Navidad: ¿en tu casa o en la mía?"
"¿Dónde pasaremos la Navidad este año?" Esta simple pregunta puede despertar una serie de emociones y tensiones en cualquier matrimonio que comienza
Si te encuentras en esta situación, respira profundo: no estás solo(a).
Las parejas, en especial en sus primeros años de matrimonio, suelen enfrentar este dilema cada navidad.
Las opciones suelen parecer un laberinto de posibilidades y compromisos:
Crear una celebración íntima en su nuevo hogar, unirse a la tradicional cena en casa de los padres de ella o de él.
El escenario se vuelve aún más delicado cuando hay padres que viven solos o atraviesan momentos difíciles, añadiendo una capa extra de consideraciones emocionales a la decisión.
En mi modesta opinión, lo primero que debemos entender es que esta situación es parte natural del proceso de formar una nueva familia.
Como todo organismo vivo, un matrimonio necesita tiempo para encontrar su propio equilibrio.
Las tensiones que surgen no son señal de que algo está mal, sino indicadores de que están en el proceso de crear algo nuevo juntos.
Esta perspectiva, aunque no elimina los desafíos, nos ayuda a navegarlos con mayor comprensión y menos ansiedad.
Pero hay algo más profundo que debemos reconocer: cuando discutimos sobre dónde pasar la Navidad, raramente estamos hablando solo de logística.
Al igual que sucede con debates sobre finanzas, tareas del hogar o decisiones cotidianas:
El verdadero núcleo de la conversación suele girar en torno a necesidades emocionales fundamentales.
Que surgen en forma de preguntas como:
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En la medida que reconocemos esto, evitamos quedarnos atrapados en la idea de resolverlo de manera "racional".
Permitiéndonos abordar la verdadera necesidad emocional que surge en nuestra pareja.
Como menciona el Dr. Gottman en su libro "Las Siete Reglas de Oro para Vivir en Pareja":
Detrás de cada discusión que no se resuelve, se encuentra un sueño que no está siendo tomado en cuenta.
Cuando logramos conectar con esos anhelos no expresados, las decisiones logísticas se vuelven más manejables.
Teniendo todo esto en cuenta, la pregunta "¿en tu casa o en la mía?" adquiere otra dimensión. Ya no se trata solo de elegir un lugar físico.
Sino de comprender que estamos navegando las complejidades naturales de formar una nueva familia mientras honramos nuestros vínculos existentes.
Este proceso de búsqueda y adaptación requiere paciencia, no solo con nuestra pareja sino también con nosotros mismos.
Y es que la temporada navideña puede ser intensa, y mantener nuestro equilibrio emocional es fundamental.
Por esa razón, no dudemos en buscar apoyo cuando lo necesitemos.
Ya sea de personas que han pasado por situaciones similares o de un profesional que pueda ofrecernos nuevas perspectivas.
Al final, cuidar de nosotros mismos nos permite estar más presentes y receptivos para nuestra familia.