Nuestras propias utopías

“Somos una pyme, nunca llegaremos a eso”, “ Eso está para las empresas grandes”, “ Ellos lo logran eso porque tienen capital”, “ En nuestro país, eso no corre”, ” No vendo porque los demás están bajando precios”, ” Estamos en época electoral, no es momento”, “ Están arreglados con el cliente”, “ Es demasiado caro”, “ Con la crisis no se puede. Es imposible”.

La lista de excusas para no ir por el sueño es interminable.

Quisiera contar una historia. De chico, entré en el equipo de atletismo del colegio. Fue una de esas cosas que me marcó para siempre en mi vida. Representó la primera sensación palpable y real de pertenecer a un equipo que buscaba el alto rendimiento. Mérito 100% de Eduardo, un entrenador fuera de serie. No éramos particularmente dotados, pero él nos ayudó a creer que podíamos hacerlo a fuerza del convencimiento, del entrenamiento y de la perseverancia.

Contaba siempre una historia sobre la “carrera de la milla”, los cuatro minutos y las barreras colectivas.

Una de las  competencias históricas más importantes a mediados del siglo pasado. Durante cien años atletas de todo el mundo intentaron bajar los 4 minutos sin éxito.

¿Y por qué no se conseguía romper esa barrera? Porque la mayoría de la gente pensaba que no se podía conseguir. Solamente eso. 

En esa época se afirmaba que era imposible que el cuerpo humano pudiera correr más rápido, que colapsaría con la presión y que moriría en el intento. Investigadores prestigiosos, médicos, periodistas, deportistas habían ido creando un mito. Una montaña.

Pero pasó lo imposible, en 1954 Roger Bannister (luego Sir Roger), estudiante de Medicina en la ciudad de Oxford cronometró 3:59:40 siendo el primer hombre en la historia en bajar de los 4 minutos. En derribar la montaña. Y no murió en el intento.

Sin embargo lo impactante no tiene que ver con el tiempo. Todos los años se baten marcas en todos los deportes. Lo relevante es lo que pasó con ese registro después.

Alguien podría pensar que  por  otros 30 o 40 años fue imbatible, que fue una casualidad del destino, una anormalidad.

 Sin embargo, su récord mundial duró solo…. ¡Un mes!. 

Sir Roger fue el primero de otros 37 atletas que lograron bajar los 4 minutos en los siguientes doce meses (entre ellos Sir Roger nuevamente), y entre 1955 y 1956 otros 300 atletas más lo hicieron.

Se había derribado la montaña.

Nuestro entrenador nos habilitaba a creer en que no existen retos imposibles con historias como esa. Un primer y necesario paso para alcanzarlos es creer que se puede, porque el futuro es inventable, no inevitable.

“La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar”, decía Eduardo Galeano.

En nuestras empresas estamos llenos de imposibles, de utopías. Pero también de herramientas a la mano (muchas más de las que pensamos) para destrabar las barreras colectivas y derribar montañas. ¿Empezamos por caminar?

¿Te animas a contar tus propias utopías derribadas?