Multiculturalidad e Interculturalidad
Significado y concepto
El multiculturalismo se ha convertido, desde su inicio, en la principal ideología de los círculos antirracistas, de los maestros y trabajadores sociales. Basado en la idea del relativismo cultural, es decir, la igualdad entre todas las culturas, el multiculturalismo apareció por primera vez en Canadá en la época de las demandas de Quebec del siglo XX. La idea no era limitar el pensamiento político del gobierno a la oposición entre anglófonos y francófonos sino, por el contrario, pensar en todas las diversidades étnicas del país. El multiculturalismo se adoptó entonces en 1971 y se incorporó a la Constitución en 1982 mediante la Carta de Derechos y Libertades.
Pero para definir el concepto de Multiculturalismo debemos definir primero el concepto de Cultura. En el sentido antropológico, la cultura abarca «todas las formas de hacer y hablar de las actividades humanas; creencias, leyes, idiomas, costumbres, instituciones, estructuras sociales, percepciones del cuerpo, tiempo y espacio, etc.». Esta cultura permite a cada comunidad darse una existencia particular y a los individuos que forman parte de ella tener una identidad y así poder hablar de «nosotros». Sin embargo, hoy en día, en la gran mayoría de las sociedades, ya no existe la homogeneidad, ya no hay una, sino varias culturas que están en constante evolución y movimiento perpetuo.
Aquí es cuando aparece la interculturalidad, es decir, una dinámica que tiene lugar cuando personas que no pertenecen a la misma cultura entran en relaciones. Hoy en día, nuestras sociedades hablan cada vez más de relaciones interculturales, de formación en interculturalidad. Se trata, pues, de valorar la convivencia y de sensibilizar sobre las diferencias en los estilos de vida, poniendo de relieve las similitudes, las aspiraciones y los objetivos comunes: todos somos diferentes, pero vivimos juntos, en la misma ciudad, en el mismo barrio.
Ahora, «uno de los riesgos del modelo intercultural es trabajar con una definición demasiado estrecha de la cultura, limitada a la nacionalidad o la etnia, para considerar la cultura de los migrantes como algo fijo y así encerrarlos en sus orígenes».
Similitudes y diferencias entre las dos teorías
Las dos teorías comparten varias similitudes. Por ejemplo, ambos están a favor de la igualdad entre las culturas, sin embargo, la interculturalidad está a favor de una relación simétrica y del reconocimiento mutuo entre las culturas. Según la autora Catherine Walsh «las culturas siempre se han definido por la relación con los demás, nunca se definen por sí mismas. Las identidades culturales son el producto de las relaciones. Son las relaciones las que definen las identidades».
El multiculturalismo apuesta por la tolerancia y la coexistencia entra culturas, mientras que el interculturalismo le apuesta al respeto, la convivencia, el diálogo y el aprendizaje mutuo.
La interculturalidad y la multiculturalidad nos dicen que las culturas no se definen por sí mismas, sino que las identidades culturales son producto de las relaciones entre culturas. Pero difieren en el cómo, una por la coexistencia y la otra por el aprendizaje mutuo. En este sentido “todas las culturas son el resultado de una continua fecundación mutua. Las culturas, como la realidad, no son estáticas, sino que están en proceso de transformación continua” (Panikkar, 2006: 130).
Además, ambas teorías rechazan la neutralidad del estado frente al pluralismo cultural, concuerdan en que el Estado debe tomar medidas para respetar el pluralismo cultural tal y como lo hace con la diversidad religiosa: generando neutralidad. Según la visión del multiculturalismo, esa imparcialidad no debe entenderse como dar un trato igual a todo el mundo, los miembros de las culturas minoritarias deben tener las mismas oportunidades que los miembros de las culturas mayoritarias. “Darle un trato diferente a lo diferente” (Kymlicka, 1996: 160).
Para los interculturalistas, esa neutralidad no debe basarse en la distinción entre culturas minoritarias y mayoritarias, sino entre culturas dominantes y subalternas.
Para ambos enfoques la idea de la necesidad de derechos diferenciados según los grupos como instrumentos para lograr la justicia y la igualdad entre las culturas son necesarios. Afirman que estos derechos diferenciados suponen un cambio importante en la concepción de ciudadanía: las personas se integran a una comunidad en función de su identidad como miembros de un grupo cultural, además de hacerlo teniendo en cuenta su estatus como ciudadanos individuales.
Por supuesto, hay grandes diferencias entre ellos.
El multiculturalismo se basa en la tolerancia y la coexistencia entre culturas, mientras que el interculturalismo se basa en el respeto, la coexistencia, el diálogo y el aprendizaje mutuo. En otras palabras, añade, además de la igualdad entre las culturas, la necesidad una interacción entre ellas para minimizar esa brecha diferencial, en términos de entendimiento y respeto. El interculturalismo va más allá de la mera coexistencia y habla de la convivencia. Tolerar es “soportar lo diferente” y a pesar de que eso es un gran paso en ciertos aspectos de la vida moderna, debemos ir más allá de simplemente soportar y empezar a generar un diálogo para entender esas diferencias y respetarlas como las propias. Sí solo se soporta lo diferente las culturas pueden coexistir entre ellas, pero de forma aislada, sin convivir.
Al añadir el diálogo y el aprendizaje mutuo entre ellas a la mezcla, generamos un intercambio equitativo en el que se previenen condiciones de desigualdad. Ayudando así a evitar el colonialismo, asimilacionismo y discriminación (entre otros). No hay que olvidar, por supuesto, que ese tipo de intercambio puede ser conflictivo, a apuesta de la interculturalidad no es suprimir el conflicto, sino orientarlo de una forma orgánica al desarrollo individual y colectivo. No hay una pretención de “asumir la perspectiva del otro sino de permitir que la diferencia intervenga en uno, abriendo así nuevas perspectivas interculturales de vivir ‘con’ o ‘con-vivir’” (Walsh, 2009: 15)
“Reconocer al otro es respetar su autonomía, es percibirlo como valioso. Pero la valoración a priori del otro es un falso reconocimiento. La gente merece y desea respeto, no condescendencia. El verdadero reconocimiento es a posteriori, se da en a experiencia del encuentro con el otro. Pero sólo es posible en relaciones auténticamente simétricas y libres de coacción”.
(Tubino, 2003: 10)
El multiculturalismo es la justicia formal que garantiza la igualdad de oportunidades entre las personas, independientemente de su origen cultural. Busca remediar el problema de la injusticia cultural como si fuera un problema aislado y aislable. Por otra parte, el interculturalismo empieza por cuestionar las condiciones de diálogo entre culturas y plantea la necesidad de reconocer y actuar sobre las causas socioeconómicas de la desigualdad entre culturas, ya que estas parecen estar estrechamente interconectadas. Esto implica profundas transformaciones y requiere cambios estructurales destinados a abordar las causas políticas y económicas de la desigualdad, y no sólo el reconocimiento de las diferencias.