#MundoHacker: Cómo intentaron estafar a mi madre con un anuncio de segunda mano
Desde que el año pasado ligara con la Capitana Kristen Griest del ejército de EEUU, y que al final nuestro amor fuera imposible (¡sic!), tenía ganas de traer otra de estas aventuras por los mundos del timo digital.
Por supuesto, desde entonces varias mujeres han caído bajo el increíble atractivo de mi correo personal, pero ya sabe que como el primer amor no hay nada :).
Esta vez vuelvo con otro tema distinto. El caso es que creo que todos por aquí somos conscientes de que los portales de segunda mano y las plataformas de alquiler de pisos son un caldo de cultivo perfecto para la proliferación de timos. Ya he hablado sobre ello con anterioridad, incluso contando mi propia experiencia al respecto, pero lo que todavía nunca me había encontrado era el paso contrario: que el timador fuera el que compra, no el que vende.
La Thermomix de mi madre
¿Sabe eso que se suele decir de que para cada uno nuestra madre es la que mejor cocina del mundo? Pues en mi caso se cumple, y además, es verdad :). Le encanta la cocina y tiene buena mano, vaya.
Pues bien, la mujer tiene ya desde hace unos años uno de esos primeros modelos de Thermomix, el robot de cocina que más publi ha tenido en el mundo entero. Y digo que lo tiene desde hace unos años y no que lo usa porque es la pura verdad. Es más, durante casi un año lo he tenido yo en Madrid precisamente para intentar darle algún sentido a su existencia (ha cogido más polvo el pobre…), enviándolo de nuevo a su legítima dueña hace unos meses para que al menos cambiara de estantería.
Pero claro, una cosa es la realidad objetiva y otra la distorsionada que nos creamos de manera autocomplaciente. Y así es como entra en escena el nuevo modelo de Thermomix, que además de hacer todo lo que ya hacía más que solventemente el anterior, hace más cosas (puedes llegar a cocinar TRES PLATOS a la vez, una cosa muy útil para las dos personas que viven en casa), y para colmo cuenta con UNA PANTALLA QUE TE MUESTRA LA RECETA (es decir, puedes mirar a una pantalla en vez de tener que mirar al libro de recetas de toda la vida).
¿El único pero? Que cuesta 1200 pavos. Pero tranquilo, que la empresa te da hasta un máximo de 400 euros por tu antigua y desfasada Thermomix. Esa que hace casi todo lo que hace la nueva.
Ha sido enterarse mi madre y, como buena asturiana, se ha empecinado en que la necesita para vivir. Aunque no haya utilizado esa versión desfasada durante meses. Quizás incluso la razón era esa… Y por ese mismo motivo, a sabiendas que tiene en casa un aparato que funciona a las mil maravillas y que apenas ha sido usado, ha estado probando suerte en servicios de segunda mano por ver si podía venderla por encima de los 400 que da la empresa a particulares.
La mujer puso anuncios en varias de estas plataformas (por cierto, para proteger su privacidad, la imagen destacada de este artículo no es la original), y aquí empieza lo bueno.
Entra en juego “La ingeniero de petróleo”
Vamos a llamarla así porque por aquel entonces todavía no sabía el nombre que supuestamente tiene. De hecho, presupongo por su imagen del perfil de WhatsApp (he buscado por Google Images por ver si era una foto robada pero no he encontrado coincidencias) que se trataría de una mujer, aunque como veremos por los mensajes que nos hemos enviado, bien podría ser de cualquier género, de ninguno, o incluso de ambos a la vez.
Además, la última actualización de estado fue el 18 de noviembre, y tiene el “Hey there! I am using WhatsApp.” (qué tiempos aquellos :)), lo que quiere decir que nunca se lo ha cambiado, y que por tanto la cuenta (y el número de teléfono) apenas tienen unos escasos meses de vida. Algo que no es definitorio (podría haber cambiado de número hace poco o directamente es de las primeras veces que está utilizando WhatsApp), pero que concuerda con lo solemos encontrar en una banda del cibercrimen (renuevan los números cada cierto tiempo ya que acaban siendo fichados por la policía).
La conversación por WhatsApp fue tal que así: