Nuevas etiquetas...
I.
Esta semana pasada, leí un comunicado a través de la red social facebook, en el que una joven de 31 años, escribía un mensaje personal e intimista, en el que, a modo de confesión, explicaba su manera de estar en la vida, su sentir con los demás y su interpretación del mundo. El mensaje adjuntaba un reportaje del programa Crónicas de Rtve.es, titulado “Sensibilidad al trasluz”. Del reportaje, me llamó la atención el hecho que, constantemente , se estuviera hablando de “personas PAS”, tanto por parte de profesionales como, por parte de personas identificadas, con esta nueva etiqueta.
Al final de su mensaje,siguiendo la dinámica del reportaje, esta joven también se definía como, una PAS (persona altamente sensible).
En palabras de la joven: Català:“Sóc una persona P.A.S. I descobrir això m'ha aportat descans i deixar de lluitar contra mi. Ara encaixo el meu dia a dia de manera diferent i per primer cop, fent grans canvis”. Castellà: “Soy una persona P.A.S y descubrir esto me ha aportado descanso y dejar de luchar contra mi misma. Ahora puedo encajar mi día a día de manera diferente, y por primera vez, hacer grandes cambios”.
Me sorprendió, la identificación de la joven, con esta nueva etiqueta, a partir de la cual, podía describirse con tres letras: “Soy PAS”, afirmaba. Identificación que parecía, utilizar como punto de apoyo, sobre el cual sostener a un debilitado yo, una brújula a partir de la cual poder orientarse para poder así, situarse mejor en el mundo. Un ancla donde agarrarse, cuando la vivencia invasiva del mundo, la sacude, como una gran ola, que con fuerza, irrumpe, en la placidez de la playa.
Así, esta joven afirmaba: “Descubrir esto me ha aportado descanso y dejar de luchar contra mi. Por primera vez puedo hacer grandes cambios”.
Si, la verdad es que, me llamó la atención, este nuevo concepto del cual, absolutamente nada, había oído, hasta el momento.
II.
Se trata de un conjunto de características de la personalidad, que dan nombre a las siglas PAS (Persona con Alta Sensibilidad). Estas siglas definen a personas con alta sensibilidad al entorno y también a las emociones de los demás. Buscando información por Internet he encontrado una contra del periódico la vanguardia, dedicada a una mujer que se define como PAS; Kathrin Sohst. Una mujer de 37 años, formadora empresarial y terapeuta especializada en alta sensibilidad .
Kathrin, se define de la siguiente manera: Alta sensibilidad a estímulos internos y externos, baja tolerancia al ruïdo, baja tolerancia al estrés, necesidad de aislamiento, intuiciones, corazonadas, visiones; etc.
Aún más, me sorprendió, leer que su marido también respondía a tal diagnóstico. Por este motivo, entre ellos no podían haber secretos, afirmaba Kathrin en la entrevista, ya que, poseen la capacidad de saber lo que el otro piensa, una especie de don, le llaman, que les permite leer el pensamiento, el uno del otro. También hablaba de una gran empatía a partir de la cual la pareja sabía en cada momento lo que el otro estaba sintiendo. La verdad es que, esta descripción, claramente podría encajar, con sintomatología referente a una estructura psíquica, hoy día, conocida por todos, y descrita en un gran número de obras literarias. De manera que, en tal caso, no vería la necesidad de, crear una nueva etiqueta.
Porque,la creación de nuevas etiquetas, a quien satisface y con que finalidad?
III.
Estos días en los que puedo disfrutar de más tiempo libre, estoy leyendo la obra de Fernando Colina (Sobre la locura; 2013), un libro de capítulos cortos que merecen ser leídos a pequeños sorbos, degustando cada palabra, dejando que se vaya deshaciendo lentamente, en el paladar.
En general, la obra de Colina, me resulta muy interesante, por el gran interés que desprende hacia el otro. También, destaca en su obra, un gran interés por el empowerment. sus palabras respiran un profundo respeto en el abordaje de la salud mental. Destaca también, la lucha por hacer de la psiquiatría una herramienta, a partir de la cual, establecer relaciones más humanas y hacer prevalecer por encima de todo, los derechos por parte de las personas con patología mental. La lucha contra la estigmatización en salud mental, también es un punto a destacar en su obra.
Es interesante, la idea de dejar espacio a la palabra del paciente. Acompañar, desde una postura no invasiva, descubriendo, activando y articulando el deseo.
IV.
Al leer el mensaje de esta joven, en facebook, estos días que, tan presente tengo a Colina, inevitablemente, me han surgido muchas preguntas.
Preguntas que exigen una reflexión sobre, la necesidad de diagnosticar y poner cada vez más, nuevas etiquetas, por parte de los profesionales de la salud. En relación a la instauración de nuevas etiquetas, también se hace necesario reflexionar sobre la codificación y nosología, a partir de las cuales, y con la ayuda de manuales, nos empeñamos en clasificarnos, según unos criterios rígidos y fijos, que además, tienen que valer para todos.
