Mujeres en empresas o la empresa de "desmujerizarse".

En un momento donde la mujer está en permanente análisis por su histórica postergación en diferentes ámbitos sociales, políticos y laborales, quiero compartir algunas reflexiones sobre la igualdad laboral de los géneros en el ámbito de las empresas.

El mundo laboral moderno nace y se constituye como un ámbito masculino. Esto parece ser lo "natural". La mujer, estaba destinada a su actividad reproductiva podía ocupar hasta que se casa, lugares de escaso reconocimiento. Luego su fin parecía ser el de la reproducción y la satisfacción del marido. Este paradigma se ha roto pero no se ha consolidado uno nuevo salvo en los países que han visibilizado y puesto en agenda políticas de igualdad frente a la condición de la mujer.

El progreso nos obliga a convertirnos en trabajadoras que pueden ocupar un lugar preponderante o secundario en los ingresos de la casa. Nos interesa y somos buenas en muchas actividades donde se requieren nuestras habilidades. Sin embargo, nuestro progreso se detiene en un determinado punto de nuestra carrera laboral. Llegamos hasta el lugar de mando medio. Si queremos ocupar lugares gerenciales o directivos se nos requieren más titulaciones, estudios, posgrados y doctorados. Se nos acusa de diferentes pecados asociados a nuestro género: el primero es la fertilidad. Otros son nuestra falta de visión estratégica, la excesiva empatía, los cambios de humor y el "ser complicadas". Y han hecho tanta mella en muchas de nosotras que lo hemos creído y reproducimos esas razones para nuestro autoboicot.

Pero las que no han caído en el autoboicot, tienen otro problema: han tenido que desmujerizarse. Es decir, desembarazarse de su propia femineidad y apropiarse de una mentalidad masculina. También tuvieron que cambiar sus planes si querían una carrera laboral. Embarazarse después de determinada edad, tener un solo hijo y otras decisiones que nunca atravesarían la agenda personal de un varón. Su condición de mujer es una desventaja frente a un mundo laboral masculino que es una cajita dentro de una caja que es el mundo pensado por y para varones: la productividad, la reproducción del dinero como mandatario, la competitividad, los medios justificados por el fin y la economía de mercado.

Creo que hoy se están revisando muchas cuestiones respecto del género y me parece bienvenido. Sin embargo, creo que hay un discurso dando vuelta que nos hace pensar que estamos en el siglo de las mujeres, que el liderazgo del futuro es femenino, cuando todas estas pequeñas y grandes resignaciones cotidianas no tienen un correlato en políticas claras y concretas de las empresas para eliminar el techo de cristal. También creo que se está visibilizando esa estructura pero no se visibiliza una alternativa clara por parte de la propuesta feminista. Lo más cercano parece ser la experiencia nórdica en cuanto a incorporar políticas de discriminación positiva para eliminar la desigualdad.

No creo tener una solución para este problema que planteo. Además es demasiado grande. Sí quiero dejar expresada la dualidad de ser mujer en el ámbito del trabajo para aquellas mujeres que desean llegar más allá de jefa y ser evaluadas sin condicionamientos. Creo que hay mucho camino por recorrer en nuestro encuentro con nuestra femineidad como poderosa y necesaria, como visión alternativa y novedosa. Muchas mujeres manejamos problemas complejos, somos organizadas, laboriosas, contamos con habilidades en inteligencia emocional y comunicación. No considero que nuestro futuro profesional deba estar atado a aceptar el techo de cristal o desmujerizarnos para ser aceptadas.

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