a los asistentes que él sabía bien son los causantes. Ese tipo de veracidad, de autoridad, asertividad inteligente, de su seguridad en lo que afirmaba, yo no se lo había escuchado ni a Reagan, Margaret Thatcher, mucho menos algún clásico político latinoamericano. Su coraje al presentarse, pues él sabía bien que estaba en terreno enemigo, pero jamás titubeó, nunca dudó, ni se desconcentró y mucho menos reculó.

Jamás había escuchado esa contundencia en algún economista de Chicago, Supply Sider, neoclásico o de cualquier otra rama que siempre hablan con una tibieza conservadora. Porque todos hablan casi disculpándose por lo afirmado. Esos que me hacen recordar a los economistas de Truman cuando, al darle alguna opinión, siempre le agregaban, “in the other hand”. Hasta que en una de esas ocasiones el presidente frustrado con esa ambivalencia les gritaba: “por el amor de dios, tráiganme un economista manco”. Milei no vaciló, ni lo pensó dos veces, porque es un hombre seguro, honesto que ha visto cara a cara lo que funciona y lo que fracasa, y con ese coraje, con esa sabiduria les restregó en su cara su error.

Además, Milei es un economista que decidió entrar a la política porque atestiguaba el destrozo de su pais y debía rescatarlo. No un político que consigue un título de economía para debutar en política sin saber para qué y pasar a ser parte del problema. Milei domina la ciencia económica y es un hombre brillante que sabe bien que hilos hay que mover para que la economía de los paises de resultados. Conoce el potencial del hombre libre operando en una economía igualmente libre, el potencial de los emprendedores como los grandes constructores de valor y de riqueza. También sabe cómo los gobiernos pueden ser sus peores enemigos. Tiene claro que debe de ubicar el gobierno en su función de protector de los derechos individuales de los miembros de la sociedad y ya no estorbe.

La participación de Milei fue algo similar a un virtuoso tocando una melodía de Wagner, un recital de Maria Callas, pero, sobre todo, fue un hombre con una misión para su pais exponiendo lo que se propone hacer para salvarlo. Y ante quienes se han auto declarado estar avanzando con sus planes que no se conjugan con los del presidente economista, simplemente les expuso cómo él no lo permitirá. Milei se ha convertido en alguien que, durante unos años, estoy seguro se recordará como aquel loco que salvó al capitalismo de la hoguera de la Inquisición moderna.

Creo, también, estamos atestiguando el nacimiento de un verdadero líder a la imagen y semejanza de un Thomas Jefferson. Tal vez estamos viendo el nacimiento del Jefferson argentino.