Paciencia, constancia y pequeños pasos: Mi regreso al deporte
Hace unos meses me reencontré con una parte de mí que había estado dormida por demasiado tiempo. Lo que comenzó como un reto, poco a poco, se transformó en un hábito. Pero no siempre fue así.
Durante años, el deporte había sido una constante en mi vida. Casi a diario encontraba ese momento para moverme, sudar y desconectar del mundo. Era parte de mi rutina, como trabajar o tomar café por las mañanas.
Sin embargo, la vida pasa, y con ella, llegan los cambios, las responsabilidades y las excusas que parecen más razonables de lo que son.
Sin darme cuenta, me vi atrapado en un bucle de trabajo, compromisos y prioridades mal organizadas. Algo que siempre pensé que no me pasaría a mí. Pero los días se convirtieron en semanas, las semanas en meses, y cuando miré hacia atrás, me di cuenta de cuánto había dejado de lado.
No voy a mentir: retomar no fue fácil. Esa chispa que alguna vez me empujó parecía perdida. Pero un día, algo dentro de mí dijo basta. Salí a correr.
No fue mucho, apenas tres kilómetros, pero era un inicio. Un paso. Y con cada día que pasaba, esos tres kilómetros se transformaron en cinco, luego en siete. No se trataba de la distancia ni del tiempo, sino de lo que empezaba a cambiar en mi cabeza.
Incorporé ejercicios de fuerza, un par de días a la semana, y me di cuenta de que no solo estaba entrenando mi cuerpo; estaba entrenando mi mente.
Ese compromiso diario no era para ganar un récord ni alcanzar un objetivo tangible. Era, simplemente, para recuperar esa conexión conmigo mismo, con mis metas, con mi bienestar.
En este proceso, me acordé de una imagen que vi hace tiempo en una tienda Natura Selection . Era un dibujo del universo, con un pequeño punto representando la Tierra, y debajo decía: "Relativiza".
Ese mensaje resonó en mí como nunca. Me recordó que los problemas, las dudas y las inseguridades que cargamos a diario no son más grandes que lo que nosotros mismos les permitimos ser.
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El deporte, más allá de los beneficios físicos, me ayudó a poner las cosas en perspectiva. A ver que, a veces, basta con un pequeño paso diario para sentirte mejor, para avanzar.
Puede que para algunos mi experiencia no suene como un gran logro. Pero para mí, lo fue todo. No porque corrí más kilómetros o levanté más peso, sino porque empecé con un reto.
Ese proceso me enseñó algo valioso, algo que no solo aplica al deporte: la mejora continua y la constancia lo son todo.
A veces, nos obsesionamos con los grandes saltos, con los cambios inmediatos, y nos olvidamos de la magia de avanzar un poco cada día.
No se trata de perfección ni de resultados medibles. Se trata de decidir, de empezar, de dar ese paso pequeño que, con el tiempo, se convierte en una rutina que nos hace mejores, más fuertes y, sobre todo, más en paz con nosotros mismos.
Hoy quiero compartir esto contigo no para imponer una idea, sino para invitarte a reflexionar.
¿Qué reto has dejado en pausa?
¿Qué pequeño paso puedes dar hoy?
Quizá no parezca mucho al principio, pero quién sabe... tal vez ese paso sea el inicio de algo más grande de lo que imaginabas.
Porque al final, no se trata del destino, sino de caminar. Y lo que encuentras en el camino, muchas veces, es lo que más importa.
CEO en Ingrid Matheu Studio
1 semanaTotalmente de acuerdo. Un crack en toda regla. 😍😘