Como dice Colina, en su obra “sobre la locura”: “El diagnóstico es, ante todo, una seña de identidad. Pero no solo para el paciente, sino para el terapeuta en primer lugar. Él también se legitima en el dictamen que emite. Eso nos da pie para defender que, hasta cierto punto, todas las calificaciones son erróneas, porque están formuladas, más que para conocer la realidad, por el gusto hacia uno mismo. Una clínica utópica de las psicosis, discurriría felizmente sin diagnósticos, huyendo de esas categorías confusas, reduccionistas e identificativas”.
En esta obra, Colina, se centra en el trabajo con las psicosis. Me ha resultado fácil e interesante, extrapolar, la idea que él transmite en esta obra, al resto de la psicopatología y sintomatología.
Continuando con esta idea, podemos relajarnos, pensando que no es necesario ofrecer al paciente etiquetas artificiales, con el objetivo de dotarlo de identidad, ni siquiera en los casos en que el paciente encuentra en ella un sello distintivo que le complazca y auxilie, pueden tener un efecto terapéutico.
Como dice Colina: “Es preferible intentar completar la identidad de otro modo más flexible y amplio, pues el recurso categorial compromete profundamente el reconocimiento de los demás y su propia verdad”.
“El diagnóstico debe ser apartado a un segundo plano, del mismo modo que el profesional debe buscar su legitimidad en una orientación clínica más generosa y fluida y no en un ejercicio hipertrofiado y defensivo”. (Colina. F. Sobre la locura; 2013).
V.
No servimos de gran ayuda ni auxiliamos a nadie, si utilizamos el diagnóstico a modo de defensa, para protegernos y calmar la propia ansiedad.
El paciente llega a consulta con un malestar, sintomatología; etc. Si nuestra intervención tiene como núcleo central, despacharlo con una etiqueta artificial, si necesitamos inventar continuamente nuevas catalogaciones, con el fin de ofrecerlas al paciente, algo no está funcionando bien.
El paciente necesita que podamos tolerar mirarlo, escucharlo, pensarlo, sin reducirlo a una categoría psicológica. Poder acompañar desde una escucha activa, desde la distancia justa, desde el respeto hacia su persona. Claro está que, hay que ir bien equipados con las técnicas necesarias, pero la teoría se escribe con la práctica y es necesario poder, calmar la propia ansiedad y bajar las defensas que nos impulsan a fijar como primer objetivo, un diagnóstico.
Es evidente que tener una idea de diagnóstico en la cabeza, es necesario, tanto como lo es, la necesidad de deconstruirlo y superarlo.
En relación, me gusta pensar que no hay ninguna necesidad de someter al paciente a la escucha de un diagnóstico, ni siquiera para dotarlo de identidad, en un intento desesperado de llenar el vacío, ofreciendo una respuesta reactiva a su demanda.
El encuentro terapéutico, en todo caso, será reparador, cuando tengamos presente el empowerment, el respeto hacia el "derecho a estar loco", como dice Colina, cuando se establezca la distancia adecuada, utilizando la técnica en sintonía con la realidad presente, cediendo prioridad a esta última.
Que sea el paciente mismo quien, con nuestra ayuda, pueda ir desmontando aquellas construcciones defensivas que ya no le sirven e ir construyendo otras de nuevas, mejor adaptadas y articuladas desde su propio deseo.
Dotando al paciente, de etiquetas que lo identifican con una sintomatología, lo que en realidad estamos favoreciendo es, el apego a esta, a través de la identificación.
Si confiamos en la capacidad, que tenemos las personas para interpretar y elaborar la propia historia, empoderarnos, luchar por la libertad de ser sujetos activos, erotizar la idea de que, cada cual dirija su vida, podremos, establecer cambios importantes en la atención a las personas. Consecuentemente, a lo mejor así ,dejaremos de leer mensajes como el que he mencionado al principio de este artículo, en el que esta joven de 31 años, se definía como, una persona PAS.
VI.
Estoy segura que esta joven, es mucho más que PAS. Su historia y experiencias vitales son únicas e irrepetibles. Ella tiene el poder de decidir cómo interpretarlas y cómo articularlas, construirse alimentando el deseo. Así es que de poco le servirá, tan a corto como a largo plazo, identificarse con un grupo de personas, llamado PAS.
Merece el esfuerzo, que podamos movilizar lo suficiente en nuestros pacientes, para que sientan el impulso necesario, con el fin de atreverse a estar en el mundo desde una posición única, articulada desde su propio deseo. Acompañarles hacia la aceptación de hacerse cargo de la responsabilidad, para construir su propia historia, dotandola de significados.
En definitiva, facilitar identificaciones con el propio deseo, en lugar de promover identificaciones con la sintomatología.