Movilidad humana: un fenómeno imparable.
Mientras en 2021, se encendían las alarmas por los 133,000 migrantes que cruzaron la selva panameña del Darién, fronteriza con Colombia, cifra que solo se podía comparar con el número de cruces acontecidos en un periodo acumulado de 10 años, el 2022 se ha encargado de pulverizar este nefasto record, con más de 160,000 migrantes cruzando la selva del Darién, en su mayoría venezolanos, en ruta hacia los Estados Unidos.
La realidad sobre la migración forzada en Latinoamérica está muy lejos de llegar a una solución y es un fenómeno de dimensiones tan complejas y multidimensionales que, ni por cerca, el nuevo programa adoptado por los Estados Unidos para los venezolanos ofrece una solución integral y duradera para esta población y menos para el resto de nacionalidades que conforman la masa de población en movilidad que se encuentran en algún lugar de la ruta migratoria centroamericana y se dirigen hacia ese país del norte. Por el contrario, este programa pone en riego el respeto de los derechos humanos y la dignidad de las personas que se ven forzadas a migrar.
Por un lado, una parte de la población afectada por este programa ha decidido buscar alguna forma de regresar a su país (Venezuela), debido a la decepción al recibir la noticia sobre el programa y evitar volverse inelegibles para el mismo. Por otro lado, está el grupo no menor, de aquellos que han decidido seguir la lucha que parece imposible, pero que ya iniciaron y “no pretenden abandonar”. De cualquier manera, ambos grupos van a necesitar apoyo y acompañamiento humanitario para garantizar que sus derechos humanos sean respetados, ya sea se dirijan de regreso al sur o sigan su trayectoria hacia el norte.
Los casi 2.4 millones de detenciones de migrantes reportadas en la frontera sur de Estados Unidos por Aduanas y Protección Fronteriza (CBP por sus siglas en Inglés) durante el año fiscal 2022 (oct 2021 – sept 2022), parecieran estar acaparando los titulares de los medios de comunicación, sin embargo, la composición de estos flujos es igual de importante, ya que por primera vez en la historia los migrantes salvadoreños, guatemaltecos y hondureños, se ven superados por migrantes de otras nacionalidades diferente a la mexicana (ver figura 1. Tomada de: Migration and Policy Institute).
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Los nacionales de Venezuela, Cuba y Nicaragua han experimentado aumento en el flujo migratorio este 2022, con un incremento de 175% comparado con el 2021 que, junto a otras nacionalidades de importancia significante como los brasileños, ecuatorianos, haitianos y de países más lejanos incluyendo, Ukrania, India y Turkia, representan el 43% del total del flujo migratorio hacia Estados Unidos en 2022. Un hecho de importancia relevante, ya que apenas en 2018, representaban solo el 4%.
La migración en los países de Centroamérica se ha convertido en una crisis humanitaria crónica, la cual por muchos años se había enfocado de forma casi exclusiva en los países del norte de Centroamérica (Honduras, El Salvador y Guatemala), pero el 2022, fiel a su estilo de mostrarnos la realidad de manera cruel, ha desvelado como el flujo de migrantes venezolanos, cubanos y nicaragüenses aumenta de forma “desesperada”. Desafortunadamente esto no ha sido una develación placentera.
Durante la búsqueda de este sueño que se llama migración, muchas personas enfrentan la realidad de una manera muy cruel, sin importar los factores (económicos, sociales, políticos) que impulsan la toma de semejante decisión de vida, los riesgos son los mismos. Podemos decir que los riesgos están directamente vinculados y son proporcionales al número de fronteras que se deben cruzar en el intento de llegar a ese lugar que ofrezca las oportunidades no encontradas en sus propias tierras.
La protección de la población desplazada se ha convertido en un imperativo para las organizaciones en el ámbito humanitario, y aunque es imposible predecir el futuro, bien se puede pensar lo que nos depara en 2023 haciendo un análisis de la situación con base al comportamiento del contexto y las estadísticas record que el 2022 nos está dejando, aún con 9 semanas más por delante. Los abordajes regionales existentes han fallado en mejorar las condiciones locales y los mecanismos de protección en los países no se han desarrollado lo suficiente para dar a sus ciudadanos una alternativa razonable a la migración irregular.
Coordinadora de Consultorias y Proyectos en Consultora de Salud Publica, Gerencia Social y Educación
2 añosCruda realidad que causa costos muy dolorosos en cada familia y que resta al ser humano sus derechos integrales.