Papi, ¿quieres jugar conmigo?

En medio de mi proceso de buscar trabajo, hay muchas dudas, mucha incertidumbre, muchas cosas por hacer.

Cada oferta, cada posibilidad, me plantea un panorama completamente distinto. Según cuál sea mi nuevo empleo, quizá tendré que mudarme de país, o hacer cosas que hace tiempo que no hago, o incluso aprender a hacer cosas que jamás he hecho en la vida.

Al huracán emocional que desata cada postulación, cada entrevista, cada café con un “contacto”, hay que sumarle el trabajo concreto que implica esto (de lo cual ya hablé en “El trabajo de buscar trabajo”).

En esas estaba un día la semana pasada, cuando mi hija se acercó y me pregunto: “Papi, ¿quieres jugar conmigo?”. 

Mi impulso inicial fue contestarle que esperara, que tenía que mandar un correo, que necesitaba actualizar mi CV, que estaba esperando una llamada… pero me detuve dos segundos, suspiré, decidí posponerlo todo y le contesté que sí.

A partir de esa decisión, tomé otra todavía más importante. Y es que de ahora en adelante siempre voy a contestar que sí a esa pregunta y me voy a asegurar de que mi nuevo empleo me permite siempre poder contestar que sí.

Además de negociar el sueldo, las responsabilidades, los beneficios y mis objetivos como empleado, me voy a asegurar en cada entrevista que quede claro que parte de la compensación que estoy esperando es poder dedicarle a mis hijos el tiempo que merecen y necesitan.

Después de todo, de eso se trata ganarse la vida, de tener una vida y poder disfrutarla.